Desde la antigüedad grecorromana, los estudiantes incluían la retórica en su programa del trívium y el quadrívium. Este campo del saber se ha mantenido en algunos sistemas educativos de nuestro entorno, pero se perdió en el español.
Algunos centros apuestan por recuperar lo mejor de la tradición académica para poder adaptarse mejor a los nuevos tiempos. Y entre la robótica de última generación, aparece la misma oratoria que Aristóteles enseñó en Atenas. Una apuesta por el futuro desde la tradición.
A los alumnos de Primaria les había encantado que, hacía unos años, el colegio introdujera una clase de robótica. Al final, todos sucumbimos ante el aparente encanto del paraíso de Silicon Valley y sentimos que, cuanto más moderno, más exitoso. Pero las dos materias nuevas de este año, lejos de parecer modernas, sonaban más a los padres a las antiguas escuelas medievales: allí estaban las horas de Oratoria y de Drama, dos asignaturas que hacía años habían desaparecido por completo de los currículos en nuestro país.
Durante varias generaciones, la ausencia de estos conocimientos no se notó en exceso. Los alumnos españoles competían solo dentro de nuestras fronteras y la evidente carencia de capacidades comunicativas no era tan evidente. Pero, como explica César Prieto, director de Educación Primaria en el Colegio Alameda de Osuna, en Madrid, «estamos formando a ciudadanos globales, no locales, y esto es justo lo que nos falta».
Cuando estudiaron los currículos académicos de países punteros, que consiguen que sus alumnos se sitúen profesionalmente donde desean estar, descubrieron que sus sistemas educativos mantienen vigentes materias que se remontan a la antigüedad y que tienen por objetivo mejorar las habilidades comunicativas.
En España, no solo se relegaron a un segundo plano todos los estudios que tenían que ver con esta área, sino que existe una verdadera aversión a hablar en público en una generación que padece ‘fobia a la tarima’. Lo descubrimos incluso en profesionales de reconocido prestigio que se colapsan cuando tienen que exponer un proyecto. Ocurre hasta con personas que trabajan en equipos grandes y que, sin embargo, no son capaces de superar el trago de ser protagonistas en una exposición.
Precisamente para solventar estos problemas y para poder competir en igualdad de condiciones con un mercado global de trabajadores, muchos centros educativos están recuperando el valor de la comunicación entre sus asignaturas.
De nada sirve que los colegios se desvivan por dotar de varios idiomas a sus alumnos si son incapaces de pronunciar una palabra en cualquiera de ellos, atenazados por el miedo escénico.
El declive de la oratoria
En España, la retórica había sido relegada a un segundo plano porque la tecnología acabó por ocupar las máximas horas de clase posibles. Se entendía que, cuanto más moderna fuera la preparación, más destrezas tendrían los alumnos para desenvolverse en un mundo que exige unos elevados conocimientos técnicos. Sin embargo, el tiempo ha quitado la razón a esta versión de la enseñanza tan tecnificada. No porque la tecnología no sea buena -bien utilizada tiene un enorme potencial- sino porque no se pueden establecer grandes ventajas diferenciales en este terreno.
La brecha digital en España prácticamente ha desaparecido en el sentido de acceso a la tecnología. Las diferencias en el acceso a internet y dispositivos digitales son mínimas en los distintos estratos sociales. El problema no es de volumen de tecnología porque está al alcance de la mayor parte de la población. Respecto a los conocimientos tecnológicos básicos, se van a dar por sabidos en un mundo laboral que reclama la alfabetización digital de todos sus empleados.
Sin embargo, allí donde el exceso de tecnificación ha acabado por ganar la partida a la necesidad de mejorar la interrelación, la pérdida ha sido mayúscula. Por eso es necesario recuperar estos ámbitos del saber. No se trata solo de trabajar la capacidad de hablar en público y organizar las ideas, sino de mejorar las relaciones personales, expresar y canalizar las emociones y hacer de la comunicación una herramienta eficaz en todos los terrenos.
Hablando se entiende la gente
A veces pensamos en la retórica como un ámbito del saber circunscrito exclusivamente al terreno profesional. Imaginamos que aprender oratoria solo es necesario para las personas que hablan en público o para quienes tienen que guiar a grandes grupos. Sin embargo, la comunicación interpersonal está tan imbuida de oratoria como cualquier otro ámbito.
Por eso, que los niños y adolescentes aprendan oratoria en la escuela no solo les dota de unos conocimientos útiles en su vida académica y profesional, sino que implementa unas capacidades fundamentales en las relaciones habituales con compañeros de clase, profesores y padres.
Exponer bien, de manera argumentada, con una organización adecuada y una serie de puntos de vista para tratar de convencer a los demás, garantiza que la comunicación fluida acabe con problemas de relación habituales en un patio de colegio. Es decir, un buen manejo de la palabra mejora significativamente el trabajo de las emociones.
El miedo escénico
Primero la retórica y la oratoria desaparecieron de los currículos académicos. Tampoco quedó rastro de una antigua asignatura, dramatización, que buscaba la expresión no verbal para complementar la comunicación. Y las nuevas metodologías educativas hicieron desaparecer un momento temido por los padres de la anterior generación: salir a la tarima y, allí, con la pizarra como fondo, repetir la lección, hacer la preentación de un trabajo o completar un ejercicio.
Sin oportunidades reales de practicar la oratoria ante amplios foros, la población fue desarrollando una especie de ‘miedo escénico’ que se ha convertido en una poco honrosa ‘marca de la casa’.
Pero hoy los alumnos que están en el colegio no se quedarán allí, en el entorno doméstico. Muchos participarán en intercambios durante su educación secundaria y la inmensa mayoría se irán de Erasmus a algún otro país en la Universidad. Allí es donde más notarán la diferente preparación en comunicación.
Ahora con la pandemia, las nuevas tecnologías se han convertido en un nuevo escenario donde se hace necesario saber comunicar, pero de otra manera. No se comunica igual cuando se expone un proyecto en casa, que cuando nos conectamos a una videoconferencia. El objetivo de captar la atención de nuestro interlocutor es el mismo, pero requiere diferentes formas de hacerlo según el canal y el público al que nos dirigimos.
De hecho, César Prieto, del Colegio Alameda de Osuna, sostiene la teoría de que, «en otros entornos, se trabaja más la oratoria porque los jóvenes necesitan desenvolverse por su cuenta mucho más temprano. La mayoría sale de casa a los 18 años y tiene que resolver su vida. En España, la extensión de la adolescencia y la convivencia familiar, no hacían tan necesarias estas destrezas. Hasta que, al entrar en contacto con los países de nuestro entorno, han salido a relucir estas carencias».
Maria Solano
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