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El metabolismo de la madre, no el tamaño del canal del nacimiento, es lo que limita la duración del embarazo

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MADRID, 28 Agosto

Una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Rhode Island, sugiere que la duración de la gestación humana está limitada principalmente por el metabolismo de la madre, y no por el tamaño del canal del parto.

La investigación, publicada en ‘PNAS’, desafía la noción largamente sostenida de una compensación evolutiva entre el parto y una pelvis adaptada para caminar erguidas.

Dos rasgos que distinguen los seres humanos de otros primates -el tamaño del cerebro y la capacidad para caminar erguidos- podrían estar en contradicción a la hora de dar a luz. Los cerebros grandes y las cabezas que los contienen, encuentran dificultades a la hora de pasar por el canal del parto humano, y una pelvis más ancha podría comprometer el caminar bípedo.

Los científicos han postulado que la solución a este problema, que se conoce como el «dilema obstétrico», fue acortar la duración de la gestación para que los bebés nacieran antes de tener cabezas demasiado grandes. Como resultado, los bebés humanos son relativamente impotentes, y aparentemente poco desarrollados, en términos del sistema motor y la capacidad cognitiva, en comparación con otros primates.

«Todos estos fenómenos fascinantes de la evolución humana, el bipedalismo, la dificultad del parto, las amplias caderas femeninas, los cerebros grandes, y los bebés relativamente indefensos- han estado tradicionalmente ligados con el dilema obstétrico», afirma Holly Dunsworth, antropóloga en Universidad de Rhode Island, y coautora de la investigación.

El primer problema con la teoría tradicional es que no hay ninguna evidencia de que si las caderas de las mujeres fueran lo suficientemente anchas como para dar a luz a un bebé más desarrollado, esto sería un perjuicio para caminar, señala Dunsworth.

ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD

La coautora Anna Warrener, investigadora en la Universidad de Harvard, estudió cómo afecta la amplitud de las caderas en la locomoción, con mujeres en cintas de correr, observando que no hay una correlación entre unas caderas más anchas, y una locomoción disminuida. Posteriormente, Dunsworth buscó evidencias de la duración del embarazo humano se reduce en comparación con otros primates y mamíferos. Según la investigadora, «teniendo en cuenta el tamaño del cuerpo de la madre, la gestación humana es un poco más larga en comparación con otros primates, y no más corta; además, en comparación, los bebés son un poco más grandes de lo esperado, y no más pequeños».

Debido a que el tamaño del cuerpo es un buen indicador de la tasa metabólica de un animal, Dunsworth comenzó a preguntarse si el metabolismo podría ofrecer una mejor explicación para las características del nacimiento humano. Para investigar esta posibilidad, las investigadoras contaron con la ayuda de Peter Ellison, de la Universidad de Harvard y Herman Pontzer, del Hunter College, en Nueva York, dos expertos en fisiología humana y energética. A partir del trabajo previo de Ellison sobre el embarazo y el parto humano, los investigadores desarrollaron una nueva hipótesis sobre el nacimiento humano llamada EGG (siglas en inglés de energética, gestación y crecimiento).

«Según la hipótesis EGG, los bebés nacen cuando nacen porque la madre no puede aportar más energía al crecimiento fetal», explica Dunsworth, por lo cual, «la energía de la madre es la principal limitación evolutiva, y no sus caderas».

Utilizando los datos metabólicos en las mujeres embarazadas, los investigadores han demostrado que las mujeres dan a luz justo cuando están a punto de cruzar una zona de peligro metabólico. «Hay un límite en el número de calorías que nuestro cuerpo puede quemar cada día», explica Pontzer. Según el investigador, «durante el embarazo, las mujeres que se acercan a su límite energético, dan a luz justo antes de llegar a él».

Estas limitaciones metabólicas ayudan a explicar por qué los bebés humanos son tan indefensos, en comparación con nuestros parientes primates, como los chimpancés. Un bebé chimpancé comienza a gatear al mes, mientras que los bebés humanos no lo hacen hasta los siete meses. Para que un ser humano diese a luz a un recién nacido con el mismo nivel de desarrollo que el chimpancé, se necesitaría un período de gestación de 16 meses, lo cual llevaría a las madres mucho más allá de sus límites energéticos. De hecho, incluso un mes más de gestación podría cruzar la zona de peligro metabólico, según los investigadores.

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