El gran aumento en las últimas décadas del número de separaciones y divorcios ha ido acompañado de un crecimiento importante en la aparición de las apeladas familias reconstituidas, que son aquellas en las que al menos alguno de sus miembros aporta a la nueva pareja hijos de una relacion anterior.
Algunas veces son ambos quienes aportan hijos a la nueva relación e incluso pueden tener otro u otros hijos en común, complejizandose aún más la nueva configuracion familiar. ¿Cómo surgen este tipo de familias?, ¿funcionan de la misma forma que otro tipo de familias?, ¿con qué dificultades nos podemos encontrar?…
Además del divorcio como origen de la aparición este tipo de familias hay que añadir el fallecimiento y la ausencia o abandono de uno de los progenitores. Tradicionalmente cuando la reconstitución venía de la ausencia de un padre o madre lo que ocurría era que la familia se adaptaba a esta situación tratando de reproducir el mismo funcionamiento tradicional sustituyendo así, de alguna manera, la nueva pareja a la figura parental en las funciones crianza y cuidado y no sólo en la esfera conyugal.
Dos hogares, una familia
En los divorcios, el padre y la madre siguen estando presentes por lo que no es posible suplantarles ni sustituirles. Esta nueva estructura familiar (dos hogares, una familia) conlleva nuevas formas de funcionamiento muy distintas a las familias tradicionales (permanencia del hogar nuclear completo) que requieren la creación e implantacion de nuevas reglas.
La familia sufre un enorme proceso de transformación que conlleva la aparición de características propias y particulares donde habrá que ajustar tareas y responsabilidades a la nueva situación. Cuando los niños son pequeños es más facil realizar este nuevo ajuste, siendo la franja de edad comprendida entre los 10 y los 14 años la que suele presentar más dificultades. Los padres han de proporcionar seguridad y estabilidad emocional en los hijos.
En la reconstitución, hay dos hogares que pertenecen a la misma familia y esto supone que los hijos a veces tienen normas de funcionamiento distintas. Esto no tendría por qué ser un problema siempre y cuando los estilos educativos no sean contrapuestos y excesivamente dispares. Cuando esto es así corresponde a los progenitores buscar soluciones entre ellos para consensuar normas y límites que sean claros y flexibles, y que orienten y den seguridad a sus hijos. Mientras exista una coherencia entre las dos casas, funcionar de formas distintas puede enriquecer el desarrollo y crecimiento de los hijos.
La nueva pareja en la vida familiar
Lo más conveniente es esperar un tiempo prudente para presentar la nueva pareja a los hijos. Los hijos suelen reaccionar de forma muy distinta a la noticia del divorcio de sus padres, pero es muy frecuente que la fantasía acerca de que sus padres vuelvan a estar juntos dure mucho en el tiempo (incluso años). La aparición de la nueva pareja frustra esta expectativa y como consecuencia los hijos pueden reaccionar con enfado y con el rechazo hacia esta nueva figura.
Por ello cuanto más tiempo se pueda dar a los niños para la aceptación de la separación y de la nueva realidad familiar mejor asumirán la incorporación de la pareja como un nuevo miembro en la familia. Cuanto más estable y consolidada esté la nueva relación de pareja mejor.
Además, cuando no se facilita este espacio de tiempo puede favorecerse que la relación de los hijos con la nueva pareja pueda vivirse como una traición al otro progenitor complicandose así la relación entre estos dos miembros de la familia.
Los padres han de estar atentos a las reacciones emocionales de sus hijos, sabiendo escuchar y comprender para calmar sus miedos y cubrir sus necesidades afectivas transmitiendoles confianza y seguridad.
Los hijos pueden llegar a sentir que compiten con la pareja por el amor de su padre o madre cuando el progenitor se vuelve a enamorar y pueden incluso tener miedo a la pérdida de la relación con su progenitor.
Cuando los hijos no convivien con uno de sus progenitores y tienen poco contacto con éste más probable es que el hijo se pueda sentir abandonado. Tambien puede ocurrir que ausencia del progenitor lleve a la idealización por parte del hijo.
La funcion de la pareja del progenitor se va definiendo en la familia, incorporandose como una figura adulta que puede enriquecer mucho los vinculos familiares.
El rol de la nueva pareja se tiene que delimitar y lo que se recomienda en este sentido es que se fomente el vínculo afectivo con los hijos de la pareja siendo la relación más parecida a la de «un amigo» y que se entrometa lo menos posible en aspectos relativos a la educacion y crianza que corresponde a los padres.
Las familias reconstituidas (dos hogares, una familia) pueden enriquecer mucho las relaciones entre todos sus miembros y pueden ser familias muy divertidas.
Eva Palomino. Psicoterapeuta de Adultos, Pareja y Familia de Psicólogos Pozuelo
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