Los límites hacen que los niños tengan más éxito en las distintas situaciones sociales, porque algo que enseñan los límites es a respetar el derecho del otro. El principal objetivo de los límites consiste en que nuestros hijos vayan por la vida con una serie de pautas y de normas sociales, y que actúen guiados por motivaciones internas y de modo responsable. Esto es lo que llamamos autodisciplina.
Objetivos de los límites y normas en la educación de los niños
1. Autodisciplina. El principal objetivo consiste en que nuestros hijos vayan por la vida con una serie de pautas y de normas sociales, y que actúen guiados por motivaciones internas y de modo responsable. Esto es lo que llamamos autodisciplina.
La autodisciplina es la que el niño se impone a sí mismo tras haberla interiorizado a través de la práctica diaria. Por supuesto, un niño de dos años no tiene motivación interna. Tiene primero motivaciones externas y nosotros tenemos que enseñarle progresivamente a regular su propia conducta.
La responsabilidad ejercida por iniciativa propia a partir de las elecciones que haga el niño le lleva a la independencia y a la autorregulación de su propia conducta, y ése es el objetivo final, que mi hijo sea independiente pero que sea capaz de autorregular su conducta, que no necesita a mamá o a papá toda la vida para decirle qué está bien y qué está mal, qué se puede hacer y qué no se puede hacer.
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2. Combatir la rebeldía. La disciplina tradicional era una disciplina guiada absolutamente por motivaciones externas, había premio a la buena conducta y castigo a la mala conducta. En la disciplina tradicional los padres son los responsables del comportamiento del hijo. Y es algo que inspira temor y que, por supuesto, incita a la rebeldía.
Una rebeldía callada en el niño escolar, es una rebeldía manifiesta en el adolescente. Si a una persona la crían diciéndole «esto no lo hagas, esto no lo hagas…», lo aguantará en la etapa escolar, porque es el único modelo que conoce y pensará que en todas las familias ocurre los mismo. Pero cuando ese adolescente de 14 ó 15 años sale al mundo y ve que el mundo funciona de un modo diferente es muy posible que llegue a rebelarse.
3. Educación en la responsabilidad. Esta comienza desde que el niño es un bebé y nosotros comenzamos a ponerle límites que, al principio, no entiende, pero que va a oír cómo los repetimos una y otra vez a lo largo de los años. Y rápidamente los niños empiezan a entender, antes de hablar entienden los «no» y los «sí».
Hay que recordar que los niños tienen que aprender qué es «no» tajante, qué es «sí» y qué es «tú eliges». Y los «tú eliges» son fundamentales porque se trata del prólogo de la autorregulación, que uno sepa que tiene opciones, que valore las posibles consecuencias de cada opción y que elija y después se haga cargo de las consecuencias. Esto se fomenta permitiendo al niño elegir siempre entre varias alternativas y exponerse siempre a las consecuencias de su elección.
Ignacio Iturbe
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