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Otras formas más divertidas de hacer deberes en verano

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Llega el merecido descanso después de un curso de duro trabajo. Pero el colegio cierra durante tantos meses que no es bueno para el cerebro de los niños desconectar totalmente de la actividad académica. Está bien que mantengan cierta rutina de trabajo. Y podemos utilizar trucos para que no les resulte tan aburrido ejercitar un poco el cerebro.

Los vemos en las librerías, en las grandes superficies comerciales, nos los recomienda constantemente Internet, consciente de que tenemos hijos en edad escolar: se acerca el verano y parece obligado que los estudiantes trabajen con algún libro de ejercicios para las vacaciones. ¿Es bueno que mantengan el ritmo académico durante el verano o es mejor que desconecten? ¿El trabajo mental tiene que ser reglado o podemos ofrecerles otras posibilidades?

Hemos hablado de todo esto con Almudena González, profesora y orientadora del Colegio Alameda de Osuna. La primera respuesta es clara: «Los profesores somos partidarios de que hagan algo de deberes durante el verano y los recomendamos». El tipo de tareas encomendadas depende de una serie de factores: cómo le ha ido el curso al estudiante, si hay áreas que tiene que reforzar, si lleva asignaturas pendientes…

Ideas para mantener un ritmo de trabajo suave

En cualquier caso, es bueno mantener un ritmo de trabajo, aunque sea muy inferior al que han seguido durante todo el curso. De hecho, les viene bien ‘rellenar’ algunas horas de su día con algo que hacer de manera pautada porque uno de los problemas de niños y adolescentes en verano es que tienen poco que hacer y corren el riesgo de perder el tiempo en exceso con televisión o internet.

La profesora González explica que el mejor momento del día es el principio de la mañana. «A esa hora están frescos, recién levantados. Les queda mucho día por delante y para evitar que toda la jornada consista en ‘no hacer nada’, les podemos proponer que les dejaremos libertad de vaguear siempre y cuando tengan el compromiso de hacer la tarea a primera hora. Esta gestión del tiempo es especialmente eficaz con adolescentes porque se sienten responsables de su propia jornada: ellos tienen el control de lo que harán después si antes han trabajado un rato», asegura.

Respecto al contenido de esos ratos dedicados al estudio, dependerá de las necesidades de cada alumno. En algunos casos en los que sea necesario reforzar una materia específica, necesitarán un trabajo más reglado con libros y manuales aconsejados por el profesor. Con la irrupción de los dispositivos digitales, también se ofrecen diferentes aplicaciones con material de repaso que pueden despertar el interés de nuestros hijos con más facilidad.

6 formas divertidas de hacer deberes en verano

Mary Poppins afirmaba que la medicina «con un poco de azúcar» es más fácil de tomar. Y Almudena González, del Colegio Alameda de Osuna, nos da pistas de cómo conseguir que nuestros hijos mantengan despiertas sus capacidades intelectuales y aprendan en verano sin que se den cuenta.

Con un poco de imaginación, podemos lograr que repasen el contenido del curso, que afiancen materias, que trabajen competencias y que desarrollen nuevas inquietudes:

– Mi querido diario: las competencias en lectoescritura son, posiblemente, las que más cuestan a nuestros alumnos ‘digitales’. Y la idea de dedicar el verano a hacer dictados no suele resultarles muy apasionante. Pero podemos animarles a que escriban un diario personal.

El truco está en tirar de best seller infantiles y juveniles, como los diarios de Niki y Greg, que arrasan en librerías. Ellos pueden elaborar su propio diario que mantendrán, por supuesto, en secreto. No importa la corrección, sino el gusto por la escritura. Para convencerlos, basta con buscar un cuaderno bonito, comprarles unos rotuladores de colores, un pegamento y unas tijeras y dejar que vuele su imaginación.

– Cuaderno de viaje: si tenemos prevista alguna visita a un lugar diferente durante el verano, podemos animar a nuestros hijos a que preparen las excursiones con antelación. Tendrán que buscar información sobre geografía e historia, costumbres, literatura, quizá otras lenguas… Así, el rato que pasen en Internet estarán buscando información útil que tendrán que sintetizar adecuadamente. Además, podemos pedirles que nos preparen una presentación en público, con lo que mejorarán sus destrezas comunicativas y trabajarán la expresión oral.

– Barra libre de lectura: en todo lo demás debemos ser restrictivos pero, con los libros, conviene dejar a los niños y adolescentes la máxima libertad posible. Aunque no todo es apto para todos los públicos, es poco probable que en un libro encuentren algo que no debían leer. Por eso conviene que, aunque les asesoremos, les dejemos libertad para elegir. Podemos visitar las bibliotecas de los lugares de vacaciones, seleccionar algún libro y, sobre todo, recordarles que no tienen que hacer ficha porque es importante que aprendan a leer por placer.

– Un herbario casero: si hacemos excursiones al campo, una manera de tenerlos entretenidos y que al mismo tiempo repasen Naturales es animarlos a ir recogiendo hojas y plantas para crear su propio herbario. Los días posteriores a la excursión estarán entretenidos preparando su colección y tratando de localizar el nombre de cada especie.

– Matemáticas en el mercado: hacer la compra puede convertirse en un momento de desarrollo cognitivo si lo convertimos en una ocasión para repasar con ellos operaciones matemáticas. Además, la base de una alimentación saludable se aprende en la familia. Y, de paso, ampliarán considerablemente su vocabulario.

– Cineforum para la vida: el verano es tiempo de descanso y habrá muchas oportunidades de ver películas. Si vamos un paso más allá y organizamos un pequeño diálogo con la familia, les ayudaremos a contextualizar el contenido de las películas y a vivir las experiencias de sus protagonistas en cabeza ajena. Y si aparece en televisión algo que no deberían ver o escuchar, es el momento perfecto para transmitirles por qué eso está mal y en qué contexto ha sido utilizado.

Alicia Gadea
Asesoramiento: Almudena González, profesora y orientadora del Colegio Alameda de Osuna

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