El modelo autoritario de educación ha quedado obsoleto por su falta de efectividad, ya que se ha demostrado que la respuesta, sobre todo en hijos adolescentes, es la rebeldía y la oposición. Dado que prohibir no es la solución, es mejor optar por un modelo democrático de educación entre padres e hijos.
Educar de manera excesivamente autoritaria lleva consigo en muchas ocasiones la negativa de los niños a acatar las órdenes de los padres. Las nuevas alternativas educativas más democráticas están demostrando que prohibir no es la solución. Actuar de manera tajante favorece que tanto niños como adolescentes no acaten las órdenes que reciben por parte de sus padres de manera voluntaria, sino que lo hagan por miedo a las consecuencias.
En la sociedad del siglo XXI, los adolescentes buscan la constante validación de su entorno de amigos o a través de las redes sociales. En la adolescencia, las órdenes y consejos que reciben por parte de sus padres crean rechazo si no se explican y se aplican de forma consensuada. Los adolescentes prefieren enfrentarse poco a poco a los problemas de la vida de manera autónoma, considerando en muchas ocasiones a sus padres como «enemigos» por no permitirles hacer todo eso que ellos quieren cuando se lo prohiben de forma tajante y autoritaria. ¿Os suena la frase? «No me dejas hacer esto para fastidiarme».
Ante este tipo prohibiciones, el adolescente en su lucha por encontrarse y entender el mundo, adquiere un rol rebelde. Muchos padres toman la decisión de imponer reglas y medidas autoritarias sin dar pié a entablar una sana conversación padre-hijo que le haga entender el porqué de un castigo, de una conducta negativa que haya tenido o similar. Los adolescentes necesitan explicaciones ante una prohibición o castigo, son mayores para entender y razonar. Por ello, los padres han de educar, no prohibir sin una previa charla.
Por qué prohibir no es efectivo
La doctora Teresa Aparicio Reinoso, Licenciada en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra con un Máster en Psicopatología y psicoterapia del niño y del adolescente sostiene que «prohibir no tiene sentido, incluso hoy en día es mejor dialogar, exponer las diferentes opciones y sus consecuencias, para que los menores aprendan a enfrentarse a nuevas situaciones y gestionar sus emociones. Los niños deben aprender explorando el entorno y los adultos tenemos un papel importante para guiarles y no sobreprotegerlos en exceso, siendo fundamental fomentarles en autonomía e independencia desde pequeños para que de este modo puedan enfrentarse a las situaciones de la vida. Ejemplo: si a un niño le decimos continuamente «no te subas a ese tobogán que te vas a caer» seguramente haremos un niño inseguro y diferente al resto de sus iguales. Lo adecuado será guiarle para que pueda subir a ese tobogán con seguridad y sin riesgos».
También afirma que «si como padres estamos continuamente prohibiendo, el pequeño sentirá que todo lo hace de manera errónea, y le dañará su autoestima de cara a un futuro. Es más enriquecedor dar un mensaje positivo e implicar al menor en la toma de decisiones». En cuanto a la prohibición de un determinado acto a un adolescente, despertará en él, ante la rebeldía característica de su edad, podrá que haga aquello que se le he prohibido. «Hay que dar ejemplo con nuestros propios actos, ya que para los menores somos sus figuras de referencia y van a aprender de todo lo que decimos y hacemos. No tiene sentido decir a un hijo fumar es malo y que vea a su madre hacerlo todos los días, es un ejemplo de un mensaje contradictorio que les puede confundir», asegura la doctora Teresa Aparicio.
En cuanto a las alternativas pedagógicas que existen actualmente para evitar que los niños hagan lo que no deben sin prohibírselo, la doctora sostiene que «la información es fundamental para que aprendan a tomar decisiones saludables. Los adultos estamos para guiarles y enseñarles el camino, pero son ellos quienes lo tienen que recorrer. Es muy importante dar mensajes claros, concisos y positivos. Toda acción se puede ver desde la prohibición y desde la información de las consecuencias negativas/positivas para que el menor opte por elegir otra opción más beneficiosa, aprovechando los beneficios de si realiza lo que no está prohibido».
