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Familiares que ayudan a cuidar los hijos, qué debes tener en cuenta

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Lo que deben considerar los familiares que cuidan de los hijos de sus parientes.

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La crianza de un hijo es una etapa en la que participan mayoritariamente los padres. Sin embargo, otros familiares también ayudan en esta misión, algo que facilita la conciliación laboral en padres y madres. Abuelos y tíos se convierten en ocasiones en canguros improvisados que permiten a los progenitores y tranquilos al trabajo a sabiendas de que sus hijos quedan en buenas manos.

Sin embargo, por mucho que estos familiares lo hagan de buen grado, antes de pedir esta ayuda hay que tener en cuenta varios factores. Algo sobre lo que trata Lourdes Alcañiz en su guía para la embarazada y en donde trata las ‘reglas del juego’ que los padres deben aceptar antes de involucrar a estos parientes en la crianza de sus hijos con el fin de que todo salga correcto.

Hablar para evitar malentendidos

Aunque sean familiares, hay que tener en cuenta que cada hogar tiene una forma de entender la crianza un hijo. Es posible que un abuelo o un tío tengan opiniones diferentes sobre cómo cuidar a un menor, un claro ejemplo es los ‘permisos’ que se pueden dar a los más pequeños. O por ejemplo los padres pueden buscar que el niño empiece a dormir solo y no en compañía de adultos.

Lo mejor en estos casos es dejar claros los puntos que hay que seguir en este sentido. Por ejemplo, habrá que definir los horarios en los que el niño puede ver la televisión en casa o las tareas que tiene pendiente del colegio. En esta conversación la otra persona también puede aportar ideas que pueden ser tenidas en cuenta a la hora de cuidar a los más pequeños.

Hay que recordar que estos familiares también tienen experiencia en el cuidado de los niños y que por tanto sus recomendaciones serán válidas. El objetivo es asegurar el bienestar de los más pequeños, algo que los parientes también buscan con sus actitudes. Estas conversaciones evitarán malentendidos y posibles discusiones sobre algunos puntos que no quedasen claros.

Las reglas a tener en cuenta

A la hora de asumir esta responsabilidad, tanto los padres, como los familiares, deben tener en cuenta una serie de reglas para asegurar una buena experiencia. Estas son las normas a seguir:

Para los familiares:

1. Asumir roles complementarios. Los abuelos deben asumir su rol de colaborador. Es importante que, desde el principio, los abuelos tengan claro que sus nietos no son sus hijos y que, por tanto, habrá decisiones que no podrán tomar sin consultarle antes a los padres, que son los últimos responsables. Eso no significa que su opinión no importe, sino que tienen un rol complementario que consiste en colaborar con los padres sin suplantar su papel.

2. Evitar comparaciones. La educación se adapta a los cambios, que se van sucediendo generación tras generación. Por eso, los padres de hoy en día no educan igual que los padres de hace unos años. Sin embargo, es habitual ver que los abuelos comparan la manera que los padres tienen de educar hoy en día con la educación que ellos impartieron a sus hijos. Utilizar comparaciones no será constructivo: no ayudará a los padres, que lo verán como una crítica, y no ayudará a los nietos, que verán como abuelos y padres se enfrentan .

3. Apoyar a los padres. Recalcar a los padres aquello que hacen mal y buscarle defectos a su manera de educar es un error, a veces común, que repiten los abuelos. Por el contrario, lo más adecuado es buscar sus virtudes y reforzarlas. En este sentido, es importante apoyar a los padres con las normas que hayan establecido en casa. Respetar sus normas será el primer paso para que los nietos también las respeten. Si ellos ven que los abuelos no están de acuerdo y que eso, aparentemente, les favorece, aprovecharán esa coyuntura para negarse a realizar lo establecido, amparados por la opinión de los abuelos.

4. Aplicar pautas y reglas con los nietos. Ante la creencia de que los abuelos están para maleducar, cabe recordar que también deben ponerles reglas y pautas a sus nietos, habiéndolo consensuado previamente con los padres. Si los abuelos no establecen unos límites, lo que los niños han aprendido en casa durante el resto del año se perderá en esos instantes que nietos y abuelos pasan juntos y después será mucho más difícil para los padres ponerlo en práctica en casa.

Para los padres:

1. Confiar en los abuelos. Muchas veces los padres, preocupados por sus hijos, les dejan con los abuelos junto con un libro de instrucciones. Esta desconfianza en los abuelos puede provocar su malestar y también generar inseguridad. Los padres, en estas ocasiones, deberán dar consejos sobre aquello que crean que puede ser desconocido para los abuelos, pero siempre mostrando confianza en la forma en qué van a desempeñar su labor, y en el acierto de sus decisiones en el caso de que haya que tomar la iniciativa ante algún problema en la familia.

2. Proponerles, no obligarles. Cuidar a los nietos debe ser siempre una opción que los abuelos puedan escoger por libre elección. Aunque ellos siempre acepten cuidar a los nietos encantados, los padres no deben pensar que esa es su única ocupación y que están disponibles las 24 horas. Los abuelos son una ayuda a la que los padres podrán recurrir pero de la que no deberán abusar. Además, aunque siempre es necesario consensuar entre unos y otros, los padres no deberán exigir a los abuelos perfección a la hora de llevar a cabo su labor, en la que siempre se esmeran al máximo.

3. Aconsejar en vez de criticar. Siempre es necesario darles a los abuelos unas pautas sobre qué hacer con los niños, sin embargo, los consejos nunca deben convertirse en críticas. Es importante no quitar valor a las acciones que los abuelos hagan con sus nietos: llevarles a tal sitio, comprar esto o aquello, etc. Así, en aquellos momentos en los que padres y abuelos no estén de acuerdo en ciertas decisiones, lo correcto será aconsejarles cómo deberían haberlo hecho o cómo deberán hacerlo la próxima vez, sin limitarse a criticar el fallo.

4. El valor del recuerdo. La experiencia no es un valor transferible de abuelos a padres, sin embargo, es un aspecto del que tanto nietos como padres deberían aprovecharse. El tiempo que los abuelos pasan con sus nietos, a veces superior al que los padres pasan con sus hijos, les permite convertirse a veces en maestros, transmitiéndoles a sus nietos una perspectiva de la historia y de la vida que, ellos, por su corta edad, no han vivido. Es una manera de enseñar el valor del recuerdo.

Damián Montero

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