Uno de los problemas más habituales de los niños y adolescentes hoy es que tienen muy poca resistencia a la frustración. Están tan acostumbrados a conseguir lo que quieren a golpe de clic, que les cuesta perseverar cuando todo sale mal.
Desarrollar la paciencia es una virtud imprescindible para que afronten mejor los problemas y para que la vida les sea más llevadera. Por eso debemos animarlos a tener fortaleza incluso en las situaciones más sencillas, porque así estarán bien entrenados para las más complicadas.
1. Un tropiezo o un error son la oportunidad de mejorar
Hay que animarlos a comenzar y recomenzar tantas veces como sea necesario, porque cada vez que empiecen lo harán mejor que la vez anterior. Equivocarse no es un fracaso, sino una oportunidad de aprendizaje y deben volver a intentarlo sin miedo.
2. Paciencia y perseverancia
En la sociedad de la inmediatez, tenemos que trasladarles que muchos aprendizajes requieren de tiempo y algún tropiezo antes de alcanzar la meta. Cometer errores está bien y es completamente normal.
3. A veces, la vida es injusta y el esfuerzo no se reconoce
No todo sale bien, ni todas las personas son justas ni se valora siempre nuestro trabajo. Lo importante es que sean conscientes de su esfuerzo, de su progreso y de su voluntad independientemente de la opinión de los demás.
4. No nos obsesionamos con lo que no podemos controlar
No deben agobiarse por lo que escapa a su control porque no lo van a poder cambiar y no ganan nada preocupándose. Ellos han hecho lo que han podido. Es mejor que se centren en lo que sí pueden hacer y acepten que en algunas situaciones, lo único que se puede hacer es seguir adelante con buena actitud.
5. Lo que toca, toca y lo que pasa, conviene
Ante las contrariedades sobrevenidas, es mejor poner buena cara y pensar que algo bueno se sacará de eso a lo que en el momento no le ven ningún sentido. A veces, lo que parece un problema puede contener un aprendizaje o una nueva oportunidad en el futuro.
6. Cuando volvemos a casa, el amor no depende del éxito
En la familia, los problemas no desaparecen por arte de magia, pero no nos frustran porque sabemos que el amor no depende de cómo nos haya ido el día. En casa, los niños deben sentirse valorados por lo que son, no por lo que logran y saber que son queridos incondicionalmente, les dará la seguridad y la confianza necesaria.