El sector de los videojuegos ha ido ganando terreno con el paso de los años y hoy en día es una de las principales industrias del entretenimiento. Pero no solo eso, cada vez más esta industria es tenida en cuenta para un área tal vez menos conocida pero igualmente interesante: los videojuegos como formación, también conocidos como los serious games, o ‘juegos formativos’, pensados para incluirlos en el proceso de enseñanza o aprendizaje compaginándolos con la diversión.
Esta vertiente ha adquirido gran popularidad en los últimos tiempos, y los videojuegos han sido adoptados por instituciones educativas y empresas para programas de formación. En Europa el fenómeno ha llegado para quedarse y en España ya hay muchas empresas e iniciativas que los utilizan para niños y adultos. Está demostrado que son muy eficaces para el aprendizaje de idiomas o de matemáticas, por ejemplo, o para el desarrollo de competencias de comunicación y liderazgo. También se utilizan en sectores como el científico, el sanitario, el cultural e incluso el urbanístico.
Juegos en museos, en clase o para preparar el MIR
Para comprenderlo mejor, vamos a comentar algunos ejemplos dentro de estos sectores en los que se aplican. En formación, los profesores lo tienen claro y no dejan de innovar. Algunos crean sus propios juegos, otros adaptan los ya existentes. Hay un caso reciente muy bonito, de un profesor que usó la ‘Jenga’ para enseñar sobre el bullying. Por cada ficha que retiraba de la torre, los alumnos tenían que insultar. En pocos insultos, la torre se derrumbaba, igual que haría un ser humano. Y creo que todos estamos de acuerdo en que esta experiencia es mucho mejor que una hora de charla sobre «ser bueno con los compañeros». Es un claro ejemplo de un juego tradicional convertido en ‘serio’.
En el sector sanitario tenemos desde simuladores para el entrenamiento de cirujanos (que tienen una interfaz y un formato muy parecido al de un videojuego), a otro tipo trivial para preparar el MIR o para aprender protocolos concretos. U-tad, sin ir más lejos, ha desarrollado ‘CicerOn: VR speech coach’ una aplicación que, a través de técnicas inmersivas de realidad virtual, permite a las personas con síndrome de Asperger entrenar su interacción con otras personas y superar su fobia a hablar en público. Sin olvidar los juegos pensados para acompañar a los pacientes, como ‘This Dragon Cancer’, que ayuda en el duelo de perder a un hijo por culpa del cáncer. Otros como ‘Remission’, enseñan a visualizar lo que ocurre en el cuerpo de los pacientes durante el tratamiento y así afrontarlo con más fuerza.
Si enfocamos los serious games al mundo de la cultura, vemos que cada vez más museos incorporan rutas «infantiles» a sus recorridos. En forma de pistas y con la idea de resolver un misterio, los niños buscan piezas concretas por las salas y se mantienen entretenidos. ¿Qué ocurre? Que al final los padres también quieren participar. El Museo Británico ha añadido experiencias tipo scape room o juego de pistas para que los adultos exploren los museos con mayor profundidad. Y existen rutas turísticas que también utilizan este tipo de experiencias.
El cerebro aprende con la curiosidad
Existe mucho desconocimiento entre la población que piensa que los serious games son una moda más para entretener dejando a un lado el esfuerzo, cuando la realidad es que lo que hacen es enfocarlo de una manera más correcta.
Imaginemos que, a pesar de estar diseñados para caminar con los pies, la raza humana decidiera que tiene que caminar con las manos. Es algo que sin duda podría conseguirse, pero no sería lo óptimo. Del mismo modo, nuestro cerebro está diseñado para aprender basándose en la curiosidad, en la experimentación y en el ensayo-error, algo que muchas veces no está presente en la educación tradicional. No podemos experimentar porque no hay tiempo ni recursos. No tocamos las cosas, no las probamos, solo las miramos desde lejos. Y por supuesto, fallar es el peor de los males. Cuando aprendemos, los fallos se convierten en suspensos, castigos y reprimendas. ¿Despierta eso nuestra curiosidad? En absoluto.
Los juegos serios son todo lo contrario. Se apoyan en todas las cosas positivas que sí hacen que nuestro cerebro aprenda en condiciones óptimas. Despiertan nuestra curiosidad y luego nos hacen capaces de esforzarnos hasta el infinito por aprender más. En definitiva, de lo que estamos hablando es de que no se note que estamos aprendiendo. La idea es jugar y que, casi de forma subliminal, vayamos adquiriendo los conocimientos. Un ejemplo maravilloso es ‘Dragon Box’, una app para aprender a despejar ecuaciones para niños de ¡5 años! Sí, has leído bien. En sólo una hora de juego, los pequeños ya están trabajando con fórmulas matemáticas sin darse cuenta.
Escuchar decir a alguien que no le gusta jugar a videojuegos es casi como decir que no le gusta leer. Porque la pregunta entonces sería: «¿Qué es lo que no te gusta exactamente: los cómics o las biografías, las novelas de ciencia ficción o las de recreación histórica, las de amor o los thrillers?» Es un ejemplo que se puede aplicar a los serious games: hay de todo y para todos, sólo hay que encontrar el modelo que mejor se adapte a cada uno, y por supuesto, contar con la tecnología necesaria y los expertos para ello.
Actualmente se están haciendo muchas pruebas con nuevas tecnologías. La realidad aumentada permite algunas cosas interesantes, pero es la realidad virtual la que se lleva la palma. Cuando se consiga que esta tecnología sea asimilada de forma masiva, tendremos la suerte de disfrutar de experiencias increíbles. Y para ello es necesario contar con perfiles profesionales formados expresamente para ello, que serán los encargados de convertir la experiencia en un juego, pero sin que se note. Estos profesionales son, por un lado, los llamados game designers, es decir, los responsables de crear el guion, el tipo y las mecánicas de cada juego serio y por otro, los expertos en la creación de entornos en realidades extendidas, así como en su narrativa, entre muchos otros.
En el mercado laboral español, la demanda de este tipo de perfiles está creciendo y evolucionando cada día más, por ser numerosas las aplicaciones y enormes los beneficios de los juegos serios.
Belén Gómez, profesora en el Grado en ‘Diseño de Productos Interactivos’ en el Centro Universitario U-tad.
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