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Este es el relato del viaje de una familia española a Ghana, donde conocieron a los dos niños que tienen apadrinados y a toda la comunidad que cuida de ellos. Pero es, ante todo, la historia de cómo ponerse en la piel de los demás nos puede cambiar la vida aunque en apariencia todo siga igual.

Es tan difícil no caer en las redes del consumismo que nos rodea. Es tan difícil vivir centrados en lo que de verdad importa, en la familia, en el compartir que no en el gastar. Es tan difícil enfrentar la Navidad desde esa perspectiva, que a veces nos viene muy bien un aldabonazo que nos devuelva al mejor camino, que nos haga centrar de nuevo la mirada en lo que, aunque ya sabíamos era importante, se había difuminado en las prisas del día a día.

Verdeliss, el nombre que utiliza Estefanía en sus redes sociales, donde cuenta con miles de seguidores, es una madre, una madraza, una buena madre de voz dulce y sonrisa permanente, incansable trabajadora -en casa y en su blog- y sembradora permanente de alegría. Además de sus seis hijos, tiene dos apadrinados a través de World Vision, una ONG de sólida trayectoria con múltiples proyectos en todo el mundo.

De la suma de las dos circunstancias surgió la posibilidad de que Verdeliss viajara a Ghana junto a tres de sus hijos para conocer a sus niños apadrinados y el trabajo que la ONG lleva a cabo en el país.

La ecuación era perfecta pero no habían contado con una variable sorpresa: Verdeliss y su familia iba a recibir muchísimo más de lo que pudieran dar. Y aunque ahora han regresado a su cotidianeidad, algo ha cambiado en sus vidas. Hay un antes y un después. Porque ahora, más que nunca, han comprendido todos ellos qué es lo importante.

Con las precauciones pertinentes y las vacunas necesarias, con cobertura y aún con cierto miedo por lo que pudiera pasar, emprendió rumbo a África y no se arrepiente en absoluto porque, si la experiencia ha sido positiva para su marido y para ella, es aún más llamativo cómo la han tomado sus hijos. Para Estefanía, como los niños viajaban con menos prejuicios, estaban menos ‘contaminados’ y vivieron de una manera preciosa aquella experiencia. «Ha sido una experiencia brutal para ellos y sabemos que no nos hemos equivocado».

La ropa de Laia

Verdeliss en Ghana

Cuando Laia (5 años) llegó a una de las comunidades de ahorro que visitaron en su viaje a Ghana con World Vision y comenzaron a repartir las prendas de ropa que habían llevado para ellos, se quedó impresionada. «Se me quedó grabada su mirada, sus comentarios: ‘Mamá, no tienen ropa, y la que tienen está rota’. Han regresado valorando más lo que tienen, lo que cuestan las cosas».

A Verdeliss le llamó especialmente la atención la manera en la que entendían que basta con lo necesario. Cuando entregaron la ropa y algunos juguetes de sus hijos que habían llevado a África, no se los quitaron de las manos. Al contrario, la comunidad lo guardó adecuadamente para poder repartirlo en función de las necesidades.

No hay nada de mito en esa idea de que viven más felices. El secreto, explica Estefanía, es que «para ellos son más importantes las relaciones humanas». Y están menos atados por las posesiones de modo que tienen menos distracciones respecto a lo que de verdad importa.

Una carta diferente a los Reyes

En casa de Verdeliss no son de mucho pedir. Saben que no necesitan tantos juguetes, que hay quienes lo pasan mal. Pero sus seis hijos son tan niños como todos. Y, ante la avalancha publicitaria que precede a la Navidad, a sus cartas a los Reyes Magos nunca les faltan ideas.

Este año también tienen algunos deseos. Menos, porque desde su viaje a Ghana y ahora que Eric y Nlenye son uno más en la familia, han cambiado la lista de deseos. Ahora piden más para los demás y menos para ellos, porque una de las enseñanzas que se han traído de África es que compartir es el mejor regalo. Piden juegos que puedan compartir, porque allí los hermanos importan más que lo material. Y piden, claro está, para sus apadrinados.

Lo que también ha cambiado es el encabezamiento de esas cartas. Hasta ahora, todos los años, como todos los niños, arrancaban con un tradicional «este año me he portado muy bien», una justificación que parece condición sine qua non para que vengan los Reyes. Pero esta Navidad arrancan con una petición; «que seamos felices, que no nos falte la ilusión y la alegría de estar juntos».

¿Qué es un apadrinamiento?

Un apadrinamiento es una forma de colaboración con aquellos que más lo necesitan. World Vision utiliza este sistema que nos permite establecer un mayor vínculo con los proyectos con los que trabajamos. El apadrinamiento es una forma de solidaridad de doble vía: porque a través del lazo que los padrinos construyen con sus niños apadrinados, se acercan a otras realidades y conocen las causas de la pobreza.

– Las donaciones de los padrinos se destinan a financiar los proyectos de desarrollo, que benefician tanto a los niños como a sus familias.

– Estos fondos permiten a la ONG actuar de una forma solidaria y llevar ayuda humanitaria a todas las familias y niños por igual.

– En cada país las necesidades son diferentes, pero siempre llevan a cabo actividades en áreas fundamentales: educación, nutrición, salud, incremento de los ingresos familiares y capacitación de las comunidades.

– Las familias de los niños conocen el funcionamiento del apadrinamiento y se involucran de forma activa: haciendo fotos de los niños, escribiendo cartas a los padrinos y en las actividades de los proyectos.

– Los padrinos en España reciben tanto del progreso particular del niño o niña que apadrinan como del proyecto de desarrollo que se realiza en la población del niño.

Con su donativo, se ayuda a largo plazo a una comunidad concreta, la familia a la que apoyan y sobre todo a su niño apadrinado.

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