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Videojuegos, cómo educar jugando

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Los videojuegos se han convertido en una forma de entretenimiento para millones de niños y muchos son los que señalan los efectos negativos de pasar largas horas aislados de la realidad. Sin embargo, los videojuegos también pueden ayudar a los niños en su desarrollo intelectual y emocional al tiempo que pueden ser una forma divertida de que padres e hijos vivan las nuevas tecnologías juntos.

10 aspectos educativos de los videojuegos

1. Fuente de imaginación y creatividad. La mayoría de las veces los videojuegos recrean un mundo ficticio en el que los personajes, la historia y los escenarios no existen en el mundo real. Esta ficción permite a los niños mejorar el desarrollo de la imaginación y la creatividad al tiempo que fomentan la memoria y estimulan la atención.

2.  Fomenta las habilidades sociales. La propia interacción entre los personajes y la obligación implícita de muchos videojuegos de participar dos o más jugadores, puede convertir «el rato de la consola» en un buen momento para pasarlo con amigos con los que se comparte una afición y con los que los niños tendrán la oportunidad de desarrollar sus habilidades sociales.

3.  Aumenta la destreza. El aumento de la dificultad en un videojuego aumenta en paralelo al la destreza necesaria para superarlo. Así, además de ser una buena manera para desarrollar diversas capacidades, es una forma de aumentar la confianza y autoestima del niño que ve como es capaz de superarse poco a poco.

4.  Desarrolla el razonamiento. Los juegos de estrategia, por ejemplo, obligan a los niños a desarrollar el razonamiento para resolver problemas y encontrar soluciones. Es una forma, fuera del ámbito académico, de desarrollar en los niños la capacidad de pensar.

5.  Aumenta la orientación espacial. La presencia de las tres dimensiones en algunos juegos implica adquirir un dominio de la orientación en el espacio que permitirá al niño mejorar su visión espacial de una manera sencilla, efectiva y prácticamente inconsciente.

6. Mejora la capacidad de atención. El tiempo que los niños pasan frente a la consola es un tiempo de absoluta concentración que puede favorecer a que, más tarde, esa capacidad adquirida se extrapole a otras situaciones, como, por ejemplo, atender en casa. Evidentemente, no hay que olvidar que la sobreexposición generará precisamente el efecto contrario en el niño, reduciendo su atención al resto de estímulos.

7. Incrementa la coordinación visomotora. Los videojuegos permiten a los jugadores coordinar entre aquello que ven y lo que ellos deben hacer, es decir, mejorar la coordinación visomotora. Así, a parte de los ejercicios que normalmente los niños van a realizar en la escuela para mejorarla, los videojuegos se presentan como una efectiva manera para incrementarla.

8.  Contribuye a la resolución de conflictos y a la toma de decisiones. Muchas veces, los niños, en una situación real, son incapaces de tomar decisiones por el miedo a las consecuencias en caso de error. Así, aunque diferenciando ficción y realidad, los videojuegos se muestran como una excelente plataforma para fomentar la capacidad de resolver problemas cotidianos y la búsqueda de posibles soluciones o respuestas.

9.  Los videojuegos como tiempo de ocio. Los videojuegos deben ser entendidos como un momento de dispersión para el niño y entenderlos como un tiempo para el ocio digital. Así, introducir los videojuegos como un tiempo de ocio en el que además se aprende, y en el que, evidentemente, no se puede invertir la totalidad del tiempo, será una forma al mismo tiempo de educar a los niños en una correcta distribución de su tiempo libre.

10. Obliga a cumplir unas normas. Además de las normas de uso que contiene cada videojuego que harán al niño asumir ciertos límites, las propias normas que establecen los padres en cuanto a su uso, fomentarán en el niño el valor de la responsabilidad y le enseñarán que ni todo el tiempo es de ocio ni todo el ocio son videojuegos.

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1.  Un momento para pasar tiempo con tu hijo. Jugar con tu hijo, además de ser una buena excusa para pasar vuestro tiempo juntos, es una manera de poder controlar el contenido de los videojuegos con los que tu hijo pasa su tiempo.

2.  Establece unas normas y límites. En vez de prohibir el uso de los videojuegos a tu hijo, es necesario definir unas normas, explicarle las consecuencias de incumplirlas y ser constante en su aplicación. De esta forma, progresivamente el niño adquirirá autocontrol.

3. Utiliza el control parental.  Si le preocupan los contenidos inadecuados, como por ejemplo los videojuegos violentos, pregunta a los expertos y, si la consola se lo permite, restrínjalos con el Control Parental.

4.  Juega con tu hijo. Jugar es mucho más sencillo de lo que parece. Encienda la consola y deje que el juego le vaya guiando: así podrá compartir esa experiencia con sus hijos.

5.  Familiarízate con las nuevas tecnologías. Los videojuegos pueden ser una forma amena de que padres e hijos se asomen a las nuevas tecnologías juntos.

Patricia Núñez de Arenas

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