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La tecnología en la Educación: 4 retos para seguir avanzando

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El estado de alarma ha cambiado la vida social de las familias, y está afectando de lleno a la educación, con clases online y examenes con cámara y en remoto, y como no también a la economía. La revolución tecnológica a la que asistimos será tan importante como lo fue la revolución industrial y ahora en plena pandemia de coronavirus la tecnología en la Educación es más necesaria que nunca.

El reto digital de la aplicación de las nuevas tecnologías en la educación es ya una necesidad y eso requiere un esfuerzo por parte de todos. Y este esfuerzo es extraordinariamente necesario para que nadie se quede atrás, ni estudiantes, ni padres, ni familias… el trabajo a realizar depende de todos.

4 retos tecnológicos para seguir avanzando en la Educación

Analizando esta nueva realidad a la que nos enfrentamos padres, educadores y alumnos, hemos detectado cuatro retos para adaptar la tecnología en la educación para seguir avanzando:

Cambio de paradigma en el aprendizaje

Los estudiantes tienen que aprender a trabajar con los nuevos métodos y las nuevas tecnologías. El mayor de los retos estriba en que el material que manejan ya no está sistematizado, albergado todo junto en un mismo libro. Tienen que localizarlo de diversas fuentes y ahí radica el reto.Aspiazu explica que «los niños necesitan investigar bibliográficamente. Si no, no aprenden a encontrar las fuentes válidas y a saber intercalar información de varias fuentes. No son capaces de diferenciar una buena fuente de una mala». En este sentido, apunta la necesidad de enseñar a los alumnos recursos adecuados a su edad y capacidad en los que se tenga certeza del valor del contenido, como Google Académico o Dialnet para la búsqueda de ensayos científicos acreditados.

Como la información está tan atomizada, los alumnos tienen que desarrollar una mayor capacidad de síntesis para recolocar todos esos elementos. Para eso disponen de herramientas digitales adecuadas pero necesitan, sobre todo, organizar los conocimientos en su cabeza.

Hay un último elemento clave: la comprensión por parte de los padres del cambio en el modelo de estudio. Si un alumno, bajo la indicación de su profesor, dedica la tarde a ver una serie de vídeos de Youtube y después a meterse en unas páginas web dinámicas para hacer unos ejercicios, no puede recibir la crítica de sus padres con frases como «Eso no es estudiar» o «En mi infancia sí que estudiábamos». Desacreditar el método de estudio de los hijos es grave tanto para su autoestima como para su motivación. Los padres necesitamos estar bien preparados, formarnos con literatura de referencia en la materia, interesarnos por el mundo en el que se desarrollan nuestros hijos, preguntar las dudas a nuestros referentes en el colegio y avanzar juntos.

Capacidad de atención

Hay un problema común en el uso de nuevas tecnologías que está afectando por igual a niños, adolescentes, jóvenes y adultos, un problema que tiene, además, enorme trascendencia en la configuración de la familia. Se trata del llamado ‘fenómeno multitarea’, es decir, la capacidad que ofrecen las Nuevas Tecnologías para saltar de un campo de acción a otro y cómo, en la virtud está el vicio de perder la concentración constantemente y dejar tareas a medio camino.

César Prieto ya tiene experiencia en este tema, que es una de las preocupaciones que más expresan los padres. Comprueban cómo sus hijos se sientan a estudiar con su tableta con buena voluntad pero, pasados unos minutos, caen en el error de navegar un rato por Internet, engancharse con algún juego o chatear con los amigos.

Contra esta actitud tan habitual, el profesor Prieto propone un método, aplicable a cualquier edad, y nos garantiza que funciona: limitar el tiempo disponible para terminar una tarea. Conviene que este hábito se adquiera desde la más tierna infancia. El niño toma conciencia de que solo dispone de veinte minutos, por ejemplo, para terminar las tareas encomendadas en matemáticas. Si, por distracción -que no por un problema de comprensión-, supera ese tiempo, ya no le permitiremos a nuestro hijo que siga trabajando en esa materia. A la mañana siguiente, se tendrá que enfrentar solo al profesor y a la más que probable reprimenda. Eso le llevará a no perder el tiempo al día siguiente.