Los padres podemos ejemplo a través de nuestros actos. En esta línea, la doctora propone un claro ejemplo «si queremos evitar que nuestro hijo fume cannabis, hemos de explicarle los riesgos que conlleva el consumo de la sustancia (adicción y dependencia, riesgos para la salud, gasto económico, riesgo de exclusión social…) y los beneficios de no hacerlo, como bien puede ser un menor riesgo de enfermedades tanto físicas como mentales, mayor capacidad respiratoria de cara a la actividad física, menor deterioro cognitivo…. Así mismo es importante que en casa no se consuma la sustancia, para no generar confusión en el menor».
Las nuevas alternativas educativas
«Si los padres pierden la autoridad -si importan más los amigos- entonces a los niños no les interesa adquirir su cultura (*) Cuando los padres importan más que sus amigos, entonces pueden enseñar lo que está bien y lo que no de una forma significativa, pueden ayudar a los niños a desarrollar una autopercepción más sólida y auténtica», sostiene Leonard Sax en su libro El colapso de la autoridad.
El autor propone los siguientes consejos para lograr encontrar un equilibrio en la autoridad de los padres.
1. Educar en el autocontrol. Educar en el autocontrol durante la infancia y la adolescencia predice el éxito de la vida adulta. Pongamos un ejemplo: si le dices a tu hijo «No se ve la televisión hasta que no hayas terminado los deberes» sentirá que es un mandato, explícaselo. De esa manera no hará las tareas de mala gana y podrá comprender que es una norma no para fastidiarle, sino por su propio bien. Una estrategia del nuevo modelo educativo sería la siguiente: explicarle porqué es importante que haga los deberes, su responsabilidad, y que el ver la televisión será un premio a su esfuerzo. De esa forma lo valorará más. Leonard expone que tras unas seis semanas de exposición coherente de una norma tu hijo la mecanizará y será más complaciente.
2. Educar en la diligencia. Esto implica no decirle a tu hijo lo listo que es, sino alabar su esfuerzo. Carol Dweck formó dos grupos de alumnos de manera aleatoria, a los primeros se les dijo lo listos que eran y a los del segundo grupo se les ensalzó su esfuerzo constante. Tras ello, se realizó un examen de matemáticas, y sorprendentemente el segundo grupo obtuvo una nota más elevada.
3. Educar con la mente abierta. Las nuevas alternativas educativas proponen tratar de entender que tus hijos pertenecen a una generación distinta de la tuya. Comprender que tanto los Millenials como la Generación Z han crecido con unas circunstancias distintas a las vuestras. Trata de entenderles, de estar al día. Un consejo sería no menospreciar sus gustos, por ejemplo.
4. Educar con simpatía. Las imposiciones no funcionan. Es más sano educar con amabilidad y simpatía. Sin caer en la permisividad total, se debe encontrar el equilibrio. No eres el «colega» de tu hijo, ni tampoco un dictador. Explícale el porqué de todo, compréndele, hazle sentir que puede contar siempre contigo.
5. Enséñale a disfrutar. Disfruta mientras educas, imponer no genera un clima de bienestar a los padres ni a los hijos. Realiza actividades atractivas con ellos. Dado que el modelo autoritario de educación no ayuda a generar un vínculo sano entre padre e hijo, este modelo sí. Si a tu hija le gusta el arte, infórmate de nuevas exposiciones y proponle ir con ella.
6. Lidiar de manera positiva con las calificaciones. El tema de las notas siempre es un tema controvertido, en el caso de que no sean buenas. El modelo de educación autoritario propondría castigar a tu hijo tres meses sin salir de su habitación. Este nuevo modelo implica analizar entre tu hijo y tú porque le ha ido mal, hablar con el tutor y buscar soluciones de manera conjunta con tu hijo para que en la siguiente evaluación eso no suceda.
Natalia Pérez García
Asesoramiento: Leonard Sax, autor del libro El colapso de la autoridad (Palabra). Doctora Teresa Aparicio Reinoso, Licenciada en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y Máster en Psicopatología y psicoterapia del niño y del adolescente.
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