El NO, cuando viene de los padres, es una herramienta poderosa, que debemos saber utilizar para sacarle el máximo provecho, adaptando a la capacidad cognitiva de los niños el cuándo y el cómo hacerlo. El poder del NO de los padres de 0 a 2 años tiene matices por edades. No es lo mismo decir NO a un bebé de meses que a un niño mayor de 3 años, que distingue incluso el por qué le estamos diciendo que NO.
0-6 meses: ¿qué ocurre cuando decimos NO al recién nacido?
Del nacimiento a los 6 meses, los bebés no entienden el concepto de disciplina, ni del «no«, pueden ser condicionados a no realizar ciertas acciones, pero incluso esto es limitado; lo importante será procurar que se sientan seguros y estimulados. En esta etapa, no saben diferenciar lo que está bien y lo que está mal, por ello esperar que obedezca cuando le decimos que «no» es irrealista y sólo producirá frustración, aunque sí podemos empezar a poner en práctica nuestras futuras técnicas educativas.
La primera y principal técnica es la redirección. Cuando vemos que está haciendo algo que no debería, como jugar con la lámpara o intentar comerse algo inapropiado, le decimos un «no» firme y le redirigimos a una actividad más segura, como moverle a un lugar más seguro, darle un juguete o un mordedor. Independientemente de lo que haga, ser bruscos sólo le asustará.
En esta etapa, el llanto suele significar algo: hambre, un pañal sucio, necesidad de cariño, dolor, cansancio, malestar o aturdimiento. Darle atención y cariño cuando lo pide no es maleducarle; todo lo contrario, atender a sus necesidades le ayudará a ser más seguro y menos ansioso, así como a tener más confianza en nosotros, algo necesario para que posteriormente entienda que las reglas y límites que le damos provienen del cariño.
6-24 meses: reacciones de los bebés cuando decimos NO
En esta etapa, los niños empiezan a entender que cuando realizan ciertas acciones consiguen diferentes reacciones de los demás, unas buenas y otras malas; también descubren lo que es la gravedad y las texturas, por lo que suelen tirar la comida al suelo o meter la mano en su plato, como parte del aprendizaje por experimentación. A pesar de realizar acciones que consideramos negativas, no entenderán si les reprimimos por ellas.
¿Cómo establecer un límite? Diciéndoles firmemente que «no» sin echarles regañinas desmesuradas, impulsarles a que nos ayuden a limpiar el desorden que han ocasionado y explicarles por qué lo realizado no es correcto. Si bien aún no entienden el razonamiento, es un buen entrenamiento para nosotros como padres. Otra solución para evitar situaciones negativas es adaptar nuestro hogar al pequeño, intentar que no haya objetos frágiles a su alcance y no facilitar situaciones por las que luego nos enfadaríamos.
En esta etapa, es cuando comienzan a gatear y nos sorprenderemos diciendo a menudo que ‘no’. Si bien a los 6 meses ya es capaz de asociar esta palabra (no) con algo negativo, aún carecen de la capacidad de actuar acorde con ello. Por este motivo, es un momento perfecto para utilizar la técnica de la distracción: cuando nuestro hijo coja un objeto o esté físicamente cerca de algo peligroso o prohibido, podemos reemplazarlo con algo seguro o moverle físicamente a otro sitio, y siempre explicándole por qué no puede hacer aquello.
12-24 meses: entienden y se revelan cuando decimos NO
En este periodo, empiezan las pataletas cuando quieren algo que no deben tener, ya sea porque no es el momento o porque no es apropiado. Éstas suelen ser un reflejo de su pobre control emocional y no son tanto un problema de disciplina, como de regulación del enfado. El niño se enfada porque no obtiene lo que quiere y al no saber cómo controlarse, lo demuestra de la manera más cruda y sin límite.
El primer paso es intentar calmarle sin dar aquello que hemos decidido de antemano que no le convenía. Si no es posible tranquilizarle, hay que dar espacio y dejar que se tranquilice solo. Una vez conseguido, es entonces un buen momento para hablar sobre qué ha sucedido y por qué no se podía acceder a sus deseos.
Si parte de su pataleta ha sido desordenar o ensuciar, entonces le ayudaremos a limpiar o recoger, es importante que le animemos a contrarrestar sus acciones negativas; si rehúsa hacerlo y tiene otra pataleta, entonces le daremos un poco más de espacio y tiempo para que se tranquilice y, más tarde, lo volveremos a intentar.
Para prevenir ciertos comportamientos, o tras una pataleta, debemos comunicarnos con nuestros hijos apropiadamente. Si les hablamos elaboradamente, con explicaciones complejas, lo más probable es que no nos entiendan. Por este motivo, debemos emparejar nuestras palabras con gestos y tonos de voz coherentes, así como con frases breves y sencillas, de estructura gramatical simple.
Está claro que no hace ningún daño explicar a nuestros hijos, por muy chiquitines que sean, por qué no deben hacer ciertas cosas, pero no podemos esperar que obedezcan las reglas hasta que cumplan al menos 24 meses. Incluso alcanzada esta edad no entenderán exactamente los razonamientos, hasta alrededor de los 36 meses.
Maite Balda Aspiazu. Psicóloga y Máster en Neurociencias Cognitivas
Asesoramiento: Osvaldo Poli. Autor del libro No tengas miedo a decir no
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