Un correcto descanso requiere un colchón de calidad, que se adapte al cuerpo, con una dureza moderara y que sea homogéneo, sin hundimientos. Su buen mantenimiento es la clave para alargar su vida útil y no padecer problemas de espalda o despertarte sin energía.
La elección de un buen colchón se aplica tanto a los mayores como a los niños. En este segundo caso se recomienda una firmeza media, materiales hipoalergénicos y transpirabilidad.
Cómo cuidar tu colchón
Uno de los aspectos clave en el mantenimiento de un colchón, especialmente de los de uso infantil es proteger la superficie. En este sentido, Clara Muñoz, creadora del portal encuentracolchon.com recomienda usar un cubrecolchones o funda para protegerlo. «De esta forma» explica, «además de prevenir las manchas sobre el colchón, nos resultará mucho más fácil de limpiar al poder meter la funda directamente en la lavadora».
Es muy recomendable e higiénico dejar que el colchón se ventile después de usarlo. Las prisas por la mañana a veces provocan que tengamos que hacer la cama rápidamente pero lo ideal es dejar que se airee al menos 15 minutos antes de cubrirlo de nuevo. Por la noche niños y adultos sudamos y es importante dejar un margen para eliminar la humedad.
Hay que tener en cuenta una serie de precauciones antes de comprar el colchón. La primera es, sin duda, probarlo. Dedicad unos segundos toda la familia a acostaros cada uno en su colchón y comprobad que mantiene el peso de forma adecuada. A la hora de hacer la compra asegúrate también que encaja con la base sobre la que va a colocarse. Esta también es responsable de su buen mantenimiento pues cada tipo de colchón necesita reposar sobre una base diferente.
Otra cosa que puedes hacer es darle la vuelta de forma periódica para evitar que se deforme o aparezcan huecos. ¿Cada cuánto tiempo? Los expertos recomiendan unos tres meses con el fin de repartir el peso. Y otra cosa fundamental: ¡evita que los niños salten sobre el colchón!
Sé consciente de que no existe un colchón perfecto para todo el mundo, dormir bien supone dar con el compañero de sueño perfecto. Fíjate en aspectos como la forma de tu espalda, posibles lesiones, sudoración, si duermes solo o acompañado y si te mueves mucho durante la noche.
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