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La rutina del baño en los niños: una oportunidad para educar en valores

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Parece una nimiedad, pero mientras se enseña a los hijos a adquirir comportamientos autónomos en el baño, se les está ayudando con la autosuficiencia, la autoestima o la paciencia.

Muchos padres acompañan a sus hijos en el baño porque esta actitud es frecuente en los primeros compases de la retirada de pañal. Hay que enseñar a los pequeños a usar correctamente el orinal y es importante reforzar sus actitudes positivas para generar un hábito de comportamiento. Sin embargo, una vez que se ha superado ese primer estadio en la evolución del control de esfínteres, las necesidades básicas se convierten en una verdadera oportunidad para dotar a los niños de mayor autonomía.

Cómo aprovechar la rutina del baño para trabajar la autonomía

Si un niño de unos tres o cuatro años pide ir al baño y su madre lo acompaña, se sienta sobre el borde de la bañera, le lee un cuento, después se ocupa de la limpieza y de ayudarle a colocarse bien la ropa y lo coge en brazos para lavarse las manos, habrá conseguido la máxima higiene pero el menor grado de independencia posible. Lo único que el niño ha hecho por si mismo es avisar de que necesitaba ir al baño. Acciones tan cotidianas como esta ofrecen a los padres la oportunidad de educar en otras áreas mucho más complejas y fomentar la autoestima del niño junto con su autosuficiencia.

Si los padres se quedan sentados con él, asociará ir al baño con recibir atención hasta tal punto que lo puede llegar a utilizar como reclamo incluso cuando no tiene ninguna necesidad. Además, se le está transmitiendo cierto grado de inseguridad puesto que recibe la idea de que no puede gestionar esta situación solo. Esto choca con la guardería o el colegio, donde evidentemente no cuenta con este tipo de asistencia.

Evidentemente, los padres actúan con su mejor voluntad y solo tratan de que los hijos no se aburran el rato que están en el baño. Sin embargo, no es malo que adquieran la capacidad para pasar un rato de aburrimiento. Al contrario, tener que estar unos minutos solos, sin mayor entretenimiento que mirar a la pared de enfrente, quizá desarrollando su imaginación, en cualquier caso pensando por su cuenta y, sobre todo, esperando, les permite incrementar su capacidad para ser pacientes.

Evita que la rutina del baño sirva para llamar tu atención

La rutina del baño en los niños

Además, ir al baño es una acción cotidiana que, salvo en los primeros momentos sin pañal, no debería obtener un reconocimiento constante, el aplauso de los padres. De lo contrario, se corre el riesgo de que los niños busquen permanentes llamadas de atención en todas sus acciones, desde terminarse la comida hasta acabar una ficha del colegio. Los niños tienen que comprender que la inmensa mayoría de sus acciones no reporta un cambio de actitud en los mayores.

Por último, queda la cuestión de la autonomía o autosuficiencia. A ningún niño le resulta sencillo subirse correctamente la ropa interior sin que se quede atascada en los pantalones, menos aún si además hay que abrochar un botón. Cuando después se tienen que subir en un taburete para alcanzar el jabón y el grifo, la cosa se complica y, posiblemente, se lavarán las manos peor de lo esperado al tiempo que el baño quedará empapado. Sin embargo, dejar que hagan solos estas tareas incluso aunque reiteran esfuerzo y el resultado no sea perfecto es fundamental para fomentar no solo su independencia sino sobre todo su autoestima. Consiguen hacer tareas que no pueden llevar a cabo niños más pequeños.

Alicia Gadea

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