El principal objetivo que se presenta a los niños cuando acceden al sistema escolar, es aprender a leer y escribir. Pronto pasarán de esto, a leer para escribir y aprender, lo que implica que las habilidades relacionadas con el lenguaje escrito son herramientas que necesariamente han de manejar con destreza desde muy temprana edad, pues son imprescindibles tanto para el éxito académico futuro como para el desarrollo profesional.
Para comprender cómo podemos mejorar las dificultades de los niños en la lectura, es necesario conocer cómo aprenden para distinguir las posibles deficiencias de los niños al aprender a leer.
Comprender el lenguaje y reconocer las palabras
Los mecanismos de la lectura constan de dos componentes principales: reconocimiento de las palabras escritas y comprensión del lenguaje.
1. Reconocimiento de las palabras escritas. Para aprender a leer es necesario decodificar el código alfabético, es decir, ver las letras como señales de sonido y no como imágenes, aprendiendo las reglas de correspondencia grafema-fonema y automatizando la relación entre lo visual y lo fonológico. Las características de este reconocimiento, esenciales para leer bien, son que se lleve a cabo con precisión, velocidad y expresividad.
En esta fase, los niños suelen cometer errores por confusión, inversión, omisión o adición de fonemas; cambios de sílabas o de palabras; silabeo, repeticiones o vacilaciones; así como escritura en espejo. Todos estos son síntomas de lectura inexperta que, si bien son normales al inicio del proceso de aprendizaje de la lectoescritura, si persisten en el tiempo pueden convertirse en un problema y derivar, entre otros trastornos, en dislexia.
Existe amplio consenso en que el origen de estas dificultades se halla en carencias en el procesamiento fonológico segmental, suprasegmental y en el tiempo de subida de los sonidos; ya que los niños con trastorno de la lectura o dislexia cometen errores o son lentos en tareas de consciencia fonológica (manipular letras, sílabas y fragmentos de palabras), denominar colores, objetos, recordar listas y clasificar palabras, seguir patrones rítmicos e incluso reconocer sonidos y voces. Todo ello se debe a que han desarrollado representaciones fonológicas poco específicas, con déficits prosódicos añadidos, que impiden una correcta conexión entre grafemas y fonemas.
2. Comprensión lectora. Otros niños presentan dificultades a la hora de entender lo que leen, se quedan con la parte superficial o literal de los textos y no consiguen realizar las inferencias necesarias para seguir el argumento con fluidez. Se cree que estas dificultades se deben a problemas lingüísticos en funciones de alto nivel, como la semántica (significado de palabras), léxica (vocabulario) y gramática (morfología y sintaxis). Además, los problemas para extraer inferencias están relacionados con la escasez de conocimientos previos, la dificultad para el razonamiento lógico y la conexión de estos conocimientos entre sí, y el control metacognitivo de la comprensión.
Claves para mejorar las dificultades de los niños con la lectura
Estos dos grandes componentes de la lectura dan lugar a dificultades diferentes con orígenes distintos, cuyo tratamiento deberá ser así mismo diferenciado. Un programa tipo de actividades a realizar para la mejora de estas dificultades se agrupa en cuatro categorías:
1. Mejora de los procesos fonológicos: habilidades de consciencia fonológica
2. Entrenamiento rítmico y musical: intervención multimodal con elementos lingüísticos y no lingüísticos
3. Entrenamiento lector: fluidez y velocidad lectora, lectura en voz alta, lectura a dos voces, vocabulario, conocimientos previos, reconocimiento de la estructura y personajes de textos.
4. Entrenamiento metacognitivo: razonamiento verbal y lógico, habilidades de metacognición.
Claves psicopedagógicas para mejorar la lectura infantil
Para mejorar la capacidad de respuesta de los niños con dificultades para leer existen factores de enseñanza a tener en cuenta:
1. Temprana y preventiva. El período infantil es el mejor momento para detectar y atajar las dificultades, el fracaso acumulado de varios años es difícil de remontar.
2. Explícita. Los niños aprenden según patrones que extraen del entorno, imitando el lenguaje y extrayendo conclusiones sobre la causalidad, lo que se llama aprendizaje implícito (por observación). Diversos estudios indican que los niños con dislexia tienen problemas para el aprendizaje implícito, por esta razón la intervención deberá explicitar al máximo aquello que deben aprender.
3. Intensiva. Para que resulte eficaz, la intervención debe individualizarse al máximo, ser regular, prestar atención diaria y utilizar modalidades multisensoriales.
4. Emocional. No deben olvidarse los aspectos emocionales, sobre todo la autoestima, la motivación y la constancia; la colaboración de la familia para extender las actividades, juegos y hábito lector al ámbito del hogar también es importante.
De este modo, ofrecemos a los niños con dificultades en el aprendizaje y desarrollo de la lectoescritura, las herramientas adecuadas para que puedan llegar a ser personas competentes en esta habilidad tan necesaria para su vida futura.
Ana Barrantes. Profesora de Educación Primaria. Autora del blog Neuropsicología y Aprendizaje
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