Un error cada vez más común entre los padres de hoy en día es querer vivir sus sueños a través de sus hijos. Estos «padres ambiciosos» y su comportamiento, sin embargo, tienen consecuencias negativas para sus hijos: los niños cada vez viven más estresados por la presión de sus padres, que se une a la de los exámenes.
Así lo ha asegurado a la cadena británica BBC el director del prestigioso colegio internacional Eton, en Windsor (Reino Unido), Tony Litle, quien en sus años de experiencia ha observado cómo los padres han pasado de apoyar a sus hijos a presionarles, haciendo que los niños y adolescentes estén más estresados que nunca.
No sólo eso, este experto en educación alerta de que las presiones de los padres empeoran aún más las reacciones de sus hijos cuando estos sienten que no logran cumplir las expectativas de los padres. Algunos estudiantes sienten como una «pérdida» cuando las cosas no salen como se esperaba, mientras que otros hacen como si las cosas no pasaran como pasan, según explica Little.
La presión de los exámenes
Otra directora de una prestigiosa escuela británica se une a la alerta de Little: los padres se preocupan por la gran cantidad de estrés a la que están sometidos sus hijos por los exámenes, las redes sociales y las distintas presiones de sus compañeros. «Los niños no aprenden a menos que sean felices«, sentencia al respecto.
Todas estas nuevas situaciones están aumentando la importancia de los psicólogos en los colegios, que cada vez se encuentran con un papel más importante en el día a día de los alumnos, especialmente antes de los exámenes y las pruebas obligatorias.
Y es que, aunque el sistema de aprendizaje tradicional está basado en pasar exámenes para demostrar el conocimiento, se ha probado que esta clase de pruebas estresan mucho a los alumnos y, de hecho, cada vez hay más expertos en educación que ponen en duda su eficacia. El director de Eton compara los exámenes con relojes de arena: todo tiene que ser exprimido para que pase a través de ese estrecho cuello de botella algo que, según dice, no es positivo.
En suma, parece que las presiones de los padres no ayudan demasiado en un ambiente ya estresante para los niños por sí mismo por exámenes y presiones propias de los compañeros. Mejor dejar a los hijos desarrollarse en lo que a ellos les motive, sin olvidarnos de educarles, pero valorando su propia personalidad y no queriendo imponer la de los padres.
Ángela R. Bonachera
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