«Los niños y los jóvenes tienen los oídos cerrados a los consejos, pero tienen los ojos abiertos a los ejemplos«. Con esta frase el doctor Jesús García resume una máxima: gritar a los niños para darles órdenes o regañarles no sirve de absolutamente nada y es, de hecho, lo último que debes hacer si quieres transmitir a tus hijos una idea con firmeza.
Para este experto en niños, que es además presidente de la Asociación Madrileña para la Prevención de los Malos Tratos a la Infancia (Apimm) y de la Asociación Española de Pediatría Social (SEPS),la educación de los niños no es una tarea fácil, pero tampoco difícil, lo que ocurre es que «no viene en los libros», y los niños nos acaban educando a los padres también.
No grites, habla
Esto quiere decir que el proceso de enseñar a los niños requiere paciencia, empatía, comunicación y, sobre todo, ejemplo: «por muchos consejos que demos, por un oído le entra y por otro le sale, pero sí observan y valoran lo que ven, aprenden por imitación», asegura García, quien tiene una cosa muy clara: «no se consigue nada por aumentar el volumen».
A los niños pequeños no se les puede enseñar por medio de gritos, sino con la comunicación. Este pediatra reitera que la clave no está en decirles que deben o no deben hacer tales cosas, sino en explicarles el por qué, el motivo de que deban optar por un comportamiento y no por otro.
Los cuatro pilares del bienestar del niño
Todo esto se relaciona con los cuatro pilares que el doctor identifica como básicos y de los que dependerá el bienestar del niño futuro:
1.- Aceptar al niño como es. El pediatra critica que hoy en día «queremos niños a la carta, que no den guerra, que nos dejen dormir… y eso no existe». De este modo, recuerda que hay niños temperamentales, y que a muchos su conducta les viene en los genes de sus padres, quienes son los que deben «reconducir esas conductas» con normas, límites y, sobre todo, transmitiéndoles autoestima.
2.- Valorar las actitudes de cada niño. Este es un concepto también fundamental, pues es importante tener en mente que cada niño es diferente y tiene su propia idiosincrasia. Por ello, este médico insta a los padres a valorar las actitudes de cada niño, dejando que cada uno «sea como sea» pero procurando siempre «que sea feliz, pues el día de mañana lo agradecerá». «Hay que evitar imperativos categóricos y esa endogamia familiar de que los niños sean igual que sus padres: se parecen a sus padres, pero no son iguales», sentencia.
3.- Sentido del humor. La tercera clave es tan importante como simple y complicada a la vez: el sentido del humor. «La sonrisa es patrimonio de las personas inteligentes», asegura este experto, quien pide a los padres «transmitir la sonrisa continuamente a los niños».
4.- La utopía. En último lugar, este médico lamenta que se está perdiendo la transmisión de la utopía a los niños. «Hay que enseñarles a soñar», asegura. Para ello nada mejor que leerles cuentos, poesía… cualquier literatura que les haga soñar, pensar, y preguntar. «Hay que estimular su imaginación, la utopía es fundamental para el desarrollo del niño».
En suma, todo esto tiene una misma misión: tratar de que los niños sean felices. En este punto, este médico habla de que lo importante no es la meta que nosotros les pongamos, sino el camino que los pequeños tienen que hacer hasta llegar a la meta que ellos elijan. Lo que hay que hacer es, recuerda, «enseñarles cómo sortear las dificultades del camino, pero no hacerlas nosotros por ellos».
No es fácil, «pero es nuestra obligación», insiste este médico, quien reitera que cada niño es diferente, al igual que lo es la infancia en sí misma: va variando según pasan los años y cambian las épocas y las culturas.
Ángela R. Bonachera
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