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La cena de tu vida en familia

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Si te dijeran que hoy es la última cena de tu vida, piensa con quién querrías estar alrededor de la mesa. Posiblemente pienses en esa persona con la que has decidido compartir tus días y, si eres padre o madre, segurísimo que querrías compartirla con tus hijos. Cada noche tienes la oportunidad de hacerlo. De compartir juntos vuestro día a día, vuestra misma mesa, de miraros a los ojos y deciros todo eso que os queréis decir.

Hay que pararse. Para coger aire y volver a la carga. Y reflexionar y mirar desde fuera cómo nos comportamos día a día, y si nuestras acciones tienen que ver en algo con lo que nos gustaría hacer en realidad

Hoy día es complicado equilibrar la vida familiar, con la profesional, social… Hay que tener claras las prioridades porque si no, la vida misma nos come. Y, hablando de comida, ya ni llegamos a casa a comer, a mediodía, para respirar hogar. Y el que llega tiene poco tiempo para hacerlo y tiene que salir corriendo de nuevo al trabajo. Puede que sí, que seas de los pocos privilegiados que a mediodía se reúnen en torno a la mesa. Entonces, felicidades. Puede que este artículo no sea para ti.

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Familia comiendo

Pero si eres de los que no tienes ese momento de comida diaria en casa: tranquilo, siempre nos quedará la cena. Hay muchas modalidades: primero cenan los niños (cuando son pequeños), y más tarde el matrimonio, para tener un ratito de exclusividad. Otra modalidad es cenar viendo el telediario. Nada más desgarrador y desmotivante para terminar el día. Y poco educativo y nada recomendable para ver con niños… Además, mientras se escucha el telediario, no se puede hablar, por lo que este momento tendría poco de familiar. Otra opción es la cena libre. Cada uno se prepara lo que quiere y se come en bandejas viendo la serie preferida. Uno en la sala, otro con el móvil, otro en su habitación…

Todavía existe otra opción cuando los niños son pequeños. Si se tiene cuarto de juegos y televisión en el mismo, les preparamos la cena mientras ven sus dibujos preferidos. Así, fríamente, puede parecer que estas opciones no sean las más recomendables. No obstante, son un pequeño esbozo de lo que se vive en muchos hogares. Es cierto que cada familia lo hace a su manera, pero qué gran oportunidad tenemos día a día para vivir en familia, escucharnos y aprovechar los momentos que el reloj biológico nos brinda. Porque lo normal es que todos nos paremos a cenar. O a comer. O, ¿hay alquien en la sala que no tenga tiempo para esto?

Siempre hay un momento para recomenzar

María y Ricardo, de una manera inocente y casi festiva, comenzaron por dar de cenar a sus niños pequeños en el cuarto de juegos. Era la única manera de que estuvieran tranquilos, callados y que se comieran todo. Hoy día, han crecido y ya tienen 9 y 7 años. Ella y su marido cenan cuando los niños ya están dormidos. Después de estar María en un conferencia, sobre la que se hablaba de este tema y de mejorar la comunicación familiar, le dio qué pensar sobre el asunto. En un principio no entendía en concreto, por qué ese interés por cenar todos juntos. Pero poco a poco, fue vislumbrando el sentido de reunirse a la mesa en familia.

Es cierto que las costumbres que se hayan vivido en una familia durante años son muy difíciles de cambiar. Y no podremos hacerlo de la noche a la mañana. Tiene que ser poco a poco, y de una manera natural. De lo contrario parecería que nos hemos vuelto un poco locos.

Si no solemos cenar todos juntos desde hace muchos años, ahora sería difícil reconducir esta situación, pero siempre hay un momento para recomenzar. Primero pensemos en el lugar y mesa en el que nos reuniremos. Puede ser en la cocina, o en el comedor. En un lugar donde nos sea práctico en el día a día. Si estamos acostumbrados a comer en bandejas, al principio comer todos reunidos a la mesa nos costará más de lo habitual. Pensemos primero en la logística, material, menaje, manteles, mesa, sillas y lugar más adecuado. A través de las normas en la mesa y de servicio a los hermanos, hijos y padres, estamos también educando.

Pensemos también en los menús, puestas, recogidas de mesa y de cocina. E involucremos a todos los miembros de la familia en estas tareas. El trabajo en equipo y el servicio a los demás impregnará cada detalle de este momento en familia.

Por qué una cena en familia diaria

Porque es el mejor momento que dispones en tu día a día para estar con los tuyos. Tienes la posibilidad de contar a los tuyos tus peripecias del día, y ellos también a ti. Si se hace desde que son pequeños, estaremos creando un clima de confianza y un espacio de comunicación nada desdeñable. Nuestros hijos, cuando lleguen a la adolescencia, verán que lo habitual es contarse lo que nos ha pasado, contribuir con su servicio en la mesa (poner agua, servir el pan, recoger los platos) y, en definitiva, hablar y comunicarse con total normalidad.

En cambio, si desde pequeños están acostumbrados a cenar en «su mesa», «su cuarto de juegos » y «su tele», más adelante no sería sorprendente llevarnos las manos a la cabeza por su conducta introvertida e individualista. Simplemente con la inocente costumbre de cenar desde el sofá viendo series de dibujos animados, por ejemplo. Sin darnos cuenta estaremos formando pequeños individuos que solo buscan su comodidad y confort.

Incluso, desde que son bebés y tienen la edad suficiente para mantenerse en la trona, es muy aconsejable ponerlos a la mesa, si puede ser, sin la bandeja que suele llevar como complemento. Se verán como uno más, y es increíble ver cómo el tiempo pasa tan deprisa, que sin darnos cuenta, estarán en la silla en breve, como el resto de sus hermanos. Para ellos, cenar todos juntos en la misma mesa, será como respirar. Y respirar hogar.

Date una oportunidad y, a los tuyos, y cena hoy en famillia.

Diana Pérez Camarasa. Grupo Attendis

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