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Siete trucos para que las mañanas no sean un caos

Siete trucos para que las mañanas no sean un caos

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Agobio, siempre corriendo, perdemos los nervios, gritamos y encima todo sale mal. Si organizamos las mañanas con un poco de antelación, se simplifican.

El problema de las mañanas es que el tiempo es muy justo y cualquier elemento que nos desestabiliza, provoca el caos. Por eso, si seguimos unas sencillas rutinas todos los días, dejaremos las crisis matinales para ocasiones puntuales y la mayoría de los días serán sencillos y amables en nuestra familia.

Es mejor prepararlo todo antes de irse a dormir.

Mochilas, ropa… Así, si falta algo, tenemos tiempo de reacción en vez de ponernos nerviosos por la mañana.

La gestión de la ropa que van a llevar al colegio no es sencilla. Muchas veces nos ocurre que los ritmos de la lavadora y de la plancha hacen que falte alguna prenda por la mañana. Tenemos que pedir a nuestros hijos (a ellos, no debemos hacerlo nosotros) que, cada noche, antes de acostarse, dejen preparado lo que van a ponerse al día siguiente. Si de pronto se dan cuenta de que falta algo imprescindible, tenemos tiempo suficiente para lavarlo y secarlo, plancharlo o localizarlo.

Acostumbrarse a preparar la ropa por las noches les ayudará el resto de su vida. Tendrán que ver el pronóstico del tiempo para elegir la más adecuada y pensar en las actividades previstas para el día siguiente. Así, antes de irse a dormir, habrán hecho un repaso a las previsiones de la jornada que les servirá también para ir mejor preparados.

Es más fácil si nos levantamos un poco antes.

Da mucha pena despertarlos temprano pero más pena da que acabemos todos a gritos porque no llegamos a tiempo.

La realidad es que siempre nos faltan unos poquitos minutos para que todo vaya rodado. No vamos tarde por horas, sino porque un ratito más nos habría bastado. ¿Y no es más sencillo que nos levantemos un poco antes y que nos sobre tiempo por si hay algo extraordinario?

En la cama se está bien, de eso no cabe duda, pero lo difícil es el momento de salir, y ese lo vamos a tener de todas maneras, no se lo vamos a poder ahorrar. Cuando empiezan el día, no les cuesta nada seguir adelante. Y si les sobra un poco de tiempo, pueden leer un rato después de ordenar la habitación. Ver la televisión no es buena idea porque les costará mucho desengancharse y tendremos un nuevo drama fácil de evitar.

Si es acuestan pronto, descansan y madrugan.

La falta de sueño les estropea el carácter y les entorpece las actividades del día porque no se concentran bien.

Es uno de los dramas de nuestro tiempo. Acuciados por las actividades y, demasiadas veces, atrapados en las pantallas por las noches, niños y adultos tienden a dormir menos de lo necesario. La falta de sueño los vuelve irascibles, se enfadan o se entristecen por cualquier cosa y les cuesta mucho más manejar su voluntad.

Si somos muy firmes a la hora de irnos a la cama, sin concesiones, conseguiremos no sólo que las mañanas sean mucho más llevaderas, sino también que se les hagan menos pesados los días porque les será más fácil prestar atención a su trabajo.

La mochila lista y las tareas terminadas.

Les permite comprobar si están preparados para afrontar la jornada y solucionar con tiempo lo que les falta.

Libros, cuadernos, apuntes, todo preparado la noche anterior porque así repasan el horario del día siguiente. Si tienen la desagradable sorpresa de que se les ha olvidado terminar alguna tarea, pueden quedarse despiertos hasta más tarde por la noche para solucionarlo. Pero sin ese tiempo extra, no hay vuelta atrás.

Además, se van a la cama con la idea de lo que tienen que hacer al día siguiente y establecen los buenos propósitos que quieren llevar a cabo. Les sirve también como repaso de todos lo que han logrado ya y examen de conciencia para mejorar lo que no ha salido suficientemente bien.

Un buen desayuno para garantizar la atención.

Aunque les cueste desayunar, su cerebro necesita calorías de calidad para enfrentar el día que tienen por delante.

Hay un gran debate sobre si el desayuno es tan importante como se ha dicho hasta ahora, pero ante la duda, y con las pocas posibilidades que tienen de tomarse algo nutritivo a media mañana, el mejor favor que les podemos hacer es que vayan bien preparados desde casa.

Evitamos la tentación de caer en la opción cómoda y poco saludable de los productos industriales como la bollería, los cereales extremadamente azucarados o los zumos a base de concentrado de néctares de futa. Optamos por proteínas y fibra con carbohidratos saludables como el pan integral.

La habitación, bien ordenada antes de marcharse.

Así, cuando vuelvan del colegio, si han tenido un mal día, aún podrán celebrar que por la mañana todo les salió bien.

La virtud del orden se entrena con repetición y cada día tenemos una nueva oportunidad. Calculamos a qué hora tienen que levantarse para que, además de arreglarse y desayunar, les de tiempo a hacer la cama y dejar todo recogido, sin excusas de última hora. Este hábito que interiorizan de pequeños les acompañará ya toda su vida.

Dejar la habitación ordenada es una manera de demostrarnos desde muy temprano que lideramos nuestra voluntad y tenemos el deseo de hacer las cosas bien. Además, cuando volvemos a entrar en el cuarto después de una jornada llena de altibajos, tenemos la satisfacción de que el día comenzó con el éxito de ese dormitorio perfectamente arreglado y descansaremos mejor.

Damos las gracias por el regalo de este día

Empezar el día como una celebración por la vida, por las oportunidades y por lo que tenemos es garantía de felicidad.

A veces no nos damos cuenta de ser agradecidos con lo que damos por hecho: la comida que siempre hay en el plato o el agua caliente que sale de nuestro grifo. Dedicarle un minuto a un comentario, a una oración, a una acción de gracias mientras nos preparamos para empezar la jornada, los habitúa a reconocer y festejar la alegría de vivir.

Además, podemos aprovechar para plantearnos qué vamos a hacer durante esa jornada, qué cosas sabemos que nos cuestan más y cómo vamos a superar esos obstáculos. Para los católicos, es un momento perfecto para ofrecer todo lo que tenemos por delante y pedir ayuda para tener gracia suficiente para llevarlo a cabo.

María SOLANO ALTABA
Directora de Hacer Familia
Profesora Universidad CEU San Pablo

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