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Cómo ser más pacientes para educar mejor a los niños

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Cómo ser más pacientes para educar mejor
Foto: ISTOCK Ampliar foto

En ocasiones, los padres tratamos a nuestros hijos pequeños esperando una respuesta o comportamiento más propio de los adultos. Al hablar con ellos o exigirles ciertas respuestas debemos tener presente que tienen pocos años y, por tanto, no saben bien qué es la responsabilidad, el respeto a los demás, la generosidad, etc. Con paciencia seremos nosotros los que les vayamos encauzando en su desarrollo.

Un error muy frecuente es esperar de nuestros hijos una lógica y una forma de discurrir adulta. Si lo que queremos es ser más pacientes para educar mejor a los hijos, no podemos dar por hecho que nuestro hijo de corta edad sepa perfectamente lo que es vivir en sociedad. Una actitud agresiva no consigue que el niño aprenda algo, sino más bien que ponga barreras para prevenir esta reacción.

¿Cómo fomentar nuestra paciencia como padres?

Para empezar, la paciencia hemos de ejercerla con todos los que nos relacionamos, incluso con nosotros mismos. Hay que ser tolerantes con los defectos de los demás sin faltar a la caridad, y ayudar si es necesario.

Reflexionar antes de «lanzarnos al ataque» nos será útil para poco a poco adquirir la paciencia que necesitamos. Si tenemos que corregir a alguien, procuremos buscar el momento oportuno y si nos sorprenden con una impertinencia, esperemos antes para dar una buena respuesta. Esta paciencia se extrapola después al ámbito familiar.



 

¿Cómo evitar perder los nervios cuando se pone insoportable?

Cuando nuestro pequeño tiene un momento de terquedad o se encara con nosotros, ¿qué podemos hacer para no perder la paciencia ni los nervios y dominar la situación? Cuando perdemos el control, podemos llegar a decir cosas horribles a nuestro hijo o incluso darle un cachete, y eso es algo de lo que seguro que nos arrepentiremos más tarde.

1.  Ignorar o mostrarse indiferente ante las conductas negativas.

Por ejemplo, en el caso de las rabietas. En lugar de comenzar a propinar gritos tipo «¡¡qué te calles ya, que no te aguanto, eres un pesado!!, prueba llevarle a su cuarto para que llore a gusto y si consigues no darle mayor importancia, mejor. Cuando os calméis tanto él como tú, intenta que te pida perdón, y explicarle por qué es una tontería llorar sin parar. No olvides que es un comportamiento frecuente en niños de 2 a 3 años que debes educar.

2.  Darse la vuelta y retirarle la mirada o la atención hasta que no rectifique.

Tu hija de cuatro años te acaba de llamar tonta o tonto. La primera vez que te insultó le explicaste que no se debe llamar así a nadie, pero menos a mamá o a papá. Pero lo vuelve a repetir. En lugar de perder los nervios y darle un cachete, no le vuelvas a mirar hasta que no te pida perdón y te diga que se va esforzar en no volverlo a repetir.

3.  Aplicar la técnica de sobrecorrección

Consiste en reparar lo que ha hecho, pero de forma algo exagerada: por ejemplo un niño tira un papel y debe recoger todos los papeles del patio; tira furioso una silla, y debe quedarse a recoger todas las sillas de la clase o de casa; deja su ropa en el suelo y debe pasar toda la tarde ordenando su armario.

Conchita Requero
Asesoramiento: Eusebio Ferrer. Licenciado en Ciencias de la Información y orientador familiar

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