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Escuelas de familia, el empujón para formarnos como padres

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Los niños no vienen con manual de instrucciones bajo el brazo. Esto es algo que sabemos todos, y lo lamentamos cada vez que nos quedamos paralizados sin decidir qué hacer. ¡Que no cunda el pánico! Ahora las escuelas de familia son el empujón definitivo para formarnos como padres

En la mayoría de ocasiones nos enfrentamos a la paternidad con muchas ilusiones y otros tantos miedos. Nadie nos ha explicado cómo cuidar a un bebé, cómo enseñarle a hacer las cosas solo, que crezca sano…

En definitiva, nadie nos ha enseñado a enseñar. Nos preparamos como podemos, normalmente nos guiamos por lo que hemos visto en nuestros padres, lo que escuchamos a lo largo de nuestras vidas y lo que leemos en libros y revistas especializadas como esta, pero el terreno todavía no está del todo listo.

Además, comienzan a surgir dudas y preguntas que en ocasiones acarrean problemas con el cónyuge o con la familia, la propia y la política, que añaden dificultades a la ya complicada tarea de ser padres. Aunque no lo parezca, muchas veces basta con redescubrir las claves de la paternidad y del amor, y para esto, llegados a cierto punto, es bueno plantearse una alternativa, un empujón: las escuelas de familia.

Qué es una escuela de familia

La orientación para padres se fundamenta en una metodología participativa, que persigue el objetivo de que las personas sean capaces de rechazar aquello que no favorece al crecimiento familiar, y que desarrollen y potencien todas aquellas virtudes que aportan coherencia y felicidad al grupo. Las escuelas de familia o escuelas de padres son una ayuda para que los padres se puedan anticipar a los conflictos familiares y sepan solucionarlos con seguridad.

Cristina Ruiz-Ogarrio Martínez, gestora académica de Aula Familiar nos explica que «una escuela de familia, o un curso de Orientación Familiar, es un lugar de encuentro de matrimonios que quieren mejorar su relación como esposos y mejorar su labor como padres. Se trata de que la pareja descubra las claves del verdadero amor, ya que el matrimonio es el pilar de la educación de los hijos». Y apunta: «nuestra labor no es una labor ‘curativa’: todos sabemos que prever los problemas es más eficaz, más barato y ahorra muchos sufrimientos en las familias. Nosotros pretendemos ayudar a los padres para que se puedan anticipar a los problemas y cuando aparezcan sepan solucionarlos sin titubear, con seguridad y eficacia».

Por otro lado, María Álvarez de las Asturias, directora del Instituto de orientación familiar y personal Coincidir, nos cuenta que una escuela de padres es «un curso de formación en el que, combinando teoría y práctica, se imparte un temario adaptado a cada una de las etapas evolutivas por las que atraviesan las familias, los hijos o los matrimonios. Se intenta dar respuesta a las preguntas, dudas o cuestiones que tienen los padres en un momento determinado de sus vidas». Y explica: «debe quedar claro que no tiene nada que ver la formación (desde lo que es una escuela de familia) con la intervención (desde el punto de vista de la orientación familiar)».

Julia Villa, coordinadora del Centro de Orientación Familiar de la Universidad de Salamanca, hace una reflexión: «una escuela de familias es una oportunidad formativa y de apoyo que se ofrece a todas aquellas personas que necesiten orientación sobre la educación de los hijos, la interacción familiar o las relaciones de pareja. En principio parece que es un sustitutivo de las Escuelas de Padres que los centros educativos ofrecían a los padres de sus alumnos, pero pensado en profundidad, este proyecto debería ser algo más».

En definitiva, una escuela de familia es un espacio de diálogo y formación que nos ayuda a mejorar las relaciones y la comunicación entre ellas. La orientación familiar es una relación de ayuda profesional que pretende devolver a las familias su capacidad de desarrollo, ayudándoles a superar las dificultades y fortalecer los vínculos que les unen. Del mismo modo, orienta a los padres en la educación de los hijos, así como en la gestión positiva de conflictos.

¿Cómo sabemos si necesitamos un empujón?

No es necesario estar en un momento en el que las relaciones afectivas estén a punto de destruirse por completo. En muchas ocasiones se van desgastando, y para evitar una ruptura es mejor frenar el deterioro a tiempo. Algunas de las situaciones de alarma que plantean los centros consultados son las siguientes.

Falta de comunicación entre la pareja
– Siento que no me escucha
– Nunca llegamos a un acuerdo
– Casi nunca nos pedimos perdón
– Tras discutir pasamos días sin hablar
– Solo hablamos de cosas banales
– Siempre discutimos por el mismo tema

Problemas en las relaciones familiares
– Mi pareja y yo no nos ponemos de acuerdo para establecer normas
– Me cuesta poner disciplina en casa
– No entiendo a mis hijos
– Mis hijos me mienten
– Discuto mucho con mis hijos
– Uno de mis hijos siente celos
– Mis hijos me faltan al respeto
– Con mis hijos no funcionan los castigos
– Con mis hijos solo funcionan los castigos
– No me gustan los amigos de mis hijos
– Mis hijos no estudian
– Me siento un mal padre o madre

Lo que sienten los hijos
– Mis padres hacen más caso a mis hermanos
– Discuto mucho con mis hermanos
– Con mis padres no se puede hablar
– Mis padres solo regañan y no me entienden
– A mis padres no les gustan mis amigos
– Mis padres solo quieren que estudie, no les interesa lo demás

Sara Pérez López

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