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Redes sociales: ¿cómo consiguen pegarnos a la pantalla?

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Cada vez dedicamos más tiempo a las redes sociales. En España ese tiempo ha crecido en 25 minutos en 2020. La tecnología persuasiva, el diseño y las notificaciones se emplean a fondo para que compartamos más información e invirtamos más horas en las redes sociales. Existen algoritmos diseñados para influir sobre nuestro comportamiento en las redes sociales que consiguen pegarnos a la pantalla.

La tecnología persuasiva

La tecnología persuasiva es la herramienta de ingeniería que utilizan las redes sociales para conseguir que las personas permanezcan más tiempo pegados a la pantalla. Como explica Manuel Armayones Ruiz, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación e investigador del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «las redes sociales, como productos comerciales que son, no tienen otro objeto para sus accionistas que el de generar beneficio. Así, cuanto más tiempo estemos dentro de ellas, más precisas serán las recomendaciones de tipo comercial que nos irán llegando; esto lo hacen mediante el análisis de nuestro comportamiento anterior en la red».

Las técnicas de diseño y personalización que usan estas plataformas para enganchar a los usuarios es amplio y depende de su naturaleza. Algunas buscan facilitar y asegurar la transacción comercial, como es el caso de Amazon, en la que pasamos de una pantalla a otra, pero siempre se nos hace regresar a la pantalla de compra, facilitando la transacción en lugar de abandonarla. «Tenemos que pensar que nada es por casualidad. El hecho de que nos aparezca una determinada información forma parte de los resultados de un algoritmo que está intentando influir sobre nuestro comportamiento para que adquiramos productos, cambiemos de opinión, sigamos una determinada página o persona, etcétera», añade Armayones.

Estrategias para dejarte pegado a la pantalla

A partir del documental The Social Dilemma emitido en Netflix, donde se advierte de la necesidad de poner límites a las redes sociales, se ha despertado el interés de muchas personas por evitar la sensación de estar vigilado todo el tiempo, la pérdida de privacidad y la adicción a este tipo de herramientas. «Es muy importante no abrir cuentas en todas las redes sociales. Cada vez está más claro que, para un uso racional de estas plataformas, debemos elegir aquellas que cubran nuestras necesidades. Lo importante es ser plenamente conscientes de que estamos compartiendo información que se va a utilizar con fines comerciales», afirma Armayones.

Cuando accedemos a estas plataformas, cedemos el control y, cuanta más información generemos en forma de retuit, comentario o «me gusta» (like), más información sobre nuestros gustos y motivaciones estamos brindando a sus desarrolladores.

Pasamos 2 horas y 25 minutos en redes sociales

A partir de la pandemia con la transición al teletrabajo, la educación en remoto y el comercio electrónico, Internet ha tomado más relevancia en nuestras vidas. En España, el 62 por ciento de la población usa las redes sociales, y, en 2020, el tiempo medio diario de uso se ha incrementado en 25 minutos, hasta alcanzar 1 hora y 20 minutos, según un estudio de IAB.

Sin embargo, la media mundial es todavía más elevada, ya que We Are Social y Hootsuite indican que, a escala mundial, cada persona usa de media 2 horas y 25 minutos estas plataformas . «Cuanto más las uses, más te va a costar prescindir de las redes por todo el esfuerzo, tiempo e información que has ido depositando en ellas. El coste de utilizar estas aplicaciones lo pagamos en términos de pérdida de privacidad; sin embargo, estamos empezando a ser conscientes de ello», indica Manuel Armayones Ruiz.

No obstante, uno de los problemas que ha traído el confinamiento provocado por la pandemia de la COVID-19 es el del tecnoestrés. La rápida implementación del teletrabajo y el aumento de tiempo libre rodeados de pantallas han incentivado el estrés y la ansiedad en personas incapaces de dar respuesta a los requisitos tecnológicos de las plataformas que usamos habitualmente, tales como las redes sociales.

El mejor antídoto: la educación

Este tipo de tecnología persuasiva juega con las emociones del usuario para hacerse imprescindible, por tanto, si no queremos dejarnos manipular es necesario aplicar grandes dosis de sentido crítico y reflexionar sobre todo aquello que vemos y oímos en las redes sociales. «La mejor manera de evitar la manipulación tecnológica es saber que esta existe y ser muy conscientes cuando tomamos decisiones en relación con los contenidos que nos llegan por medio de las redes sociales. Debemos tener siempre un espíritu crítico y preguntarnos si eso que estamos viendo es la realidad o lo que nosotros creemos que es la realidad», explica.

No obstante, una red social puede contribuir a cambios positivos en nuestro comportamiento, hacernos conscientes de problemas a escala mundial -el cambio climático, por ejemplo- y animarnos a participar en actividades para mejorar nuestro entorno. En ese sentido, Manuel Armayones agrega que «no debemos demonizarlas. Las redes sociales forman parte de nuestro panorama presente y posiblemente futuro; tan solo se necesita usarlas con sentido crítico y que los gobiernos de cada país las legislen para proteger la privacidad de sus ciudadanos».

Marina Berrio
Asesoramiento: Manuel Armayones Ruiz, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación e investigador del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

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