La otra gran preocupación es que la utilización de las Nuevas Tecnologías permite a los alumnos acceder libremente a todo lo que ofrece Internet. Lo bueno y lo malo. En este sentido, hay posturas encontradas entre quienes plantean un acceso más restringido y quienes consideran que no se le pueden poner ‘puertas al campo’. En cualquier de los supuestos, la clave está en una buena educación para la vida que tenga su paralelismo en la buena educación digital.Ocurre lo mismo con el uso de los chats digitales para hablar con los amigos. La solución para que no chateen no pasa por retirar el ordenador o la tableta, sino en convencer a nuestros hijos de que, de la misma manera que no permitimos que se presenten en casa de un amigo a media tarde e interrumpan su tiempo de estudio, no pueden hacerlo a través de estos nuevos canales. Pero para llegar a este punto, explica Prieto, es necesario que los padres estén muy implicados en la educación.

Fijación de contenidos

Uno de los grandes debates respecto a la llegada de las Nuevas Tecnologías a las aulas radica en si se está perdiendo capacidad de memoria. La neurociencia ha avanzado mucho en el terreno del conocimiento y sabemos que, aunque las nuevas tecnologías nos permiten desarrollar determinadas áreas del cerebro, el aprendizaje necesita de la escritura tradicional en cierta medida. En 2014, dos investigadores de las universidades de Princeton y California demostraron con un ensayo con alumnos que aquellos que tomaban notas a mano y estudiaban con bolígrafo y papel retenían mejor contenidos que los que utilizaban medios digitales.

Sin embargo, hay soluciones para este problema. En palabras de José Pascual, fundador del Instituto Pascal de Técnicas de Estudio, tenemos que aprender a sustituir la memorización tradicional, donde los estudiantes repetían todo como papagayos, por un estudio memorístico de conceptos esenciales. Y esto sí lo hacen bien los estudiantes digitales, que tienen acceso a herramientas muy desarrolladas para elaborar esquemas, mapas conceptuales y mentales, cuadros sinópticos y elementos gráficos.

Además, el entorno digital ofrece unas posibilidades muy ricas a los docentes para controlar mejor tanto los conocimientos como el esfuerzo de los alumnos, puesto que se pueden corregir trabajos a distancia y se conocen con detalle los hábitos de estudio –tiempo dedicado a trabajar, hora de conexión-. Incluso se pueden ir adaptando los contenidos en función de la evolución del estudiante, lo que permite un cierto grado de educación personalizada, explica Nita Aspiazu.

Un último elemento dentro del reto de la fijación de contenidos supone un gran avance en un terreno en el que nuestros sistemas educativos no hacían suficiente hincapié. Las nuevas tecnologías ayudan a los alumnos a preparar exposiciones destinadas al gran público y cambian los modos de defensa de los contenidos, de modo que desarrollan algunas competencias hasta ahora trabajadas de manera insuficiente, como la expresión oral.

Cambio de paradigma de la educación

Los profesores deben adaptarse a este cambio en el sistema de enseñanza que implica la aplicación de las nuevas tecnologías. Será necesario modificar el modelo de enseñanza, para que el profesor sea un guía en el trabajo del alumno, un trabajo que deberá desarrollar con los materiales que previamente haya seleccionado el maestro. 

Esta nueva metodología trae consigo el fin las tradicionales clases magistrales, entendidas como lecciones dictadas por un profesor sin intervención de los alumnos. Probablemente, este método sirva ahora solo para apuntalar los conceptos básicos de la lección tratada, pero el eje del trabajo consistirá una labor de equipo, en pequeños grupos tutelados por el profesor.

María Solano

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