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La tribu en la crianza, un apoyo que conviene recuperar

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En un mundo cada vez más conectado, pero también más solitario, la necesidad de una tribu o una comunidad para criar a los hijos resurge como un concepto fundamental que merece nuestra atención y reflexión. Desde tiempos inmemoriales, las culturas han reconocido que criar a un niño es una empresa que involucra a toda la familia, cercana y extensa, y también a la comunidad.

Sin embargo, en la era contemporánea, esta noción de tribu ha ido perdiendo terreno, dejando un vacío que puede afectar profundamente al desarrollo de las futuras generaciones.

De hecho, la vida en las grandes ciudades ha propiciado que las familias vivan lejos unas de otras. De manera que es habitual que la residencia de tus padres o suegros, tus primos o amigos de toda la vida esté en barrios o zonas distantes a más de media hora o una una hora en coche o transporte público. Esto impide que otras mujeres del entorno de la futura mamá embarazada, por ejemplo, puedan compartir el precioso periodo del embarazo o los primeros meses de la crianza de su nuevo bebé.

Beneficios de la tribu en la crianza

La idea de la tribu como una red de apoyo para la crianza de los hijos se remonta a las sociedades más antiguas, donde la crianza en grupo era la norma. En estas culturas, los niños crecían rodeados de parientes, vecinos y miembros de la comunidad que compartían la responsabilidad de su cuidado, educación y socialización. Esta estructura proporcionaba una red de seguridad y apoyo emocional tanto para los niños como para los padres.

Uno de los principales beneficios de la tribu en la crianza radica en la diversidad de perspectivas y habilidades que aporta a la experiencia de criar a un niño. Mientras que los padres pueden ofrecer amor incondicional y valores fundamentales, otros miembros de la tribu pueden contribuir con conocimientos especializados, paciencia y otros modelos de comportamiento.

Además, la presencia de una tribu proporciona un sistema de apoyo invaluable para los padres, que pueden encontrar consuelo y orientación en momentos de duda o dificultad. Esta red de apoyo reduce el estrés parental y fomenta un sentido de pertenencia.

La carencia de tribu en la sociedad moderna

En contraste con las prácticas tradicionales de crianza, la sociedad moderna ha experimentado un alejamiento gradual de la estructura de la tribu. Factores como la movilidad geográfica, la fragmentación familiar y el individualismo han contribuido a esta transformación. En muchos casos, los padres se encuentran solos en la crianza de sus hijos, sin el apoyo que ofrecía la tribu en generaciones pasadas.

Para paliar, en parte, las consecuencias que tiene enfrentarse al embarazo o a la crianza del bebé en solitario, han surgido los grupos de preparación al parto, las clases de ejercicios en pareja, los grupos de lactancia materna… destinados a proporcionar información y apoyo emocional a los padres primerizos. Esta creación de redes de apoyo es muy beneficiosa porque implica la participación activa en grupos y el fortalecimiento de vínculos familiares.

Asimismo, es importante que los padres reconozcan la necesidad de buscar ayuda y apoyo cuando sea necesario, sin temor al estigma o a la percepción de debilidad. Al colaborar con otras familias y compartir recursos, los padres pueden encontrar un entorno más enriquecedor para la crianza de sus hijos.

La reconexión con el espíritu de la tribu no solo enriquece nuestras vidas individuales, sino que también fortalece el tejido social. Al reconocer y valorar la importancia de la tribu en la crianza, los niños también encontrarán un espacio social beneficioso donde pueden crecer y prosperar.

Ideas para recuperar los beneficios de la tribu en la crianza

Recuperar los beneficios de la crianza en tribu en el mundo contemporáneo puede ser un reto, pero hay varias cosas que podemos hacer para experimentar ese sentido de pertenencia a un grupo:

Una de ellas es participar en eventos sociales, grupos de juego para niños, actividades escolares y programas extracurriculares para establecer relaciones con otros padres y familias.

También podemos tomar la iniciativa y formar grupos de apoyo para padres a través de las escuelas infantiles o los colegios para compartir experiencias, consejos y recursos. Se pueden organizar reuniones semanales o mensuales para hablar de temas relacionados con la crianza y compartir experiencias.

Otra idea es conectar con los vecinos, ahora que han crecido las urbanizaciones cerradas, y establecer relaciones de confianza entre padres y amigos. Organizar actividades vecinales y estar dispuesto a ayudarse mutuamente puede fortalecer los lazos comunitarios y crear un entorno de apoyo para la crianza.

Aprovechar las plataformas digitales y las redes sociales de manera constructiva puede ser beneficioso también. Participar en grupos de padres, foros de crianza y comunidades virtuales puede brindar oportunidades para compartir experiencias, obtener consejos y encontrar apoyo emocional.

Fomentar la cercanía con familiares y amigos organizando comidas o meriendas durante los fines de semana también puede ser muy positivo en la crianza de los hijos. Fomentar relaciones sólidas con abuelos, tíos, primos y amigos cercanos puede proporcionar a los niños otros modelos de comportamiento y ofrecer a los padres el apoyo que necesitan. Y es que cultivar una cultura de solidaridad y empatía en la familia es esencial porque alenta la compasión, el apoyo mutuo y la inclusión.

No obstante, también es esencial reconocer la importancia de buscar ayuda profesional cuando sea necesario para el bienestar de la familia. Consultar a pediatras, psicólogos infantiles, terapeutas familiares y otros profesionales puede proporcionar orientación y apoyo en momentos de dificultad.

Marisol Nuevo Espín

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