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Llora por todo, enséñale a superar pequeñas dificultades

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Desde que nacemos tenemos la posibilidad de desarrollar una capacidad maravillosa y muy útil: la superación. Sin embargo, cuando ante las dificultades surge la frustración, los niños tienen la reacción de llorar. Cuando sucece muy a menudo, nos parece que el niño/a llora por todo. Es el momento de enseñarle a superar pequeñas dificultades.

¿Qué hace cuando pierde su pelota?

Una situación cotidiana es cuando vuestro hijo juega con su pelota y ésta se cuela por debajo del sillón, de tal modo que no la tiene a su alcance; puede verla, pero no sabe cómo alcanzarla. Las reacciones serán de varios tipos: unos niños intentarán meterse debajo del sillón, hasta comprobar por sí mismos que no pueden alcanzarla y entonces decidirán sobre la marcha «el plan B»; otros, optarán por cambiar de juego, sin molestarse en ir a buscarla; algunos, se pondrán a llorar de inmediato, ante la pérdida del balón. Es el grupo de los «los llorones», para los que el llanto es una respuesta inmediata a cualquier situación. Conforme van creciendo, cada vez llorarán con más intensidad y aumentará la frecuencia.

Reacciones de los padres cuando sus hijos lloran

Ante la imagen de vuestro hijo llorando de impotencia, porque no puede sacar su pelota o su camión del agujero donde lo ha metido: ¿qué respuesta tenéis?, ¿qué es lo primero que se os ocurre?, ¿lo dejaréis llorando, con lo fácil que es para vosotros sacar el juguete del agujero?

Lo normal, es sacarlo y dárselo al pequeño que se pondrá muy contento y vosotros también al sentir que le habéis ayudado. Pero, ¿qué ha aprendido vuestro hijo ante una dificultad, si se la hemos quitado de en medio? ¿Dónde está el aprendizaje?Rápidamente asociará que ante éstas tan sólo tiene que llorar, vendrá un adulto y lo solucionará. Así, desarrollará el arte de llorar constantemente ante la menor dificultad.

Desarrolla su instinto de superación

Por qué llora por todo

Cuando un niño de unos dos años, por ejemplo, coloca una pieza dentro de una casita y luego no la puede sacar, lo normal es dársela. Pero debemos aprovechar para que se fije en cómo lo hacemos: muy despacio, asegurándonos que lo observa, explicándoselo verbalmente y animándole después a hacerlo solito hasta que aprenda. Hay que felicitarle efusivamente si lo consigue.

A esta edad les encanta imitar y se ponen muy contentos cuando consiguen hacer las cosas por sí mismos.

Si no pone interés, podemos probar a dejar la pieza dentro: le explicamos cómo hacerlo, le animamos a que lo intente y si hace falta acompañamos su mano. Si nos mira esperando que se lo hagamos nosotros, es conveniente dejar la pieza dentro. Llegará a sus propias conclusiones. Para que un niño haga un aprendizaje debe hacerlo por sí mismo y éste no existirá si vosotros le dais la pieza. La constante superación de pequeñas dificultades es el inicio del camino hacia la autonomía.

La repetición es la base de la autonomía para los niños

Para que los niños logren la autonomía han de tener la posibilidad de practicar muchas veces, hasta que les salga bien. Ningún niño se pone los calcetines a la primera.

La autonomía exige tiempo, paciencia y dedicación por parte de los padres. Animándoles a hacer las cosas por sí mismos, con mucha insistencia, los niños suelen dejar de pedir que se las hagan y al verse más capaces de hacerlo solitos dejan de llorar tan a menudo.

Ser autónomo les hace sentirse más fuertes y capaces, la autoestima crece y difícilmente entrarán ganas de llorar por todo.

Miedo a todo, llora por todo

En ocasiones, a pesar de darle la oportunidad de hacer las cosas por sí mismo, el pequeño se cierra en banda, sigue llorando, no muestra ninguna iniciativa para solucionar lo que le ocurre y encima no escucha nuestras explicaciones.

Efectivamente, hay niños que tienen mucho miedo a cualquier situación motriz propia de su edad, como un pequeño salto, columpiarse, subir las escaleras del tobogán, etc. Te exigen que les des la mano para todo y, aún así, lloran desesperadamente para evitar esa situación.

Suelen ser niños rodeados por adultos muy protectores, que no le han permitido afrontar pequeños riesgos y crecen sin la oportunidad de demostrarse a sí mismos que son capaces.

Así, poco a poco, las dificultades a las que se enfrentan son más grandes y cada vez cuentan con menos recursos. Al mismo tiempo, comienzan a compararse con otros niños que les censuran por miedosos y la situación se agrava.

Para ayudarle debemos transmitirle una confianza ciega en sus capacidades, ya que para un niño es vital la mirada, la voz y la actitud de sus padres ante los retos que deben afrontar.

Ideas para evitar que llore por todo

1. Trasmitirle confianza

Realmente, lo más difícil es transmitir al niño la confianza necesaria para que crea en sí mismo, desde muy chiquitín. El niño no es llorón para fastidiar, llora como defensa ante una situación que le desborda por fácil que la veamos. Debéis transmitirle con cariño que confiáis en que superará su miedo a cosas concretas. No se trata de no tener miedo, se trata de superarlo, para no ser tan blanditos.

Explicarle que confiáis en que poco a poco será capaz de hacer las cosas que ahora le asustan. Buscar situaciones para practicar, con calma y con disposición de animar, no de censurar. Puede ser muy útil que anotemos sus logros en una pizarra o libreta, nunca los fallos. De lo que se trata es de ver si se consigue superar a sí mismo.

Por ejemplo, si jugamos a hacer puntería, registraremos las veces que le da a la diana; con la práctica, cada vez hará más dianas y eso es lo que ha de vivir hasta la saciedad, ver que consigue superarse.

Cuando se tienen experiencias negativas ante una misma situación es muy difícil volverla a afrontar con alegría, al contrario, cada vez se estará más pesimista y el pensamiento vaticina lo peor.

2. Enseñarle a pensar en positivo

Entre las metas de la educación de vuestro hijo, debe estar el enseñarle a pensar en positivo, que vea cada nueva situación como una gran oportunidad no como un tormento.
Los niños son muy sensibles a lo que sus padres piensen de ellos, se dan cuenta por vuestra actitud de lo que realmente pensáis.

Para ayudarle a que supere con más facilidad las situaciones que le bloquean y que deje de llorar, será mucho más fácil si creéis que realmente lo puede lograr.

El niño poco a poco va dejando su pensamiento mágico y necesita que el pensamiento que está creando sobre sí mismo sea positivo. Un pensamiento entrenado a esta edad puede hacer maravillas.

Si conseguimos que vea las situaciones que siempre le han asustado no como dragones que le van a devorar, sino como situaciones mágicas donde todo es posible, su actitud es muy diferente.

Para lograr esto es muy útil contarles cuentos con personajes que tengan características parecidas a las suyas. Personajes que también sean llorones y que les pasen cosas bonitas para que ellos se puedan identificar y ver que tienen oportunidades.

Estos cuentos han de ser creíbles, es decir, a veces las cosas no salen bien, pero otras sí. Dejar muy claro que hay que practicar para conseguir algo, pero que es posible hacerlo.

Rosa Mª Palacios. Pedagoga Método Lenoarmi

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