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El valor del dinero y los niños

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Enseñar a los niños a administrar el dinero de una manera sensata, dándoles lo que necesitan, y no, lo que no tuvimos, es lo más recomendable para no crear hábitos consumistas irrefrenables. Aprender desde pequeños a valorar lo que cuesta ganar el dinero, les hará sentirse responsables respecto a gastos innecesarios.

Parece razonable que los hijos se inicien en el uso del dinero cuando sean capaces de no perderlo y de usarlo correctamente, pues los niños deben saber por experiencia propia que el dinero es limitado. Hay un momento en el que se produce un salto muy significativo que consiste en pasar de tener cosas a tener dinero.

En este momento, nuestro hijo comienza a descubrir la capacidad potencial del dinero que está en su posesión, y si los padres no les enseñamos a administrar el dinero de una manera sensata, pueden convertirse en un pozo sin fondo. Hasta ahora, los niños se han centrado en el cuidado de sus pertenencias, de su ropa, etc, pero ahora, van a descubrir las mayores posibilidades que permite el uso del dinero.

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El dinero que damos a los niños

Desde el punto de vista de la edad, podemos hacer dos distinticiones respecto al dinero de los niños:

1.  Hasta los diez años, las cantidades de dinero que pueden manejar los niños son bastante pequeñas, unos pocos euros.

2.  A partir de los 10 años y hasta los doce ya cuentan con la capacidad de disponer de cantidades más elevadas.

3.  Con trece años ya pueden contar con una paga semanal.

A la hora de darles dinero, tenemos que pensar que sea una cantidad razonable para que puedan desenvolverse dignamente en su vida diaria: dinero para merendar de vez en cuando, para salir a dar una vuelta con los amigos el fin de semana, para comprar de vez en cuando una revista o un libro en el que estén interesados, para ahorrar…

Si les tenemos cortos, hay que saber que a veces nos pedirán para algo más extraordinario, como un día en el Parque de Atracciones o una excursión organizada. En estos casos, lo normal será darle el dinero que precise ya que con su dinero de bolsillo no le llegará.

Además, a pesar de que disponen de poco dinero tenemos que incentivar el ahorro de nuestros hijos. En primer lugar, no tienen por qué gastarse todo; no es obligatorio. Y, en segundo lugar, siempre hay compras en las que tienen que participar con su dinero: regalo a los padres, ayudar para conseguir esas zapatillas que tanto le gustan, etc.

El dinero como instrumento educativo

Además de la educación en la sobriedad, con el uso del dinero pueden vivirse otras virtudes tan importantes y necesarias como ésta:

– El orden: si uno de los hijos quiere ahorrar para irse de campamento tendrá que disminuir sus pequeños gastos. De este modo, tendrá que organizarse y ver de qué cosas puede prescindir para conseguir la cantidad de dinero que necesita.

– La generosidad: cuando llegan fechas especiales, como los Reyes o los cumpleaños, los hijos pueden contribuir con parte de su dinero a comprar entre ellos un regalo para los padres o para amigos y hermanos.

– La fortaleza: ejercita esta virtud cuando se resiste a adquirir una cosa porque la tienen los demás compañeros o porque tiene que ahorrar para conseguir otra.

– La perseverancia: si es capaz de ahorrar unos euros cada semana porque se ha marcado ese objetivo, está demostrando que cuando toma una decisión la cumple aunque cueste trabajo.

Los padres podemos inculcarles sobriedad viviendo en casa sin excesos en muchos campos. En las comidas: que se coma de todo, no traer alimentos o bebidas sólo porque estén de moda o sin ningún motivo especial… En los viajes, en la forma de descansar, de vestir, etc. Pero se trata de que sean los hijos quienes lo aprendan y lo interioricen de tal manera que se conviertan en personas de criterio, capaces de tomar las riendas de su vida, aun cuando otras presiones les inclinen hacia caminos más fáciles.

Marina Berrio 
Asesoramiento: José Manuel Manú. Profesor, escritor y coach en Educación.

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