El sistema educativo de muchos países ha sufrido un duro revés debido a la pandemia de coronavirus. Concretamente, en España, tras el confinamiento de casi diez millones de estudiantes, la necesidad de un cambio para evitar el colapso educativo, es fundamental teniendo en cuenta los posibles rebrotes de la epidemia en los próximos meses.
Entre las opciones planteadas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional está la posibilidad de implementar una educación mixta, es decir, presencial y online al 50 por ciento, en los colegios a fin de evitar el colapso educativo. Sin embargo, según Lourdes Guàrdia y Albert Sangrà, profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, todavía hay que solventar numerosas dificultades, entre ellas la brecha digital y la forma de garantizar la socialización que fomenta la presencia de los escolares en las aulas.
Otras dificultades de tipo económico tienen que ver con la conciliación de la vida familiar y la educativa, con las condiciones laborales del profesorado, y con la construcción de las instalaciones escolares óptimas para grupos de alumnos más reducidos.
Dificultades para evitar el colapso educativo
Respecto a la brecha digital, el profesor Guàrdia afirma que «está claro que existe, tanto desde el punto de vista de acceso por parte de los estudiantes, pero también por parte del centro, ya que es necesario saber con qué tecnologías cuenta para desplegar un sistema educativo en red de calidad».
Guàrdia, que es directora del máster universitario de Educación y TIC (E-learning) de la UOC, indica que no es posible solucionar esa brecha en pocos meses. Según la profesora, «lleva tiempo implementar este cambio, que también es cultural, y no solo pedagógico y tecnológico». Y, aunque puede dotarse a los centros y a las familias de más tecnología, «aprender a usarla con fines educativos no es inmediato; se necesita formación, planificación, liderazgo, capacidad de adaptación al cambio, creatividad…», agrega la experta.
En opinión de Albert Sangrà, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, «para hacer frente a la brecha digital entre el alumnado de la educación española debe trabajarse en la formación intensiva del profesorado, con una mayor equidad que garantice el acceso a internet como un derecho fundamental y a partir del apoyo a las familias, a fin de que dispongan de todos los instrumentos para que sus hijos no queden descolgados del proceso educativo, un esfuerzo que requiere notables inversiones».
El sistema hídribo es más apropiado para cursos superiores
La dificultad de este sistema híbrido aparece al contemplar la edad de los alumnos, ya que está claro que no sería recomendable implementar la misma estrategia en todas las etapas. Así, en las primeras etapas de la formación escolar, muchos aprendizajes se producen «a partir de experiencias educativas más sociales y que requieren cierto contacto físico y de una mayor relación entre alumnado y profesorado. En cambio, en etapas superiores, podrían encontrarse fórmulas de aprendizaje híbrido que funcionaran», añade la experta.
En edades tempranas, recuerda Lourdes Guàrdia, «el profesorado tiene un papel fundamental, es un guía imprescindible que pauta, que ayuda, que anima, que diseña escenarios que favorezcan el aprendizaje*, y con los más pequeños esto no puede sustituirse con la tecnología». Además, resalta, «también el contacto social, el juego, la interacción física, el contacto con el entorno en general, con los compañeros, son vitales en estas edades».
En niveles educativos superiores, este sistema híbrido se adapta mejor. «La tendencia de la educación superior es la de establecer modelos semipresenciales, llevando a la no presencialidad tareas que puedan realizarse de forma autónoma y en colaboración en la red, y a la presencialidad tareas que requieran experimentación, contacto social o profesional, y para temas complejos que sean difíciles de tratar de manera no presencial», asegura Lourdes Guàrdia.
Sin embarbo, el objetivo principal va más allá de expedir títulos y certificados académicos. «Y es por ello que renunciar a esta otra capacidad de la escuela, que da oportunidades para todos por igual, independientemente de su situación personal, contexto familiar, que les forma como personas, en valores, para poder tener una mejor calidad de vida, etc., e implementar un modelo que suponga menos horas en la escuela, les restaría oportunidades, y no sería justo ni conveniente para nuestro futuro», afirma Guàrdia.
¿Cómo debería ser un sistema híbrido?
Una de las observaciones que ha hecho la ministra de Educación, Isabel Celaá, apunta a la necesidad de que esta apuesta educativa recurra a la enseñanza personalizada y la modificación del currículo, esto es, que establezca un nuevo currículo centrado en competencias.
«Si finalmente hay que implementar un sistema híbrido, habrá que revisar el currículo escolar, analizar el perfil de alumnado teniendo en cuenta su contexto familiar y condiciones de estudio en casa o en otros lugares públicos que pueda facilitar la Administración cuando no pueda tener dichas condiciones en casa», apunta Guàrdia.
Para poder llevar a cabo todo esto es necesario que el profesorado esté preparado, y en algunos casos lo está y en otros no lo está suficientemente. «Quizás ahora más que nunca sería una oportunidad para introducir una forma distinta de abordar el currículo, un currículo menos fragmentado, más competencial de lo que es ahora, mediante el desarrollo de proyectos multidisciplinares, pero ello comporta una mayor coordinación entre el profesorado», estima la especialista.
Sin embargo, en los últimos meses muchos profesores han hecho un esfuerzo para empezar a dar clases a distancia mientras estaban confinados y de un modo imprevisto, por lo que necesitarán apoyos para afrontar una posible transición a un modelo mixto o híbrido. «Parte del profesorado manifiesta estos días que está saturado por la carga de trabajo, tangible y emocional, que les ha producido el elevado número de horas que han estado delante de una cámara o respondiendo mensajes de los estudiantes en tiempo real. A muchos les ha dado la sensación de que estaban dedicando 24 horas al día, 7 días a la semana, a atender a su grupo o grupos de clase, y hay que trabajar para que ello no se repita», explica Sangrà.
El catedrático e investigador del grupo EDUL@B de la UOC recuerda que existe el erróneo pensamiento de que la educación en línea es más económica al funcionar con menos recursos, pero no es así. «Si quiere ofrecerse una educación en línea de calidad, o una modalidad en línea en un contexto de presencia discontinua de calidad, hay que asumir determinados costes que son estrictamente necesarios», dice el experto.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Lourdes Guàrdia y Albert Sangrà, profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
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