Dicen que el desayuno es la comida más importante del día y no solo porque ofrezca las energías necesarias para afrontar el resto del día. Sentarse a la mesa también supone la primera oportunidad de socializar junto a la familia en casa. Algo que significa aprovechar beneficios a otros niveles distintos a los nutritivos.
Beneficios que recopila Kellog’s Nutrition y que ponen de manifiesto que no solo se recomienda desayunar todos los días, sino apostar por hacerlo en familia para poder aprovechar todos los beneficios de esta actividad. Una práctica que debe fomentarse en una época donde los ritmos de vida hacen más difícil pasar tiempo juntos.
Desayunar en familia
En este trabajo compuesto de una revisión de 17 estudios realizados en distintos países se ha observado que sentarse en la mesa junto a la familia tres o más veces por semana, incluyendo el desayuno incluido, cuenta con beneficios para los niños. A nivel físico, cumplir con esta rutina hace que:
– Un 24 % más probable que consuman alimentos saludables
– Un 20 % menos probable que consuman alimentos no saludables
– Un 35 % menos probable que padezcan trastornos alimentarios
– Un 12 % menos probable que tengan sobrepeso
Hay que aprovechar que el desayuno es la comida que lleva menos tiempo preparar y consumir. Gracias a ello durante estos momentos es más posible que los miembros del hogar puedan sentarse y hablar sobre cómo les fue la jornada anterior y qué esperan de las mismas. Una fórmula que además ayudará a entrar en el trabajo o en el colegio de forma más alegre.
Entre los beneficios sociológicos merece la pena destacar:
– Desarrollo de las habilidades comunicativas de los niños.
– Se estrechan los lazos familiares, incentivando la comunicación y la confianza entre los miembros del hogar.
– Se aprenden buenos modos en la mesa y otras fórmulas de cortesía.
El buen desayuno
Una vez reconocido el beneficio que puede tener el desayuno en el desarrollo de los niños, toca centrarse en los componentes del mismo. Estos son los ingredientes que debe haber en la primera comida del día:
– Un lácteo: vaso de leche o yogur o queso fresco.
– Un cereal: pan (preferentemente integral), galletas, cereales en copos, etc.
– Fruta: cualquier tipo de fruta natural entera o su zumo.
– Un poco de grasa en el pan: mejor aceite de oliva, aunque también puede ser mantequilla.
– Otros: embutidos bajos en grasa como el jamón y el pavo.
A la hora de inculcar el valor del desayuno en los jóvenes hay que recordar el papel de padres y cuidadores como modelos en relación con los buenos hábitos alimentarios es importante. Ellos también deben cumplir con las normas de esta comida y, en lo posible, compartir mesa con sus hijos.
Hay que intentar que los niños y adolescentes no vayan cortos de sueño y se levanten con tiempo suficiente. Esta comida no requiere mucho tiempo para realizarse y bastará con 10 o 15 minutos. Para acelerar el proceso se pueden dejar cosas preparadas la noche de antes.
Damián Montero
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