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6 pautas para educar en la valentía a los niños

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De manera natural, si a un niño se le da la oportunidad de hacer algo responderá con fuerza y luchará por lograrlo. No hay más que ver cómo luchan desde el primer momento por nacer o por conseguir alimentarse, sin apenas tener ni unos minutos de vida y sin saber que pueden contar con nosotros. La valentía nace de la motivación por querer salir adelante y lograr un objetivo.

Pero, esta motivación tiene que ser sincera y real. Muchas veces sucede que tratamos de darles la oportunidad y deseamos que vean que confiamos en ellos, pero en el fondo pensamos que no lo van a conseguir y acaban percibiendo esta duda, lo que acaba siendo un error si lo que queremos en educar en la valentía a los niños. 

Nos preocupamos mucho por no dejarles que se equivoquen, por evitarles el sufrimiento, pero solo logramos que dejen de intentarlo. Cuando fracasan, no es momento de reñirles porque si lo hacemos, la próxima vez no lo van a intentar. Les ha supuesto mucho esfuerzo, no lo han logrado y además obtienen la reprimenda de los padres.

6 regalos emocionales para educar en la valentía

1. Evitar la sobreprotección. Cada vez más nos encontramos con niños sobreprotegidos y, por lo tanto, limitados en su propio crecimiento y desarrollo. La sobreprotección resulta difícil de reconocer a los padres puesto que es el resultado de una inadecuada interpretación de la afectividad hacia los hijos y surge precisamente por querer darles lo mejor. Sin embargo, se cae en el error de que eso que pensamos que es lo mejor se convierta justo en lo contrario. En cierta forma, puede ser incluso egoísta puesto que no queremos verles sufrir por el sufrimiento que a nosotros también nos supone, pero merece la pena hacer el esfuerzo de permitirles confundirse por las consecuencias positivas que tiene, aunque inicialmente no parezca así.

2. No decidir por ellos. Son muchas las ocasiones en las que nos vamos a encontrar ante situaciones en las que sabemos que la decisión que están tomando probablemente no sea la más adecuada pero, a pesar de eso, tenemos que dejarles que sean ellos quienes se den cuenta o que la vida les demuestre que no han tomado la mejor decisión. Esta actitud es positiva por dos motivos: por el aprendizaje que conlleva y porque aunque pensemos que no es una buena decisión es importante que lo intenten y sean capaces de hacerlo. No debemos adelantarnos ni decidir por ellos.

3. Prepararles para lo que pueda venir. En lo que sí podemos ayudarles es en prepararles ante las consecuencias que puede tener el intentar ser valientes. Esto significa que si lo consiguen tienen que estar contentos y orgullosos de haberlo conseguido y si no, contentos de haberlo intentado. Si creemos que les puede costar conseguirlo, prepararles ante las dificultades que se pueden encontrar.

Por ejemplo, si tienen ilusión de presentarse a un concurso de dibujo, hacerles conscientes de que puede haber otros niños con un nivel elevado, hacerles valorar que el resto de participantes pueden presentar dibujos muy buenos, puede que lleven más tiempo en clase que ellos, que sean más mayores, que conozcan más técnicas… De alguna manera, ayudarles a situarse en una realidad lo más exacta posible para que sus expectativas no sean equivocadas, pero en ningún momento desilusionarles o desmotivarles. Hay que intentar hacerlo con cierto equilibrio y, sobre todo, con mucho mimo y cariño.

4. Darles ejemplos para ayudarles a elegir retos y motivaciones. Cuando son pequeños tienen grandes impulsos por conocer el mundo, por descubrirlo, son pequeños valientes. Conforme van creciendo, los miedos les invaden y los impulsos por intentar lo nuevo y por descubrir el mundo son menores. Esto es algo que suele suceder más hacia la etapa de Primaria, por eso en estas edades los padres tenemos que motivarles hacia nuevos retos, sugerirles ilusiones o proyectos para que vayamos poco a poco haciéndoles niños valientes.

5. Ser modelo. Como en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, los niños necesitan unos buenos modelos y referentes para saber hacia dónde deben ir y cómo tienen que hacer las cosas. Si pretendemos que sean niños valientes tendremos nosotros que ser padres valientes, que vean en nosotros personas con retos, objetivos, ilusión por mejorar, capacidad de esfuerzo y lucha por conseguir esos ilusionantes retos y esfuerzo diario y constante, superando cada una de las dificultades posibles para poder conseguirlo.

No hay nada que les pueda motivar más que ser capaces de llegar hacer cosas como sus padres las hacen y, especialmente, en las primeras etapas no debemos olvidar que somos para ellos sus grandes ídolos y héroes. Esto nos puede servir a nosotros también como una motivación para no abandonarnos, para seguir creciendo y mejorando como personas. Cuando somos padres nos centramos tanto en darles a ellos que nos olvidamos muchas veces de nosotros, pero podremos darles más si nosotros estamos mejor.

6. Valorar su esfuerzo. Lo fundamental es que valoremos cada uno de los esfuerzos, pasos y avances que vayan logrando. Nuestro reconocimiento es su mayor éxito y su mayor motivación.

María Campo. Directora de NClic

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