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Niños con inteligencia emocional: el verdadero éxito

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Un estudio tras otro demuestra que los niños con inteligencia emocional son más felices, más confiados y tienen más éxito; y esta capacidad les ayudará a ser adultos responsables, atentos y productivos. Pero, ¿cómo desarrollar su coeficiente emocional? A través de la educación, los padres podemos labrarles una personalidad madura y equilibrada: será realmente esta inteligencia la que les haga triunfar en la vida

¿Qué define la inteligencia de los hijos?

Hay que saber que el coeficiente intelectual tan solo aporta un 20% de los factores que determinan el éxito, lo cual supone que el 80% restante depende de otras causas…

Hasta hace unos años todo resultaba más claro pues un hijo inteligente era quien daba resultados altos en los test de lógica, matemáticas, vocabulario, razonamiento abstracto… Sin embargo, de un tiempo a esta parte cada vez se cuestiona más este tipo de coeficiente intelectual, pues no sirve para captar otra variedad riquísima de capacidades como la autoestima, la relación con los demás, la empatía, el autocontrol, la perseverancia…

No es difícil comprobar en muchos casos que personas con mentes prodigiosas fracasan en otros ámbitos de sus vidas, o incluso personas con un coeficiente intelectual (CI) muy elevado son pésimos timoneles de sus vidas. ¿Quién puede afirmar que un alto nivel de conocimiento lógico-matemático conlleva un éxito en la vida? Más bien, y es lo que han venido a demostrar numerosos estudios, el CI tan solo aporta un 20% de los factores que determinan el éxito, lo cual supone que el 80% restante depende de otras causas…

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El verdadero éxito de la inteligencia emocional

¿Cuáles son esas causas? Surge cada vez con más fuerza el concepto de inteligencia y coeficiente emocional. Daniel Goleman, autor del best-seller mundial Inteligencia Emocional, dice que: «El éxito depende de un conjunto de habilidades o capacidades entre las que destacan: la perseverancia, la capacidad para interpretar y controlar las emociones, la capacidad para además de concentrarse en el trabajo, ser capaces de mirar a su alrededor y conocer mejor a sus compañeros, desarrollar una adecuada autoestima y autocontrol personal e, incluso, sonreír en el momento oportuno».

Nuestros hijos se encuentran en el momento de desarrollar sus capacidades emocionales que tienen mucho que ver con la educación que reciban en casa, y no tanto con la herencia genética. En la actualidad, sabemos que es posible educar la inteligencia emocional y cada vez se valora más esas habilidades personales que ayudan a los hijos a llevar una vida feliz en la mayoría de los ámbitos: de relación, de trabajo, de formación…

Inteligencia emocional, ¿cuándo adquiere la importancia que tiene?

El término «inteligencia emocional» fue utilizado por primera vez en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se empleó inteligencia emocional para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito, como:

· La empatía.
· La expresión y comprensión de los sentimientos.
· El control de nuestro genio.
· La independencia.
· La capacidad de adaptación.
· La simpatía.
· La capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal.
· La persistencia.
· La cordialidad.
· La amabilidad.
· El respeto.

Los estudios muestran que las mismas capacidades emocionales que hacen que un niño sea considerado como un estudiante entusiasta por su maestra o sea apreciado por sus amigos en el patio de recreo, también le ayudarán dentro de veinte años en su trabajo o matrimonio. Tener un alto coeficiente emocional (CE) es por lo menos tan importante como tener un CI elevado. 

Las cosas pequeñas

Para lograr que nuestros hijos tengan una adecuada inteligencia emocional -unión de un buen trabajado CI y un armónico CE- necesitan que creamos profundamente en ellos, aunque ahora les esté costando leer y escribir, aunque no sean los primeros de la clase, aunque sean de momento un poco desastrados…. Tenemos que mirarles con profundo cariño, con esperanza en ellos y en su futuro y poder decirles, porque estamos convencidos de ello.

Cualquier hábito cuesta mucho esfuerzo para adquirirlo y potenciarlo y a veces no tenemos todo el tiempo que nos gustaría para desarrollar esas habilidades emocionales en nuestros hijos. ¿Qué podemos hacer? Descubrir que con medios habituales y normales, con las situaciones más fáciles, como una sonrisa, podemos ayudar a nuestros hijos, si no desaprovechamos las pequeñas oportunidades.

Ricardo Regidor
Asesoramiento: Amparo Catret Mascarell. Responsable de áreas de coordinación, promoción y formación docente del colegio Guadalaviar.

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