Los padres mandones no están bien vistos. Desde el punto de vista de la educación, ejercer la autoridad con los hijos no es la mejor manera de acompañarles en su desarrollo. Hoy sabemos que la autoridad que se basa en el cariño, en querer lo mejor para los hijos, en un proyecto familiar sólido, en unos valores… ofrece excelentes resultados para los hijos y un clima familiar agradable y democrático.
Solo a partir de este concepto pueden establecerse los límites y ejercer la autoridad. El objetivo será siempre el mismo: que nuestro modo de mandar se vaya haciendo más sobrio, más moderado, más natural; que evitemos la inflación de órdenes; y sin caer en el otro extremo: en el abandono de la autoridad.
Las órdenes negativas suelen destruir el interés de los hijos. La mayor parte de los niños obedecen mejor a mandatos que se enfocan hacia valores positivos, y que favorecen la imagen positiva de sí mismos.
Artículo relacionado:
– Cualidades de un buen líder familiar
Ideas para mandar sin caer en ser unos padres mandones
1. Seamos parcos en el ejercicio de la autoridad: «Omnia videre, pauca corrigere, multa dissimulare» (ver todo, corregir poco, disimular mucho).
2. No «nos pasemos» en cuanto a la libertad que demos a nuestros hijos en lo que respecta a sus costumbres, estudios y diversiones, dejándole obrar a su antojo y cayendo en un abandono de autoridad que es tan perjudicial como el autoritarismo.
3. Que nuestra intervención en su vida no prolifere inoportunamente pues perdería toda su eficacia: en pedagogía familiar, como en estrategia, es mejor librar una batalla grande de una vez para siempre que tener continuas escaramuzas sin resultados definitivos.
4. Demos importancia solo a lo que es importante. Hay cosas que debemos pasar por alto sin que ello suponga mayor problema, y cosas en que nos debemos mostrar intransigentes.
5. Debemos mostrarnos diligentes en el trabajo para despertar en ellos el hábito de estudio, ayudarles en las tareas escolares, ofrecerles el ejemplo de nuestra propia laboriosidad, etc. Innecesario es decir que el habituarnos a dialogar con ellos sobre todo esto tiene una importancia de primer orden.
6. Debemos mostrarnos intransigentes en el cariño: que nace como respuesta lógica al afecto de que son objeto. Cariño que deben mostrar a sus padres, a sus hermanos, a los miembros de «la familia grande», a sus profesores, a sus amigos y a cuantas personas se relacionan con el hogar. Cariño que no solo tienen sino que procuran demostrar con palabras, con gestos, con detalles. Cariño que unas veces se hace generosidad, otras sacrificio, otras vencimiento del egoísmo, etc.
7. Debemos mostrarnos intransigentes en el orden, de tanta importancia para hacer más grata la convivencia en el hogar, para fortalecer su voluntad, para a través del orden material ir acostumbrándoles al más difícil y delicado orden del espíritu. «Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio». «Un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo».
8. Debemos mostrarnos intransigentes en los aspectos que atañen a su voluntad, la cual será en gran parte resultado de la fidelidad a ese trabajo, a ese cariño y a ese orden de que hemos hablado.
Los padres debemos procurar que nuestras órdenes no sean fruto del capricho, ni dadas de mal modo, ni multiplicadas innecesariamente… Pues pierden toda eficacia educativa; mandamos por su bien, no por nuestra comodidad, o por demostrar que somos nosotros tenemos la autoridad. Y, si damos una orden, explicando una consecuencia, hemos de hacerla cumplir.
Ricardo Regidor
Asesoramiento: Luis Riesgo Ménguez, psicólogo
Más información en el libro El colapso de la autoridad, del autor Leonard Sax. Ed. Palabra.
Te puede interesar:
– Ideas para mandar en casa sin ser autoritario
– El respeto en la familia: claves para mejorar en autoridad