El mundo que les ha tocado vivir a nuestros hijos es muy diferente del nuestro. No es mejor ni peor, es, sencillamente, distinto. Mundos distintos reclaman maneras diferentes de pensar y de actuar, y es ahí donde encaja el concepto del trabajo colaborativo, también llamado Trabajo por Proyectos.
Las nuevas generaciones tienen la posibilidad de consultar una cantidad enorme de información, y no solo eso, pueden y saben hacerlo con una rapidez que a nosotros nos resulta asombrosa. Ese torrente informativo puedes ser positivo siempre que ellos tengan criterio y espíritu. Los padres y profesores tenemos que enseñarles a decidir qué información necesitan y cuáles son las fuentes fiables para obtenerla.
Objetivos del Trabajo por Proyectos
El Trabajo por Proyectos busca, en gran medida, preparar a los alumnos para ser capaces de tomar decisiones dentro y fuera del aula, pretende despertar todas las habilidades del alumno para la vida real.
Esta gran aldea global reclama profesionales resolutivos y con capacidad de iniciativa, cualidades que podemos desarrollar desde la edad más temprana con el trabajo colaborativo. El aprendizaje colaborativo no excluye la enseñanza tradicional, sino que le añade un factor más práctico. No se trata solamente de adquirir determinados conocimientos puramente académicos y demostrar en un examen lo que se ha aprendido en cada materia. Esta nueva metodología busca un enfoque interdisciplinar.
En el Trabajo por Proyectos el alumno debe poner en juego lo adquirido en cada una de las asignaturas, junto con todas las habilidades que sea capaz de reunir, para llegar al objetivo final. Y todo esto en un ambiente de autoexigencia y de confianza, donde no puede quedar olvidada la diversión, porque trabajar es divertido.
Beneficos del Trabajo por Proyectos
Esta nueva faceta de la enseñanza resulta muy enriquecedora para el alumno. En cada uno de los grupos de trabajo todos ponen a disposición del otro sus capacidades. Es una ocasión estupenda para desarrollar las múltiples inteligencias de cada uno, ya que en este tipo de reto no solo se pone en juego la académica. Puede que un alumno sea académicamente brillante, pero otro tiene más capacidad para organizar, otro para tomar decisiones, otro para crear ideas nuevas… Todos se sienten útiles porque todos aportan algo, de ahí puede surgir un indiscutible factor de automotivación. El papel del profesor es aquí vital, y no solo como orientador y moderador, también como descubridor de nuevas facetas del alumno.
Para comenzar a trabajar el profesor propone un reto de la vida real, con consecuencias tangibles en el entorno del alumno: organizar una recogida de alimentos en la comunidad educativa durante el curso, grabar una serie de programas de radio con los mayores de una residencia, organizar un cross solidario implicando al barrio o al municipio.
Primero viene la fase de conciencia e investigación: ¿Quién necesita alimentos? ¿Cómo se los podemos hacer llegar? ¿Qué tipo de alimentos son los más básicos? ¿Cuáles no se estropean con facilidad?; ¿qué secciones tiene un programa de radio? ¿Qué medios necesitamos para grabarlo? ¿Cómo es el lenguaje radiofónico? ¿Cómo recogemos los fondos en el cross? ¿A qué ONG van a ir destinados? ¿Es necesaria la colaboración de las autoridades en un evento semejante? El alumno parte de sus conocimientos previos, y con la ayuda de los profesores, de todos, porque ya se ve que el reto afecta a todas las disciplinas, va planteándose nuevas dudas y buscando posibles soluciones.
Una vez terminada la fase de investigación, los alumnos tendrán que dividir el trabajo y comenzar a organizarse: diseñar un plan de marketing para concienciar e implicar a la comunidad educativa en la recogida de víveres, escribir los guiones de cada una de las secciones del programa de radio o buscar el mejor recorrido para la carrera. Y aquí entran en juego las múltiples habilidades de la persona: organizarse, ponerse de acuerdo, negociar… Es bastante parecido a un trabajo en una empresa e implica el compromiso de los alumnos. Si uno no hace su parte, habrá consecuencias reales en la realización del proyecto, igual que en el mundo laboral. Al fin y al cabo, el colegio es una escuela de vida y en ella tratamos de preparar a nuestros alumnos para la vida real.
La realización del proyecto final es sin duda la más lúcida y la más breve; semanas de trabajo que dan como fruto un resultado final que puede medirse fácilmente en minutos. Con esto también acercamos a los alumnos al mundo en el que han de vivir y trabajar, porque así es en la mayoría de las profesiones. El control de los nervios y el estrés en esta última fase es también un elemento importante en el proceso de aprendizaje que no puede desdeñarse. La velocidad de la vida diaria es evidente y sería bueno que aprendieran a conocerse y a gestionar sus emociones desde jóvenes.
El Trabajo por Proyectos para los profesores
Desde el punto de vista del docente, el trabajo colaborativo supone un desafío. El profesor tiene que coordinarse con el resto de compañeros para apoyar al alumnado en cada una de las fases y estudiar las posibilidades que ofrece la disciplina que imparte dentro del proyecto final. Implica una carga de trabajo extra, pero también una motivación: sus alumnos podrán comprobar las aplicaciones reales de lo que han aprendido en sus clases. Además, podrá trabajar con ellos de forma mucho más directa y personalizada.
También desde casa podemos involucrarnos en el proyecto en el que nuestro hijo esté trabajando en ese momento. Pedirle que nos lo explique ayudará a que él mismo ordene sus ideas. Podemos, además, facilitarle contactos, puntos de información o colaborar directamente en el desarrollo del proyecto, pero siempre dando herramientas, son ellos los que han de resolver cada uno de los problemas que vayan surgiendo. En el Trabajo por Proyectos todos colaboran, todos se involucran y todos son importantes, porque, como en la vida, todos tienen algo que aportar.
María del Carmen López Cebrián. Departamento de Lengua y Literatura. Colegio Orvalle
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