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Tardes de biblioteca: un planazo para inculcar la lectura a los niños

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Hay algo de mágico en las bibliotecas, y de esa magia natural que sienten los más pequeños, es fácil que fructifique, no solo el amor por la lectura, sino la buena costumbre de pasar en ese entorno muchas tardes de su vida. Y solo hay una forma de inculcarles el gusto por las bibliotecas: ir a las bibliotecas. En la mano de los padres está hacer de este plan una costumbre y de la costumbre un hábito que, posiblemente, se mantendrá de por vida.

El mejor momento para iniciar a los hijos en las visitas a la biblioteca es la primera infancia, incluso cuando aún no leen. Los niños se sienten especialmente atraídos por la cantidad de libros que tienen a su alcance. Como al principio solo pueden mirar dibujos, les gustará especialmente tener acceso a muchos volúmenes porque en seguida se les acaban.

Después, tan pronto como empiecen a juntar letras con cierta soltura, completarán el gran descubrimiento de la lectura. La mayoría de los centros tiene espacios adecuados e insonorizados para los más pequeños para que, aunque tengan que guardar silencio, no tengamos que estar constantemente preocupados por molestar a los adultos.

Ideas para frecuentar las bibliotecas con los niños

Pero será esa necesidad de respetar las normas de los adultos uno de los puntos clave para desarrollar la ilusión de los niños: se les trata como a mayores y se espera de ellos que se comporten como mayores. De hecho, en muchos municipios los niños pueden tener su propio carnet infantil de biblioteca. Emular a sus padres y ser «titulares» de una tarjeta con su nombre y apellidos les hará crecer en autoestima.

Aprovechando esta circunstancia, se puede utilizar el ámbito de la biblioteca para desarrollar su responsabilidad. Dado que el libro que se puedan llevar prestado a casa está «a su nombre», tendrán que recordar la fecha de entrega, gestionar los tiempos de lectura e incluso aprender a manejar calendarios y agendas para tomar nota de los plazos.

Elegir qué libros se quieren llevar a casa servirá para desarrollar su capacidad crítica. El criterio va aprendiéndose a medida que se pone en uso. Por eso es importante dejarles «navegar» por los estantes sin demasiados condicionantes cuando no se trata de buscar algo concreto. Harán una primera selección de varios volúmenes y después tendrán que aprender a elegir y descartar. En ocasiones, veremos que se están equivocando con el libro escogido, pero también forma parte de su aprendizaje. Y, poco a poco, ellos solos irán definiendo sus propios gustos e intereses.

Beneficios de las bibliotecas en la educación infantil

El entorno de la biblioteca les ayudará a mejorar su capacidad de concentración. Es muy bueno no ir solo a sacar libros, sino pasar allí un rato de vez en cuando. Si los niños ya tienen deberes, pueden hacerlos allí la tarde elegida y después dedicarse a la lectura. De ese modo, sin prácticamente esfuerzo, irán adquiriendo la disciplina del silencio y aprenderán a pasar tiempos largos en sus sillas. Estos hábitos serán fundamentales cuando vayan creciendo porque les aportarán más técnicas para estudiar.

De hecho, a medida que avanzan en los estudios, la idea de pasar algunas tardes en la biblioteca les servirá para mejorar su rendimiento académico. Es un entorno libre de distracciones que invita especialmente a la concentración. Si los padres aprovechamos esos ratos para leer o trabajar junto a ellos, les iremos marcando también los necesarios ritmos de descanso y acabarán por interiorizarlos.

Cuando ya no tengan edad para que los acompañemos, habrán hecho tan suyo el uso de la biblioteca que les resultará tan natural como su casa. Es una buena medida, no solo por los beneficios en cuanto a disciplina, sino también porque les facilita un espacio adecuado al estudio que pueden no encontrar en casa.

Para los adolescentes y los jóvenes, la biblioteca es también un entorno en el que compaginar sus obligaciones académicas con la interacción con amigos. Además, es un espacio adecuado para la socialización con iguales puesto que el ambiente que se genera en los descansos es propicio para la conversación y, además, aprenden la responsabilidad de personas de su edad, de modo que no la consideran una imposición.

Victoria Molina

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