Los periodos sensitivos son momentos en la vida de los hijos en los que el aprendizaje se realiza de forma natural; parece como si todo su ser se viera estimulado a actuar en un determinado sentido. Se habla de períodos precisamente porque corresponden a una determinada etapa de la vida y se llaman sensitivos porque son independientes de la voluntad.
Esto conlleva unas consecuencias: deja huellas positivas en las células cerebrales (es decir, ayuda a la creación de hábitos) y se obtienen resultados altos con un nivel bajo de esfuerzo.
Hasta los 12 años tienen lugar el 80% de estos periodos, por lo que la educación cobra especial importancia en esta etapa.
Enseñar virtudes y valores: ¿por dónde empiezo?
Una pregunta lógica es preguntarse: «¿Por dónde empiezo? Existen muchas virtudes que debemos educar, aprovechando el periodo sensitivo en el que se encuentra mi hijo». Aunque esto es cierto, también lo es la idea de que al mejorar una cualidad de la persona, ésta mejora en su conjunto, es lo que se conoce como «el principio de armonía de las virtudes». Pero un solo acto no supone virtud, para alcanzarla hay que repetirlo y hacerlo con sentido: sabiendo qué se hace, por qué se hace y queriendo actuar así en cualquier circunstancia y ambiente, estén otros presentes o no.
Los cuatro núcleos de la virtud para enseñar a los hijos
A pesar de que unas virtudes llevan a otras, sí es posible determinar una serie de virtudes nucleares y otras anejas. Los cuatro núcleos de la virtud que ayudan a enfrentar los avatares de la vida son: autodominio-orden, trabajo-esfuerzo, generosidad-solidaridad y madurez-responsabilidad.
En el siguiente cuadro, vemos qué virtudes anexas se encadenan con cada una de ellas:
Ana Aznar
Asesoramiento: José Manuel Mañú. Profesor.
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