Actualmente, la implicación paterna ha ido en aumento, los padres tienen más experiencia y son un modelo vital para el futuro del niño. Hasta hace unos años, en la figura del padre se buscaba la seguridad económica y familiar. El cariño y la crianza de los niños era papel de la madre.
Sin embargo, la confianza, la fortaleza y la seguridad que transmiten los padres son fundamentales para que el niño tenga clara la importancia de la figura paterna y su papel dentro de la familia. Muchos padres lo saben y ahora son padres comprometidos con un nuevo rol.
Ser padre es una aventura día tras día. Normalmente, los padres son algo más inexpertos que las madres pues, generalmente, el modelo que tuvieron no es el que prima actualmente. En la educación de los hijos hoy se comparte todo, aunque cada uno debe seguir ocupando su rol y aportar desde su propia personalidad.
Mayor equilibrio en la balanza educativa
Antes, el cariño, los mimos, las caricias y el consuelo se consideraban propios de la madre, pero los padres cada vez se implican con mayor intensidad en este sentido y la relación padre-hijo es sin duda más completa.
La incorporación de la mujer al mundo laboral hace que esta situación se acentúe, de modo que ambos participan en todo al cien por cien, coordinando tiempo y dedicación, de manera que se logra un mayor equilibro en la balanza educativa. Los padres de hoy adaptan sus horarios para implicarse en las actividades diarias de los pequeños y trasmitirles así -a través de la figura paterna- estabilidad y armonía a la vida familiar.
Desde Hacer Familia proponemos unos consejos para mejorar esta relación. Aunque en ocasiones la vida profesional dificultad dedicarse tanto como a uno le gustaría, lo importante es ponerse pequeñas metas, por ejemplo, hacerlo un poquito de lunes a viernes, además de los fines de semana con más tranquilidad y sosiego.
La seguridad y confianza de un padre
Como padre debes trasmitir a tus hijos desde chiquititos seguridad y confianza. Ambos sentimientos van unidos, por lo que, uno no puede darse sin el otro. Si este aspecto educativo falla en vuestra relación padre-hijo, se puede crear un vacío respecto a los vínculos necesarios en un futuro y a la estabilidad emocional del pequeño. Ahora es cuando se empiezan a poner las bases para lograr un ambiente de confianza y respeto de cara a la adolescencia y a la juventud de los hijos.
Lejos queda ya el papel del padre como esa figura «distante y algo temida» de la casa. La fortaleza se la debes trasmitir más como «resilencia», inculcándole esa resistencia necesaria para afrontar los futuros problemas a los que tu hijo se enfrentará, tanto en el colegio como en la vida. Eso sí, teniendo en cuenta su edad. Así, por ejemplo, si se cae puedes decirle frases como: «Ya sé que te duele, pero eres un machote y no vas a quejarte mucho». O si no quiere terminarse la comida, animarle con cariño: «Venga María, que sólo queda una cucharadita de puré y yo sé que tú eres una campeona».
Estos pequeños esfuerzos que les pides a tus hijos más pequeños, son los que les van fortaleciendo el carácter y evitan crear niños flojos e incapaces de aguantar ni la más mínima contrariedad.
Natalia Hurtado. Profesora Colegio Santa María la Blanca
Más información en el libro: Corazón de padre, de Osvaldo Poli.
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