El cruce de dos o más culturas en la vida de cualquier ser humano suele considerarse un hecho muy enriquecedor. Este enlazamiento supone un acontecimiento muy importante en lo que se refiere al desarrollo de las personas y, más aún, si nos referimos a niños.
Los niños que desde su nacimiento gozan de una mezcla de culturas en el ambiente familiar, poseen un enriquecimiento mayor en la conformación de su carácter y personalidad, ya que su capacidad de absorción, observación y percepción de las cosas que les rodean es más detallada.
Muchos son los casos en los que la familia goza de la siguiente estructura: el padre proviene de un país, la madre de otro y los niños nacen y crecen en otro completamente distinto al de sus padres. Así, se podría afirmar que los niños tienen la posibilidad de recibir una educación en un ambiente en el que reinan tres culturas diferentes.
Un abanico de culturas en su educación
Este fenómeno supone un desarrollo de las distintas facetas del ser humano que se verán afectadas por ese empapamiento cultural. Para empezar, el niño tendrá la posibilidad de hablar tres idiomas, además de conocer tres países distintos y de interactuar con diversas y variadas costumbres.
Es aquí donde el papel de los padres juega un papel importantísimo. Del empeño que éstos pongan en educar a sus hijos conforme a sus respectivos modos de vida, dependerá el hecho de que se sientan más apegados a una cultura u otra.
Cabe destacar el papel que juega el idioma para comunicarse con ellos. Si un padre, pongamos por caso, no habla a sus hijos en su lengua materna, cabe la posibilidad de que su éstos no sientan ningún apego por la cultura, costumbres u origen de su progenitor, además de perder toda posibilidad de comunicación con los parientes de su rama paterna.
El hecho de vivir en el hogar una serie de costumbres ayuda al niño a situarse en la sociedad en la que vive y le ayuda a conocer de dónde proviene realmente. Así pues si, por ejemplo, una madre establece una serie de conductas de su propia cultura para llevar a cabo en su casa, crearía un lazo muy fuerte de unión entre los miembros de esa familia, los niños en este caso, y el país de origen de su madre.
Distintos países de residencia
Si, además, el país de residencia de la familia es distinto al país de origen de los padres, el impacto cultural en los niños es todavía mayor.
No sólo se benefician de aquello que sus padres les enseñan sino también de aquello que van a aprender en su etapa educativa y en su participación en la sociedad. Son individuos que reciben experiencias muy diversas que le van a ir conformando su desarrollo como persona. Por eso es importante saber conjugar los distintos aspectos que forman parte de vida y, sobre todo, saber conjugar la manera en que los adquieren.
Es por todo esto que resulta muy importante transmitir a nuestros hijos una serie de vivencias que les ayuden a identificarse con una cierta cultura o con varias a la vez pero siempre teniendo en cuenta de dónde provienen y explicándoles su lugar en la sociedad. Es importante saber de dónde venimos y por qué nuestras conductas están condicionadas de una u otra manera.
Resulta fascinante observar a personas de distintos lugares de la tierra convivir conjuntamente en el entorno familiar. Esta mezcla cultural contribuirá a una educación basada en valores como la tolerancia, el respeto y el amor, y a ver en los demás seres humanos y no razas, colores o religiones.
Amparo de Andrés Aleixandre
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