El embarazo es una etapa bastante complicada y en la que hay que velar por la salud de dos personas: la madre y el niño que está en camino. Del estado de la mujer durante la gestación dependerá la integridad del bebé, tanto a la hora de nacer como durante este proceso. Si la mamá se cuida, su hijo se lo agradecerá en un futuro, por el contrario si no tiene en cuenta estos puntos es posible que aparezca algún que otro problema.
Por ejemplo, los niños tienen una alta probabilidad de desarrollar epilepsia si sus madres presentaban obesidad al principio del embarazo. Así lo ha determinado un estudio de la unidad pediátrica del Salud Mount Sinai de Nueva York, en donde se advierte a las mujeres que estén pensando tener un hijo que deben velar por mantener un peso adecuado tanto por su salud, como para del bebé en camino.
Más peso, más riesgo
Los investigadores desarrollaron su investigación atendiendo a los datos de 1.4 millones de bebés nacidos entre 1997 y 2011. A todos estos niños se les realizó un seguimiento en el que se comparó el peso de la madre al principio y durante el embarazo, y si estos habían desarrollado epilepsia en algún momento desde su alumbramiento hasta cumplir los 16 años.
De todos estos niños, un total de 7.500 casos fueron diagnosticados de epilepsia a lo largo de su vida. Comparando los datos del peso de la madre con el desarrollo de este problema, los investigadores comprobaron que aquellas mujeres que tenían un Índice de Masa Corporal, IMC, superior al recomendado eran quienes más habían parido a niños que posteriormente habían tenido este problema de salud.
Concretamente los investigadores encontraron que la posibilidad de que un niño desarrollara epilepsia era proporcional al IMC superior la madre alrededor de las 14 semanas de embarazo. A mayor peso en la madre, más probabilidad de padecer esta enfermedad tiene:
– Un aumento en el riesgo de un 11 por ciento con el sobrepeso (IMC de 25 a 29.9).
– Un aumento en el riesgo de un 20 por ciento con la obesidad de grado I (IMC de 30 a 34.9).
– Un aumento en el riesgo de un 30 por ciento con la obesidad de grado II (IMC de 35 a 39.9).
– Un aumento en el riesgo de un 82 por ciento con la obesidad de grado III (IMC más de 40).
Ejercicio en el embarazo
Una de las mejores formas de prevenir la obesidad, junto con una excelente dieta, es la práctica de ejercicio. Concretar unas rutinas habituales durante la gestación con el ginecólogo es una buena idea ya que además de mantener un correcto IMC, la madre obtiene todos estos beneficios:
1. Aliviar las molestias que se derivan del crecimiento del bebé. A medida que el bebé va ganando peso, la espalda de la mujer se ve obligada a soportar esos kilos extra y el deporte específico ayuda a cuidar su espalda y fortalecer la musculatura de todo el cuerpo.
2. Ayuda a que a la madre descanse mejor
3. Reduce el riesgo de depresión gestacional o postparto
4. Ayuda a controlar el peso durante el embarazo
5. Reduce el riesgo de padecer enfermedades como hipertensión, diabetes o de sufrir un parto prematuro debido a la obesidad o el aumento de peso excesivo durante esa etapa.
Damián Montero
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