Los malos comportamientos se castigan y reprenden, los buenos se recompensan y se refuerzan positivamente. Sin embargo, esta rutina no es perfecta, e incluso apostar por inventivar las buenas actitudes de los niños a través de premios, puede convertirse en una herramienta educativa con defectos. Por ello hay que saber aplicar esta técnica y no caer en algunos de los errores comunes en este sentido.
Daniel Bezares, de DesAprendo explica que es necesario poner atención en el refuerzo positivo para no caer en errores comunes que terminen por hacer entender al niño lo contrario. Porque es posible cruzar la línea entre la alabanza vacía y la motivación, causando que los hijos no comprendan estas enseñanzas, y que simplemente actúen bien buscando una recompensa en lugar de por haber entendido qué actitud es la mejor.
¿Alabar o motivar?
El primer error de los padres, respecto al refuerzo positivo, es no saber distinguir entre alabar y motivar. ¿Cuáles son las diferencias más notables?
– Alabar. Se enfoca en la persona y se dirige de arriba abajo. Es el adulto quien valora al niño. Puede tener un efecto manipulador al emplearse para que los padres consigan los objetivos respecto a sus hijos. Su planteamiento es algo más «egoísta» ya que lo que se persigue es que exista una conducta deseada.
– Motivar. Se dirige a la acción y tiene una perspectiva más igualitaria en donde el padre apoya al niño. Muestra un mayor respeto hacia los niños y de forma más honesta, demostrando una mayor generosidad de los padres, poniendo el foco en su independencia y en que conozca lo que es un buen comportamiento.
Por tanto, la alabanza puede crear una dependencia respecto de estas adulaciones, impidiendo que la motivación para portarse bien nazca desde dentro. Así el niño puede asociar que el amor de sus padres depende de mostrar el comportamiento que sus padres deseen. Por otra parte, se crea una dependencia respecto de la aprobación de la figura paterna, generando una falta de independencia.
Si lo que se persigue es motivar, el niño aprenderá qué es un buen comportamiento y esto servirá de motor interno para que los hijos actúen de forma independiente. Así se deja claro que el amor es incondicional e independiente del comportamiento que demuestren. En última instancia lo que se busca es empoderar a los pequeños para que adquieran una propia gestión de la vida.
¿Y cómo motivar a los hijos?
Sabiendo la diferencia entre motivar y alabar, el siguiente paso es preguntarse cómo comenzar a motivar, y a usar bien el refuerzo positivo. Estos son algunos consejos que ofrece Bezares en este sentido:
– Repasar e interiorizar las diferencias entre alabar y motivar.
– Conocer ejemplos sobre cómo motivar y tenerlos siempre a mano para consultarlos.
– Pensar en qué estilo de refuerzo positivo se ha usado hasta la fecha, y qué cosas se pueden mejorar.
– Pensar dos hábitos o actitudes de tus hijos que se quieran promover, y tener muy clara la forma de usar la motivación bien aplicada.
Damián Montero
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