Ante cualquier situación de conflicto con un niño que no quiere ir al colegio, lo primero que debemos hacer, tanto padres como educadores, es tratar de recoger información de cómo el niño está en el colegio, prestando especial atención a las relaciones sociales y al desarrollo académico del niño. El rechazo al colegio requiere que los padres recaben toda la información posible para poder ayudar al niño.
Cómo pueden ayudar los padres a los niños que no quieren ir al colegio
– Reunión con el profesor: él tiene información de la que nosotros, como padres, no disponemos. Además, con esta reunión se le puede poner en alerta, por si él no hubiera detectado anomalía alguna.
– Conversaciones indirectas con el niño: es muy positivo, tanto si se perciben posibles dificultades como si no, hablar todos los días con él sobre cómo ha pasado el día en el colegio, qué ha hecho, con quién ha jugado, cómo lo ha pasado… Estas conversaciones no deben ser excesivamente forzadas y agobiar al niño con muchas preguntas. Es mejor darle la oportunidad de que se exprese cuando quiera, pero hay que tratar de propiciar situaciones en las que pueda hacerlo, aprovechando los trayectos a casa, mientras merienda o prepara la mochila para el día siguiente. Antes de que le acostéis, es bueno que le dediquéis un tiempo de conversación y os contéis cómo habéis pasado el día.
– Observar al niño cuando está con sus compañeros de clase, en el patio, en cumpleaños o cuando quedan para jugar.
– Apoyarnos en sus hermanos para recibir información.
– Observarle y estar pendiente en el momento de hacer las tareas y en el estudio.
Qué hacer cuando el niño rechaza ir al colegio
– Cambiar al niño de centro es una medida extrema que debería ser cuidadosamente meditada y dejada como último recurso, siempre y cuando tengamos la total certeza de que el problema está en el colegio como tal, y que no puede solucionarse.
– Entrevistarse periódicamente con la profesora y acudir a todas sus convocatorias, aunque no ocurra nada problemático.
– Ayudar a nuestro hijo a hacer amigos de clase, invitándoles a casa por su cumpleaños, por ejemplo. Si existe esa buena relación, le animará a ir al colegio.
– Cuidar la actitud ante los resultados académicos del niño. Una dureza excesiva puede llegar a ser contraproducente, provocando en él una gran falta de seguridad y miedo, algo que sólo será perjudicial, pues le hará pensar que no vale para estudiar y dejará de poner ganas y esfuerzo.
– Ir al fondo del asunto desde el principio. Cuando nuestro hijo nos pone excusas para no ir al colegio y no parece muy feliz cuando regresa a casa, no dejemos pasar el tiempo para ir al fondo del asunto y descubrir qué le ocurre. Cuánto antes actuemos, antes resolveremos el problema.
Inmaculada Núñez-Lagos y Bau. Psicóloga. Directora de GAPFamilia