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Claves para entender y gestionar los celos entre hermanos

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Los celos y las peleas entre hermanos son frecuentes durante toda la infancia y adolescencia. Uno de los acontecimientos que suele desencadenar más rivalidades entre ellos es el nacimiento de un nuevo hermano. Son muchos los cambios que conlleva la incorporación de un nuevo miembro a la familia y sin duda, pueden dar lugar a más de un conflicto o tensión familiar.

Tras el nacimiento de un hermano, experimentar celos es una reacción normal, temporal y que favorece que nuestro hijo se adapte a la nueva situación. Lo esperable es pasado un tiempo, y si se manejan bien el proceso de cambio, el niño se adecuará a la nueva situación y las reacciones se irán suavizando.

Circunstancias que favorecen los celos entre hermanos

Aunque la aparición de celos es bastante frecuente es más probable si se dan estas circunstancias: 

– Está entre los dos y los tres años.

– Los hermanos son del mismo sexo.

– La diferencia de edad entre hermanos es menor de dos años y medio.

– El niño tiene baja tolerancia a la frustración y dificultad para adaptarse a los cambios.

¿Quieres saber si tu hijo/a está celoso?

Aproximadamente el 90 por ciento de los niños experimenta celos, más o menos intensos, tras el nacimiento de un hermano. Pero no todos reaccionan de la misma manera. Estas son algunas de las manifestaciones más frecuentes:

Rebeldía

El objetivo es conseguir la atención de los padres. En la mayoría de las ocasiones lo hacen a través de la desobediencia, agresividad o negativismo. En algunos casos pueden aparecer insultos, agresiones a personas aunque no tenga relación directa con el niño o destrozos de objetos.

Llamadas de atención

Son reacciones más suaves que las anteriores y son muy variadas. Dependen según la creatividad e imaginación del niño. Sonidos, saltar, interrumpir conversaciones,          agarrarse a la pierna… Hay que armarse de paciencia porque puede resultar muy intenso y cansado.

Aislamiento

Cuando tras el nacimiento de un hermano se experimenta inseguridad, pueden tender a aislarse para resguardarse en su propio mundo. Aunque son reacciones menos molestas, pueden impedir que continúen adelante en el proceso de socialización.

Llantos

Cuando el niño llora, sobre todo si lo hace intensamente, suele conseguir lo que quiere y esto hacer que se acostumbre a interactuar llorando. Lo recomendable es, una vez que nos hemos asegurado de que el niño está bien, no hacer demasiado caso a ese llanto, al mismo tiempo que se anima y alienta cuando se relacione correctamente.

Relación amor-odio con su hermano

Suelen despertarlos, darles pequeños pellizcos, tocarles la cara o muchos besos, halagos, cuidados… Creen que sus padres le harán más caso si tiene una relación «llamativa» con su hermano.

Cambios en la forma de dormir y comer

Pesadillas, despertares nocturnos o falta/aumento de apetito suelen ser resultado del período de estrés por el que pasa la familia con la llegada del nuevo bebé. El ambiente cambia y el niño tiene adaptarse a estos cambios aunque es esperable que pasado un tiempo, vuelvan a regularse estos hábitos.

Conductas regresivas

Hablar como un bebé, pedir de nuevo que le den el pecho o el chupete, querer dormir en la cuna… Pero también podemos encontrarnos con problemas como volver a mojar la cama o las pesadillas. En estos casos, suelen estar provocados por altos niveles de estrés y ansiedad. Es esperable que a medida que se va completando el periodo de adaptación, esos problemas desaparezcan.

Somatizaciones

Los más frecuentes son los dolores de tripa, de cabeza o de malestar general. Suelen ser fruto de la tensión y aunque hay que estar pendientes de estos síntomas, tenemos que evitar ser chantajeados con estas dolencias.

No todos los niños manifiestan de la misma forma los celos. Te animamos a que veas los celos como una oportunidad para que tu hijo aprenda a superar obstáculos y dificultades. Podemos convertir esta crisis en un momento de crecimiento y superación. Nuestro papel como padres no es evitarles el malestar sino facilitarles estrategias de afrontamiento adecuadas y acompañarles durante este proceso.

Paula Gordillo Montilla. Psicóloga clínica. Fundación Educamos en Familia

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