Educar la voluntad de tus hijos es uno de los desafíos más importantes que tienen los padres en este momento. Se trata de educar a los niños en la obediencia, no de conseguir niños que sepan obedecer ciegamente a unos ‘noes’ lanzados continuamente por sus padres.
La obediencia en niños de 2 a 3 años
Características de la obediencia en niños de 2 a 3 años:
– Reconoce intuitivamente quien tien de le la autoridad en casa y quién la ejerce. Por eso, obedece a los padres, porque les dan seguridad y cariño.
– A su vez, él se siente inclinado a desobedecer, por lo que, constantemente, pone a prueba la autoridad de los padres: grita a sus padres, no quiere comer etc..
– Se da cuenta que es distinto a sus padres y a sus hermanos, que es una persona independiente del resto, que puede actuar de forma diferente.
– Desconoce el límite de hasta dónde es capaz de actuar, hasta dónde puede y hasta dónde no puede hacer algo.
– Aparece la edad del no, que se manifiesta en llevar la contraria absolutamente a todo lo que se le dice, incluso a lo que puede ser positivo para él.
Cómo educar a los niños de 2 a 3 años:
– El niño debe conocer dónde está el límite, por su bien y por la de los demás.
– Aprender a obedecer está relacionado con su desarrollo evolutivo.
– Los razonamientos para que el niño obedezca, para que reconozca la autoridad familiar, son útiles, pero no serán estos lo que convenzan al niño, sino más bien la persona misma que se lo dice, que ejerza la autoridad, puesto que la sigue identificando como tal.
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La obediencia en niños de 4 a 5 años
Características de la obediencia en niños de 4 a 5 años:
– Empiezan a preguntar el motivo de su obediencia.
– Esta edad es el período más fructífero y más útil para fomentarles distintos hábitos de obediencia.
Cómo educar a los niños de 4 a 5 años:
– Si bien el niño obedece porque sigue reconociendo la autoridad de los padres, no bastará ya con ese motivo: habrá que utilizar medios complementarios de razonamiento, en función de la capacidad de entender del niño.
– El niño obedecerá porque verá que es razonable obedecer, no sólo porque los padres tienen la autoridad moral para ser obedecidos, sino porque tienen razón.
– No se tratará de conseguir que los niños obedezcan sin más, sino de que, a través de esta obediencia, se logre el correcto desarrollo de la personalidad del niño a través del fomento de hábitos buenos.
Obediencia formativa para los niños
Sin que existan soluciones mágicas, la obediencia en los hijos se ve facilitada por una actuación educativa ordenada, prestigiosa y coherente de los padres. Es decir, si ambos cónyuges -padre y madre- ordenan al niño cosas distintas según su estado de ánimo, sus intereses o su grado de fatiga, será difícil educar a los hijos en una obediencia formativa. Lo que conseguirán es que el niño aprenda a discernir a quién pedir, cómo y cuándo de los dos, en función de lo que quiera en cada momento.
No hay que olvidar nunca que los niños pequeños aprenden por ósmosis: el niño, desde que nace, imita siempre al adulto porque es parte de su proceso de aprendizaje natural. Por tanto, será fundamental poner en práctica en casa lo que queramos que nuestros hijos aprendan.
Si entre lo que pretendemos conseguir y lo que hacemos hay un salto, probablemente perderemos la autoridad, paso previo para poder ejercerla e indispensable para ser obedecidos. Empezarán por no obedecer y luego podrán incluso reprender nuestras conductas. Por ejemplo, si no queremos que nuestros hijos nos levanten la voz en casa, deberemos ser los primeros en no levantarla.
Sonia Rivas. Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Navarra.
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