¿Quién no ha tenido que repetir varias veces una frase hasta que nuestro hijo/a nos ha hecho caso? Estimular la capacidad de escucha es fundamental para mejorar la atención y la concentración de los niños.
Y es que puede ocurrir que, en el futuro, nuestros hijos pierdan un gran número de oportunidades de aprendizaje en casa o en el colegio, simplemente por el hecho de no estar escuchando. Diversos profesionales de la educación y de la psicología están estudiando las causas del fracaso escolar en muchos chicos y chicas. Y están llegando a la conclusión de que les cuesta mucho dos capacidades: la atención y la concentración. Algo muy relacionado con el sentido del oído y la actitud de escucha.
Gran parte del aprendizaje en el colegio se realiza a través de la enseñanza oral, y el resto a través de la lectura y del estudio. Esta es una de las razones para dar más importancia a la estimulación auditiva en edades tempranas, de modo que tengan preparados los cauces y los caminos neuronales que permiten la entrada de información.
Veladas musicales
Algo que favorece la concentración es sin duda una adecuada estimulación auditiva. Para ello, podemos realizar con los niños diversas actividades que les ayuden: la música, por ejemplo, es una buena manera para ello.
A partir de los 4 años, ya podemos llevar a nuestros hijos a algún concierto de música clásica (existen varios adaptados a los niños), o ponerles cintas en casa. Es una práctica más fácil de llevar a cabo con niños tranquilos que activos, pero hay que estimular a todos. Además, podemos procurar, siempre que sea posible, dejar una música de fondo relajante mientras nuestros hijos juegan o están comiendo.
Cuéntame un cuento
Hacia los tres años, los niños muestran un gran interés por los cuentos. Escuchar cuentos resulta ideal para reforzar la memoria auditiva y desarrollar la imaginación. Podemos proponernos también que nuestros hijos se fijen más conscientemente en lo que les decimos, haciéndoles preguntas, dirigiendo su interés hacia lo importante, etc.
¡Atención todos!
A la hora de realizar ejercicios de estimulación auditiva, hay que recordar que el periodo de atención que pueden prestarnos es corto. Les puede costar mucho centrarse en lo que están haciendo, especialmente si no lo realizan como algo divertido.
Para que se presten a estos juegos de atención, hay que buscar el mejor momento: cuando estén con más ganas de hacer cosas, después de merendar, antes de dormir, etc. En el momento en que les veamos cansados y sin interés, habrá que dejarlo para otra ocasión. No esperemos periodos de atención superiores a los pocos minutos. Sin embargo, cuando vean que lo que les decimos es interesante, escucharán durante periodos más largos de tiempo.
Su vocabulario, además, es limitado. Si hablamos con ellos demasiado tiempo, o si utilizamos demasiadas palabras que no pueden entender, acabarán aprendiendo a desconectar… Justo lo contrario de lo que pretendemos. Poco a poco, en la medida que comprobemos sus progresos, podemos ir aumentando la dificultad de los ejercicios y juegos.
Una sola vez
Una buena manera de que pongan atención consiste en que nos propongamos en casa que hagan lo que se les dice a la primera. Es decir, que no tengamos que repetir las cosas varias veces. Esta actitud habrá que mantenerla para que se esfuercen por estar atentos siempre. Para ello, hemos de dar las órdenes en las mejores situaciones. En medio de un enfado será muy difícil que escuchen lo que les digamos.
Al dirigirnos a ellos, por otro lado, podemos procurar mirarles siempre a los ojos y a la cara. Así se verán interpelados personalmente y les será más difícil desconectar. Estaremos creando un mayor vínculo de comunicación y ayudaremos a fomentar el interés de nuestros hijos.
Otros sonidos… ¿han oído alguna vez nuestros hijos el silencio?
La naturaleza puede ayudarnos mucho si intentamos permanecer en silencio en medio de un bosque y ayudamos a nuestros hijos a prestar atención al canto de los pájaros, al sonido del riachuelo… Esta práctica introducirá, seguramente, elementos muy significativos para los niños. También en la ciudad o en la propia casa podemos practicar: cuantos más sonidos distintos oigan, más arco de estímulos reciben: campanillas, sonajeros, sonidos de la calle, instrumentos musicales…
Beatriz Bengoechea. Psicóloga y orientadora familiar
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