Si bien muchos son los conceptos que se aprenden tras un primer hijo, hay muchos otros que no se conocen hasta que no llega el hermanito. Por ejemplo, a gestionar los celos entre los más pequeños de la casa. El mayor ve cómo un nuevo miembro le arrebata el protagonismo, viendo en él un enemigo al que vencer en la lucha por la atención de sus padres, que hasta ahora acaparaba él.
Los celos entre los hermanos son una tónica habitual en las familias, una etapa que aunque difícil, debe afrontarse. Pero, como todo en esta vida, hay una línea entre lo normal y entre lo preocupante ¿Cómo aprender a distinguir entre una situación y otra? Desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, se brindan los siguientes consejos para este fin.
El origen de los celos
AEP destaca que el origen de los celos se origina ante la imaginaria y sentida pérdida de afecto, en especial de la estima de la madre tras la llegada de un hermanito. Son más frecuentes en los primogénitos, cuando hay mucha diferencia de edad entre los hermanos, en niños sobreprotegidos y en hogares con intensa rivalidad entre los parientes adultos.
Estos profesionales destacan que hay algunas circunstancias que pueden favorecer la agudeza de los celos entre hermanos: no tener en cuenta las iniciativas de los mayores en el hogar familiar, no haber desarrollado la autonomía de los hijos, comparaciones con otros niños, cambios bruscos en la actitud de la madre tras el nacimiento de un pequeño o poca preparación para este hecho.
¿Cuándo son normales y cuándo deben causar preocupación? AEP destaca que la presencia de estos síntomas deben invitar tomar medidas:
– Aparición de hostilidad y agresividad hacia el hermano, con golpes, mordiscos, pellizcos, empujones o cualquier maniobra para hacerle daño, sobre todo cuando el pequeño no está acompañado.
– Hostilidad hacia la madre puede manifestarse en forma de desobediencia sistemática, mal humor o frases agresivas. O puede aparecer una agresividad no consciente, con pérdida de control esfínteres, desgana, tics nerviosos, etc
– Cambios de personalidad. Se manifiestan en forma de excesiva adhesión o vigilancia de la madre, aislamiento, hablar poco, o como conductas de regresión e infantilismo tales como solicitar ayuda para comer o para el aseo personal.
¿Qué pueden hacer los padres?
Si bien los celos son inevitables en el seno familiar, al menos en la mayoría de los casos, los padres pueden empezar a preparar el terreno desde que se tiene constancia del embarazo del segundo hijo:
– Antes del nacimiento. Es importante que los padres muestren tranquilidad, casi indiferencia, dando la información necesaria en un clima de calma. Hay que evitar el chantaje emocional. Jamás debe decirse frases como: «Si no te portas bien vamos a querer más al hermanito cuando venga». Es importante vigilar las actuaciones de terceras personas: amigos, abuelos, tíos…
– El nacimiento. No es recomendable llevar al niño fuera de casa los días en torno al nacimiento. De alguna manera es como advertirle de que quien está llegando ya lo echa de casa. Si se necesita ayuda, es mejor que un familiar vaya a la casa.
Y es deseable que, salvo complicaciones, el niño pueda ir al hospital el mismo día del nacimiento para ver al pequeño y a la madre. Sería bueno que fuera el padre quien acompañara al niño en esta visita y que se respetaran unos momentos de intimidad, evitando la presencia de terceras personas.
– La vuelta a casa. Es recomendable que la vuelta a casa se produzca cuando el niño esté fuera (en la escuela o de paseo) y hay que permitirle ver y tocar al pequeño, para así disminuir la ansiedad y la curiosidad. La madre le animará a que, dentro de sus posibilidades, la ayude, pero sin presionarlo. Debe ser como un juego, no como una obligación, y sin culparle si se equivoca.
– Los primeros días. Es muy importante no aprovechar estos días para hacer cambios en la vida del niño. No es el momento de que comience a acudir al colegio o a la guardería, ni de cambiarlo de habitación.
Si las visitas traen regalos para el recién nacido, no es bueno hacer obsequios «de compensación» al mayor. No deja de ser una manera de premiar los sentimientos de celos: «toma, esto para ti, para que no tengas celos».
Damián Montero
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