Cada tarde al llegar a casa después de varias horas de clase, y las correspondientes a las actividades extraescolares, nuestros niños y niñas se enfrentan a los deberes escolares. Sin apenas tiempo entre las actividades y la hora del baño y de la cena. Cada día son varias las horas que dedican nuestros niños y niñas a los deberes, sumidos en un ritmo cada vez más exigente en una continua competición y sin tiempo para jugar, e incluso para aburrirse.
El peligro del exceso de deberes y tareas escolares
Los deberes escolares, han sido desde hace muchos años una obligación diaria de los niños y niñas para asentar los conocimientos adquiridos en clase. Con frecuencia hemos escuchado afirmaciones, del tipo «necesita trabajar en casa», «es necesario que cojan hábito de estudio», «además de lo que hacemos en clase tienen que trabajar el contenido». Estas afirmaciones pueden ser acertadas en niveles educativos superiores, cuando los estudiantes ya no son niñ@s.
Durante la niñez en algunas ocasiones pueden ser recomendables ciertas tareas para casa. Sin embargo, se ha tomado como costumbre, e incluso como una obligación indiscutible hacer deberes al llegar a casa.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud ha alertado en un informe el peligro de tener demasiados deberes. Los niños y niñas tienen que vivir la niñez como la etapa que es, una etapa de juego, de exploración y de descubrimiento. Una etapa que requiere de tiempo y respeto para que se produzca la maduración y el desarrollo. Imaginemos que intentamos forzar el crecimiento físico para acelerarlo, nos parecería una auténtica aberración. Pero intentamos forzar los aprendizajes, forzar el desarrollo cognitivo, sometiendo a nuestros pequeños a un ritmo y un nivel de trabajo, que no solo es antinatural, sino que además resulta perjudicial para su salud.
Los deberes excesivos tienen consecuencias negativas para los niños
Algunas de las consecuencias negativas que podemos mencionar, son las siguientes:
1. Falta de tiempo para jugar. Cuando los niños y niñas tienen muchas horas de clase, actividades extraescolares y además muchos deberes, apenas tienen tiempo para jugar, para ser y para desarrollarse.
2. Demasiadas obligaciones. A menudo sometemos a los pequeños a un ritmo demasiado elevado. Una competición constante, donde están obligados a cumplir con demasiadas obligaciones (que no corresponden a su etapa evolutiva). No se trata de obviar las responsabilidades, educar en la responsabilidad sí, pero no imponer responsabilidades y exigencias que se alejan de su desarrollo natural.
3. Pérdida de interés y motivación. Con este ritmo y tantos deberes, al final se hacen sin sentido, de manera mecánica, por obligación y como consecuencia no solo no se aprende, sino que además se pierde interés, motivación, etc.
4. Desencadenan estrés y ansiedad. Los deberes excesivos y los intentos de alcanzar el ritmo señalado, pueden generar estrés y ansiedad.
Todas estas consecuencias en la infancia determinan el desarrollo y tienen consecuencias negativas en la vida adulta.
Cómo enfrentarse a la carga excesiva de deberes
1. Cambia la manera de educar, enseñar y aprender. En lugar de deberes de obligada realización, trata de despertar el interés y la motivación y sugiere cosas que pueden hacer por aprender más.
2. Deja que se organicen. En algunas ocasiones puede ser conveniente alguna tarea para casa, en estos casos no pongas una imposición de fecha.
3. Evita la sobrecarga de actividades, a veces es suficiente con una tarea para casa.
4. Potencia actividades lúdicas que permitan el juego y que hagan posible aprender.
5. Recuerda que los niños y niñas necesitan tiempo para su desarrollo. Tiempo para jugar, tiempo para ser, tiempo para darse cuenta de lo que piensan, sienten y quieren.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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