El despertador suena, hay que acudir al trabajo y cumplir con las exigencias. Se termina la jornada y se debe acudir a un centro comercial repleto de personas. Llegados a casa hay que dedicar tiempo a las labores domésticas. Cuando parece que llega el momento de relajarse junto a la familia, un vistazo al reloj devuelve a la realidad: es la hora de irse a dormir para empezar al día siguiente una jornada idéntica.
Estas rutinas pueden causar mucho estrés en las personas, una ansiedad que termina afectando al bienestar familiar. El equilibrio entre las exigencias laborales o escolares y los roles dentro del hogar puede causar distintos conflictos tanto dentro de casa como a nivel personal.
Dos mundos conectados
La esfera laboral y la familiar están conectadas. Lo que una persona experimenta en el trabajo termina por influir dentro de su hogar. Estudios como el realizado por María Pilar Martínez Díaz, doctora en Psicología, y la psicóloga Aguirre Zubiaurre analizan el papel que juegan determinadas variables laborales, tales como la satisfacción laboral, la flexibilidad horaria, el número de horas realizadas a la semana, la autonomía, el absentismo, el rendimiento, las intenciones de abandonar la organización y el apoyo por parte de los supervisores, en el ámbito familiar.
Un trabajo en el que participaron 67 participantes (34 varones y 33 mujeres) que cumplen presentaban los siguientes requisitos: vivir en pareja, ser padre o madre y tener un trabajo remunerado. Todos ellos fueron sometidos a un cuestionario donde se preguntaba por su satisfacción laboral, compromiso organizacional (buena voluntad para asumir las responsabilidades), implicación laboral (medida en las que las circunstancias del trabajo permean a su situación personal), flexibilidad laboral (capacidad para modificar el horario en caso de urgencias) y el tipo de jornada.
Los resultados, por un lado confirmaron que a mayores niveles de conflicto trabajo-familia se relacionan con menor satisfacción laboral. Existe relación significativa entre estas variables, es decir, aquellos trabajadores que se sienten desarrollados a nivel profesional, muestran un menor sentimiento de felicidad dentro del hogar y es más probable el conflicto derivado del estrés causado por el empleo.
Al mismo tiempo también se confirma que mayores niveles de conflicto trabajo-familia se relacionan con mayor número de horas trabajadas a a semana. Un vínculo que se relaciona directamente con el punto anterior. Por lo que se recomienda buscar el equilibrio entre ambas esferas y apostar por técnicas de relajación para evitar que el estrés afecte al hogar.
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Luchar contra el estrés
El estrés generado por el trabajo no solo debe ser combatido buscando el equilibrio entre el empleo y el hogar. También hay que tener en cuenta otras rutinas en el día a día de las personas:
– Nada de quedarse en casa. Aunque el cansancio derivado de la semana de trabajo invite a un fin de semana en casa, hay que esforzarse y salir. Respirar aire y hacer actividades fuera de las cuatro paredes.
– Descansar bien. Hay que cuidarse de dormir las horas recomendadas por los especialistas. Un mal descanso deriva en altos niveles de estrés.
– Repartirse las tareas. Todos deben contribuir a la marcha del hogar y evitar que una sola persona se haga responsable de todas las labores del hogar.
– Vigilar la alimentación. Somos lo que comemos y la alimentación juega un papel importante a la hora de hablar de estrés.
– Dedicar tiempo a la familia. Las nuevas tecnologías han hecho que muchas personas queden conectadas a sus trabajos 24 horas al día. Una vez se llega a casa, hay que desconectar, dedicar tiempo a la familia y relajase junto a ellos.
Damián Montero
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