«Cuando seas madre…». La expresión que toda persona ha escuchado en su juventud seguida de múltiples frases como «lo entenderás», «ya lo verás», «cambiarás de opinión» y un largo etcétera no podía tener más razón. Ser madre (y padre) cambia la vida por completo, y uno de los aspectos en los que más se nota es en esas pequeñas cosas que antes te perturbaban… y a las que ahora estás totalmente acostumbrada.
Es muy posible que antes de que tuvieras a tu primer hijo, a no ser que te hubieras criado en una familia con muchos miembros, no te hubieras tenido que enfrentar a ciertas situaciones del día a día de la maternidad que ponen a prueba tu sentimiento del asco… aquí algunas de ellas.
Cosas que dejan de darte asco cuando eres madre
1.- Los mocos de otra persona. Y aspirarlos. Tu bebé se resfría, tiene mocos… y aún es muy pequeño para sonarse la nariz, ¿qué hacer? Aspirarlos, por supuesto. Probablemente nunca te habías planteado la posibilidad de aspirar los mocos de otra persona hasta este momento… pero es imposible que te dé asco, ¡son de tu bebé!
2.- Limpiar deposiciones… y analizarlas. Todos sabemos que los bebés hacen cacas, y que hay que limpiárselas. Te preparas para esto pero llega el siguiente nivel: analizar sus heces. Porque hace falta que te fijes en la frecuencia, en el color, la consistencia… ¿asco? ¿Qué es eso?
3.- Vómitos. Comienzan cuando son bebés con pequeñas y muy frecuentes bocanadas compuestas principalmente de leche materna* pero van creciendo y, aunque la frecuencia se hace menor, cuando llega el vómito puede contener casi cualquier cosa. Y te toca limpiarlo.
4.- Comida masticada. «Vaya, ¿qué es eso que hay en el suelo…?» Efectivamente, un trozo de manzana masticada, o de carne, o de a saber qué comida que se le ha caído a tu pequeño.
5.- Poner crema en el culito del niño. Los culitos de los niños muchas veces sufren, sobre todo cuando aún llevan pañal… y toca ponerles cremita ahí mismo.
6.- Estar en el extremo receptor de los estornudos, la tos, y otras excreciones corporales de los niños. Si un extraño tose en el tren con la mala educación de no taparse, te horrorizas. Pero lo hace tu pequeño… y sólo puedes limpiarte (y enseñarle cómo hacerlo la próxima vez, claro). Llega el momento de no poder salir de casa sin un paquete de toallitas para imprevistos de est tipo.
7.- Jugar a médicos, sin jugar. ¿Eres aprensivo y te da miedo la sangre? Prepárate, porque ha llegado el momento de adaptarte y convertir tu casa en una pequeña ambulancia con todo lo necesario, especialmente para las heridas sangrientas cuando caigan mientras juegan en el parque.
Ángela R. Bonachera