Tomar la decisión de poner fin a una relación afectiva con un divorcio, máxime cuando hay hijos implicados, es seguramente una de las más complejas de la vida de cualquier persona. Especialmente cuando la pareja o el matrimonio tienen descendencia común, se multiplican las dudas, los temores y la incertidumbre ante la idea de que los niños se vean afectados negativamente por el cambio familiar que supone el divorcio.
Resulta evidente que cuando cesa la convivencia entre los padres, dando comienzo a una nueva vida por separado, la familia al completo atraviesa una serie de cambios que no tienen por qué ser traumáticos para los menores si hacemos bien las cosas. Lo importante es cómo los adultos gestionan este tránsito hacia la separación o el divorcio de forma que los niños perciban que sus padres están tranquilos y que todo va a salir bien.
Para ello es crucial la comunicación entre los padres, y entre estos y los hijos menores, para que estos últimos entiendan lo que está sucediendo durante el divorcio y no den rienda suelta a su imaginación. La ausencia de información y respuestas pueden convertirse para los niños y adolescentes en una fuente inagotable de miedos injustificados.
Consejos para comunicar el divorcio a los hijos
El mejor consejo para los padres y madres que busquen el momento y el lugar idóneos para comunicar conjuntamente la decisión del divorcio a sus hijos y, si lo necesitan, acudan previamente a un psicólogo infantil que pueda guiarles en este proceso. Muchos rehúyen esta conversación por no saber afrontarla, o la llevan a cabo de forma independiente. Es importante que los niños reciban de ambos el mismo mensaje de la separación o el divorcio.
Es muy importante encontrar un ambiente relajado y distendido, sin las prisas propias del día a día, por ejemplo, el fin de semana. También es necesario adaptar el lenguaje a la edad y la personalidad de los hijos para que esta charla familiar resulte comprensible y clarificadora para todos ellos. Si las edades son muy diferentes, quizá convenga tener varias conversaciones por separado, primero con los más mayores, para que estos también sirvan de apoyo a los más pequeños de la casa.
Los niños son como una antena portátil, captan mucho más de lo que nos imaginamos y, casi seguro, ellos ya percibían desde hace tiempo que algo no iba del todo bien entre sus padres, por lo que recibir la noticia del divorcio pone punto y final también a sus dudas e inquietudes. También son esponjas, por lo que se deberá evitar a toda costa cualquier tipo de discusión entre los adultos en su presencia.
Lógicamente cualquier niño o niña desea que sus padres estén juntos, pero no menos cierto es que hay crisis de pareja y matrimoniales que, prolongadas en el tiempo, conllevan un mal ambiente familiar que también puede llegar a perjudicar al desarrollo personal de los menores. Es por ello que los propios adultos deben entender su separación o divorcio como un necesario cambio personal que traerá consigo una nueva oportunidad de ser felices, pero no como un fracaso, puesto que el proyecto familiar más importante de sus vidas (los hijos) continuará hacia delante.
Una vez comunicada a los hijos la noticia del divorcio, es importante continuar trabajando esta situación de cambio familiar, puesto que la mera información no es suficiente como para garantizar la correcta adaptación de los niños. Es muy importante ofrecer seguridad, organización y buen ambiente, acompañándolos en este proceso durante el cual deben saber y sentir «que todo va a salir bien» y que sus padres les quieren y van a estar junto a ellos.
En esta etapa debemos estar muy pendientes de los cambios conductuales de los niños para poder detectar cualquier anomalía o alteración en sus estados anímicos o su comportamiento, por ejemplo, en el colegio.
En manos de un abogado de familia
Paralelamente a lo anterior, aconsejo que los padres se pongan en manos de un abogado de familia que les ayude a gestionar su separación o divorcio de la forma más amistosa y ágil posible. Es muy recomendable dejar las conversaciones sobre el divorcio fuera del ambiente familiar, donde los niños deben percibir seguridad y armonía, evitando siempre las confrontaciones delante de los hijos.
Por supuesto, los adultos deberán dejar a los niños al margen de sus cuestiones personales y de los entresijos del propio proceso judicial de separación o divorcio, puesto que, desgraciadamente, en demasiadas ocasiones los menores acaban implicados negativamente en el procedimiento contencioso, siendo utilizados como monedas de cambio, mensajeros o meros instrumentos para conseguir intereses ajenos a su bienestar.
Los padres tienen la obligación de velar por el interés de sus hijos menores, facilitando el diálogo y buscado soluciones que se adapten de la forma más adecuada posible al modelo familiar, dejando a un lado cualquier tipo de rencilla entre ellos. Como siempre decimos en Vestalia Abogados de Familia, los niños siempre lo primero.
Delia Rodríguez. CEO – Socia fundadora de Vestalia Abogados de Familia
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