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El favoritismo y sus efectos perniciosos: ¡mi ojito derecho!

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¿Sientes más afinidad hacia alguno de tus hijos? Es algo habitual y a veces inevitable, pero es importantísimo saber mostrar el mismo afecto hacia todos nuestros hijos. El favoritismo, es decir, tener un hijo favorito hay que evitarlo a toda costa para que no enturbie las relaciones entre hermanos y para que no afecte negativamente al desarrollo de los hijos.

Es cierto que somos humanos, y es normal que podamos sentir más predilección por alguno de nuestros hijos, ya sea porque su carácter es parecido al nuestro, porque es más dulce que los otros, etc. Pero para el resto de los hijos, el favoritismo de los padres hacia uno en concreto puede ser negativo. 

Las investigaciones lo demuestran: un estudio realizado por la Universidad de Cornell, en EEUU revela que si la madre o padre tienen una marcada preferencia por uno de sus hijos, éstos tendrán un menor bienestar emocional cuando lleguen a adultos.

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Todos los hermanos salen perdiendo cuando se palpa el favoritismo de los padres

Este trato desigual tiene un impacto bastante serio en nuestros hijos: según los investigadores de estudio, «los registros de depresión en los hijos (favoritos y no favoritos) son más altos cuando ellos perciben que sus padres hacen diferencias entre ellos, es decir, cuando creen que el padre o la madre son más cercanos a un hijo en particular», dicen en el estudio publicado en la revista Journal of Marriage and Family.

Pero el favoritismo no sólo afecta negativamente a los hijos que no son nuestros «preferidos». El que podríamos denominar «nuestro ojito derecho» también sale perdiendo. Por un lado, es posible que acabe contando con la envidia y animadversión de sus hermanos, pero por otro lado, «ver que sus padres tienen tantas expectativas puestas en él pueden llevarle a cargar con un peso demasiado grande para él», como indica Karl Pillimer, investigador de la Universidad de Cornell.

Las consecuencias del efecto pernicioso del favoritismo hacia un hijo cuando sea adulto pueden traducirse en una rebeldía tardía hacia los padres por no haberle tratado como a los demás hermanos y haberle colocado en una posición que él nunca eligió y en dónde se le exigió demasiado.

Otra consecuencia que podría tener lugar es que el hijo preferido sepa a la perfección que tiene a sus padres «comiendo de su mano», y aproveche estas circunstancias para tiranizar a sus hermanos. De esta forma, puede recurrir a la ventaja con la que cuenta para obtener privilegios o culpabilizar a otros hermanos de alguna falta que haya cometido él. En definitiva, que puede llegar a manipular diferentes situaciones para ponerlas a su favor.

Así afecta el favoritismo hacia uno, a los demás hijos

El favoritismo convierte el hogar en un espacio de competencia, y no de acogida, lo cual afecta al desarrollo de los niños. Las consecuencias del favoritismo entre los hijos que no son nuestros preferidos son variadas. En cuanto a su carácter, un hijo que no es tratado como el favorito, puede mostrarse:

– Reservado e introvertido. si no encuentra el apoyo que necesita de sus padres, se acostumbrará a guardarse sus problemas, a no comunicarse en casa. Pensará que el tiempo de mamá y papá es para otro hijo. Nosotros pensaremos que es un niño que no da problemas. Sin embargo, quizás «toda la procesión la lleva por dentro». Debemos estar vigilantes cuando observemos que no cuenta sus cosas, para ayudarle a sacar sus problemas.

– Busca la ayuda fuera de casa. junto al síntoma anterior, puede ocurrir que el niño busque esa aceptación y esa ayuda fuera de su propia familia, si no encuentra el reconocimiento en sus padres. Eso le generará un estado de desconfianza hacia sus padres.   

– Llama la atención. y lo hace de diversas formas: con trastadas, sacando malas notas, se convierte en el payaso permanente de la clase, etc. Busca llamar la atención, porque adolece de ella en casa.

– Problemas de adaptación. Puede ocurrir que el niño tenga problemas para relacionarse con sus hermanos al no encontrar ese espacio propio en casa, y su comportamiento derivará en envidias y celos. Esta actitud a su vez, la trasladará al colegio, donde también tendrá problemas para relacionarse con sus compañeros.

– Se siente incapaz de competir. Si tiene un hermano lleno de éxitos y alabanzas de sus padres, y él no recibe la misma atención, se sentirá incapaz de competir, de aprender, de luchar por lo que quiere ser, es decir, se postergará, sin apenas ilusión por mejorar y conseguir cosas. Frente a este síntoma, tenemos que apoyarle y ver con él, las habilidades y cualidades que tiene.

– Falta de autoestima. Tiende a tener una mala imagen de sí mismo, poca seguridad y desconfía de sus habilidades. Cuando llegue a adulto, necesitará estar comparándose continuamente con los demás para comprobar que es válido para las labores a las que tenga que realizar.

Trata a todos tus hijos por igual: ¡esfuérzate!

Es fácil para los padres darse cuenta de que tendemos a encariñarnos más de un hijo que de otros. Aunque a todos los queramos muchísimo, podemos tener más complicidad con uno, sea por las circunstancias que sea. Pero nuestro deber es saber ser equilibrados con todos los hijos, aunque pueda costarnos debido al carácter más difícil de alguno de ellos.

Es frecuente que los padres muestren favoritismo hacia el mayor o el pequeño, o ambos, y sean más indiferentes hacia los hijos que están entre en medio. Por eso, hemos de hacer el esfuerzo de dedicarles a todos el mismo tiempo, de contar con todos y cada uno de ellos para los planes familiares y de mostrar cariño y afecto hacia todos, además de ser justos y reñirles de la misma manera cuando hacen alguna trastada, sin pasar por alto las faltas de unos frente a las de otros.   

Trucos que funcionan para evitar el favoritismo

– Dedica un tiempo reservado y único para cada uno de tus hijos, de modo que perciban que les quieres incondicionalmente.

– Nunca hagas comparaciones entre los hijos. Eso sólo fomentará envidias y minará la autoestima del que ha sido comparado.

– Nuestros hijos no tienen que ser un calco idéntico entre ellos. Tienen diferentes capacidades, debilidades y fortalezas, por lo que no podemos reprocharle a uno que no sea igual de «bueno» a nuestros ojos que otros.

– Evita pedir siempre su opinión a tu «favorito» en primer lugar y da importancia al criterio del resto de los hijos.

– Si percibes que alguno de tus hijos te hace «menos gracia» que otros, busca en él una virtud y una capacidad que le hace único y diferente frente a sus hermanos. Puedes potenciar esa cualidad (que se le dé bien un deporte, el dibujo, etc.). También es bueno que los fines de semana pidamos a cada uno que proponga un plan, de forma que cada uno de los niños pueda ver que se cuenta con su opinión.

Marisol Nuevo Espín

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