Los niños enérgicos son dinámicos, pero no constantes. Tienen una actividad improvisada y, por ello, con la misma facilidad con que empiezan una acción, la dejan sin terminar para empezar otra nueva. La clave para vencer la tensión interior está en el abandono, entregarse a lo que se está haciendo, poniendo los cinco sentidos y sin pensar en otros asuntos.
Hay niños que son muy enérgicos, pero ¡cuidado! no son hiperactivos, ese déficit de atención que ahora está tan de moda, fundamentalmente porque los especialistas y profesionales lo han detectado. Los niños enérgicos disfrutan con la acción improvisada y arrolladora, aunque alguna vez no tenga orientación clara y definida en lo que pretende.
La actividad de un niño enérgico es muy diferente a la de un hiperactivo. El niño enérgico es así por carácter, por lo general no necesita medicación (quizás de vez en cuando, valeriana). Sin embargo, la hiperactividad está catalogada como una enfermedad, ya que se trata de una dificultad para fijar la atención. Es decir, los niños enérgicos no paran por exceso y los hiperactivos por defecto.
Qué entendemos por niños enérgicos
Hay chicos que tienen una gran vitalidad física, muy apasionados y se diría que son bastante «sentimentales». A estos los denominamos enérgicos. La actividad es su verdadera fuerza y, por tanto, la nota predominante de su carácter. Sienten necesidad de obrar por obrar: no pueden permanecer quietos, sin hacer algo. Por lo tanto, en ocasiones les falta relajación. Ante un obstáculo, ponen todas sus fuerzas con tal de superarlo: en eso ven cumplido su gozo.
– «¡Mamá, relajarse es un rollo, yo siempre tengo que hacer algo. Comer sin moverse es un rollo y estar sentado todo el rato estudiando. ¿Es que no puedo hacer los deberes de pié?» Estos pueden ser algunas de los comentarios de nuestros hijos enérgicos. Verdaderamente, les resulta difícil quedarse quietos.
Por eso, son dinámicos, pero no constantes. Tienen una actividad improvisada y, por ello, con la misma facilidad con que empiezan una acción, la dejan sin terminar para empezar otra nueva. Su actividad es frenética, pero poco ordenada y sin profundidad.
Manifiestan su emotividad en el ámbito de la acción; vibran intensamente ante todo lo que tienen que hacer. Son muy hábiles en arrastrar a los demás a la esfera de su actividad y alegría. En general son entusiastas y optimistas, y suelen ser buenos conversadores. No suelen ser muy metódicos.
Cualidades y defectos de los niños enérgicos
Los niños enérgicos suelen ser muy trabajadores, resistentes, serviciales y sociables, expansivos, generosos. Olvidan en seguida las ofensas. Por lo general, son alegres, cordiales y entusiastas. Saben hacerse simpáticos: hábiles para persuadir a los demás. Decididos. Y tienen facilidad para hacer cosas por los demás.
Teniendo en cuenta esta forma de ser, se pueden manifestar impulsivos, y a veces violentos; fácilmente excitables. Autoritarios. Superficiales, impacientes. Pueden tender a contentarse con resultados inmediatos. Por su gusto a vivir intensamente la acción del momento, pueden inclinarse fácilmente a satisfacer a los sentidos, dejándose arrastrar por lo que les apetece en cada momento. Su manera de ser también les puede llevar a mostrarse vanidosos por lo «que hacen».
La tensión emocional que generan los niños enérgicos
Es fácil que la tendencia enérgica del carácter genere gran cantidad de tensión emocional que los chicos no saben como dominar, ocasionando estados de irritabilidad, estrés, pesadillas, etc.
Todas las personas generan, más o menos, tensión ante situaciones extraordinarias, importantes o inesperadas. El problema está cuando esta tensión no se controla convenientemente y se genera en situaciones ordinarias y cotidianas sin importancia.
Hay mil detalles por los que uno puede conocer si está más o menos propenso a la tensión emocional: morderse las uñas o los puños de algunas prendas de vestir, llevarse los dedos a la nariz, arrancarse las costras de las heridas, morder el mango del bolígrafo, soñar a menudo con cosas que le hacen sufrir, permanecer inquieto ante el semáforo en rojo, sufrir bastante presenciando una película de suspense o un encuentro deportivo, etc.
La tensión se origina en nosotros cuando nos encontramos bajo el influjo de una necesidad apremiante que no hemos podido satisfacer aún. Es una reacción natural de nuestro organismo que nos predispone a la acción. Este estado emocional de ordinario no tiene una gran intensidad, y en algunas personas es casi continuo. Esta situación, si no la controlamos, se convierte en un elemento corrosivo de nuestra salud.
Luis Manuel Martínez Domínguez. Orientador del Colegio Los Olmos
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