En la educación de nuestros hijos nos proponemos muchos objetivos: laboriosidad, orden, sinceridad, fortaleza, etc. Pero, ¿te has planteado alguna vez educar la sonrisa de los niños? La sonrisa, como todo acto del ser humano tiene un proceso biológico, es algo natural de la persona, por lo que unos somos más serios y otros tendemos a sonreír más.
Pero está claro, que también se aprende a sonreír. A sonreír por pequeñas cosas, que nos hacen felices. A sonreír porque es el mayor regalo que podemos dar a quienes nos rodean. Porque sonreír cuando uno está cansado, o se encuentra mal, es señal de persona generosa y de fortaleza de espíritu y esto no lo sabe un niño por ciencia infusa, esto se lo enseñan sus padres. Es más, esto lo aprenden por mimética de sus padres. ¿Sonríes mucho, o poco, en casa?
La sonrisa se contagia con enorme facilidad
En el bebé recién nacido, las «sonrisas» que ensaya mientras duerme, son simples muecas; sin embargo, al verlas no podemos evitar sonreír. El efecto es siempre el mismo. Si saludamos a alguien con una sonrisa, nos responde con una sonrisa. Es casi imposible no corresponder. Podemos hacer la prueba en cualquier momento.
Si los padres sonreís con frecuencia, vuestros hijos sonreirán con facilidad. Por tanto, la sonrisa es algo que debe formar parte de la educación de los niños. Podéis conseguir que la sonrisa constituya ese cierto aire de familia, si os lo proponéis.
La actitud con la que respondéis ante las distintas contrariedades que se presentan cada día, es la actitud con la que vuestros hijos van a responder ante la vida. Hagáis lo que hagáis, los padres estáis continuamente observados y juzgados por vuestros hijos ¡No hay descanso!
Enseña a sonreír a tus hijos
Después de una discusión casera, o una regañina, el efecto de la sonrisa es implacable: rompe la tensión, relaja los ánimos, propicia la complicidad… Esta actitud enseña a educar la sonrisa de los niños.
Una sonrisa muestra un estado de ánimo. Es un gesto simple, pero cargado de significado. Es como decir: «estoy aquí», «estoy contigo», «me importas», «te quiero», «quiero que te encuentres bien, seguro, tranquilo…» A menudo es bueno recordar que la cara es el espejo del alma: la sonrisa es el fiel reflejo de nuestra sensación de felicidad.
Ante esto puedes preguntarte, pero ¿qué influye en la sonrisa de un niño? Todos los niños saben sonreír, no es necesario aprenderlo; pero no todos los niños sonríen. Depende de varios factores: su propio carácter, su estado de ánimo, lo que aprende en su casa, su felicidad… Un niño es feliz cuando sus padres son felices y él se siente querido y aceptado tal y como es.
Tu hijo puede estar triste un día, porque echa de menos a su mamá, porque otros niños no juegan con él, o porque ha perdido su juguete… y, sin embargo, ser un niño feliz. Pero hay niños tristes que no sonríen, porque están rotos por dentro: padres separados, discusiones en casa, padres que trabajan demasiado…. El niño pequeño no es capaz de verbalizar sus sentimientos, pero su conducta, su actitud, su mirada… lo dicen por él. Si observas que tu hijo no sonríe durante una temporada quizá, a través de sus dibujos, de las situaciones que te cuenta del cole, etc., podrás advertir si existe un motivo real que borra la sonrisa de su cara.
Un modelo para ellos: ¿sonríes ante las dificultades?
En muchos casos, los padres adoptamos una postura victimista respecto a la educación de nuestros hijos, el trabajo, la carga del hogar, etc. Esta imagen la recogen minuciosamente nuestros hijos y crecen con este mismo sentimiento frente a sus propias obligaciones.
Es bueno fomentar las risas en familia y reflexionar si al interactuar con los hijos, en nosotros predomina la rutina, el cansancio y cierto aire de tragedia: cómo reaccionamos ante los pequeños accidentes caseros (el vaso de leche que se cae…), ¿le quitas importancia, o haces una tragedia griega?; al hablar de tu trabajo,¿trasmites los problemas, o comentas lo que disfrutas en él?; qué aspecto tienes cuando estás enfermo, ¿vas arrastrándote por la casa, sin asearte, o procuras mostrar un aspecto lo más agradable posible, aunque que te duela todo?. Piensa que tal y como te comportes tú, así lo harán tus hijos. Si sonríes ante las dificultades, ellos lo verán como lo más normal y tenderán a sonreír a menudo.
Por otro lado, también podemos caer en el error de fijarnos únicamente en los defectos de nuestros hijos a la hora de educarlos, dejando pasar sin mención, lo que tienen de bueno.
Consejos para que tus hijos copien de tus sonrisas
1. Sonríe. Tu percepción de la vida cambiará. Pruébalo desde por la mañana. Aunque no tengas ganas.
2. Sonríe al saludar a las personas -conocidas- con las que te cruzas. Comprobarás cómo ellos corresponden con una sonrisa y mejora la relación.
3. Sonríe a tu marido/mujer. Comprobarás cómo se restablece entre vosotros ese vínculo afectivo y de complicidad, que quizá estaba algo dormido.
4. Sonríe a tus hijos. Lo necesitan. Al hacerlo les estás diciendo que ellos son importantes para ti, que les quieres y que estás contenta/to con ellos.
5. Sonríe mucho. Llegará un momento en que la sonrisa se convierta en tu gesto habitual. Tú y los tuyos serán más felices.
Ana Aznar
Asesoramiento: Paz Úbeda.
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